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Feria de Santander

Triunfo de Bautista y tres palizas sangrientas a Gonzalo Caballero

El torero madrileño fue intervenido de una cornada con dos trayectorias en el muslo derecho

Juan Bautista sale por la puerta grande en Santander.
Juan Bautista sale por la puerta grande en Santander.Pedro Puente Hoyos (EFE)

El diestro Gonzalo Caballero, herido por el tercer toro de la corrida que se celebró en Santander, fue intervenido en la enfermería de una cornada de dos trayectorias (10 y 12 centímetros) en la cara interna del muslo derecho, y de un corte en el dedo meñique de la mano izquierda, que pudo producirse con la espada.

Por su parte, el diestro francés Juan Bautista, con dos orejas, fue el triunfador del sexto festejo santanderino, en una tarde en la que destacó también un gran toro de la ganadería de El Tajo.

Con media entrada, se lidiaron cinco toros de El Tajo y uno -el quinto- de La Reina bien presentados. Extraordinario el lidiado en cuarto lugar, y con un gran pitón izquierdo el sexto.

Juan Bautista, silencio, oreja y oreja en el que mató por Caballero.

David Mora, vuelta al ruedo tras petición y ovación.

Gonzalo Caballero, cogido en su primero, al que remató Juan Bautista, ovación que recogió la cuadrilla.

Caballero fue volteado hasta en tres ocasiones durante la faena de muleta a su primer toro.

El primer susto sobrevino en los primeros compases del último tercio, cuando el astado, de la ganadería de El Tajo, hizo por él, prendiéndolo por la pierna derecha y rasgándole toda la taleguilla.

Sin apenas mirarse, volvió a la carga Caballero hasta que en el momento de montar la espada salió por los aires en unos momentos de verdadera angustia, al quedarse suspendido entre los pitones del astado, que le propinó una severa paliza.

Pero cuando estaba siendo conducido a la enfermería, Caballero se zafó de las asistencias, y, visiblemente desmadejado, volvió a la carga con la tizona, y fue cogido por tercera y última vez, y el toro sí hizo carne en la cara interna del muslo derecho.

No se conjuntaron Bautista y el primer astado en el inicio del trasteo de muleta, que fue cuando el toro persiguió la tela con codicia y repitió las embestidas. Luego, la lidia buscó el abrigo del molesto viento y ahí quedó varada.

Después de apreciar la trabajada musculatura del primero, llamaron la atención las pocas carnes del segundo. Tras una colada escalofriante, Mora se templó en verónicas mecidas intercaladas con chicuelinas en el saludo. Calidad tuvo el extraordinario quite de tres verónicas muy lentas, echándole el capote por delante, rematadas con media en la cadera. Fue en los medios donde entregó el cornúpeta su mejor y poco duradera versión. Ahí lo toreó Mora con las yemas de los dedos.

El tercero traía dos cimitarras astifinas por delante. Milagro fue que Gonzalo Caballero se escapara de la primera voltereta mientras lo toreaba en redondo. Tras el trastazo contra la arena santanderina se templó en tandas al natural en las que se llegó a deslizar el toro.

En el primer encontronazo al atacar con la espada se echó Caballero materialmente sobre los pitones. Lo prendió por la pechera, lo zarandeó en el aire y lo dejó grogui. Milagro que no lo reventara con los derrotes que le asestó. Volvió a perfilarse, esta vez en la suerte contraria, y volvió a inmolarse entre las astas. Esta vez no se escapó. El sable derecho se hundió en la carne.

Con la gente conmocionada, casi nadie echó cuentas del monumental saludo capotero de Juan Bautista al cuarto. Hasta la boca de riego se fue el francés elevando la verónica al rango de toreo fundamental. Porque el toro embistió de principio a fin conforme a sus preciosas hechuras. Hasta en el trance final de la suerte de recibir regaló la acometida para una gran estocada de Bautista. Entre medias, una faena de una oreja a un toro de dos.

El quinto tuvo muy medidos el poder y la transmisión. Mora lo entendió a derechas y luego prolongó en exceso su quehacer antes de una estocada desprendida.

El último fue otro buen toro, que se empleó en profundísimas arrancadas por el pitón izquierdo, por donde Juan Bautista no lo exprimió hasta sus últimas consecuencias. Celebró un lote soñado con otra estocada recibiendo, que se fue a los bajos.

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