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CRÍTICA | LA MINA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Explorador de la desolación

'La mina' demuestra una vez más la poderosa fuerza visual de Jiménez, llamado a cotas mayores

Javier Ocaña
Un fotograma de 'La Mina (The night watchman)'.
Un fotograma de 'La Mina (The night watchman)'.

Para su primera película había planeado un documental sobre la guerra de Osetia del Sur, en 2008, pero acabó rodando una ficción, Ori (2009), en las afueras de Tbilisi y en las montañas del Cáucaso. En su segundo largometraje, Chaika (2012), rodado en Kazajistán y Georgia, habló de la descomposición de la URSS y el derrumbe de los ideales comunistas a través de la desconsolada gente de a pie. Y su tercera obra, La mina (The Night Watchman), la ha ambientado en la América profunda, aunque en buena parte la haya rodado en los bosques de Artikutza, en Gipuzkoa, y en una mina abandonada de Monsacro (Asturias), que enmascaran lo que en la ficción podrían ser esos parajes desolados de Misuri o Luisiana de relatos como los de Winter's Bone o True Detective. El español Miguel Ángel Jiménez no conoce la comodidad.

LA MINA (THE NIGHT WATCHMAN)

Dirección: Miguel Ángel Jiménez.

Intérpretes: Matt Horan, Kimberley Tell, Jimmy Shaw, Dennis Rafter.

Género: thriller. España, 2016.

Duración: 94 minutos.

Tampoco sus personajes, siempre al margen de una sociedad que los reprime y los machaca, en uno u otro lugar del mundo. Y su cine, afilado y sucio, está marcado por el desamparo y el estilo. En La mina, un thriller social con toques de cine de horror, destaca una vez más el vigor de sus imágenes y la inteligencia para rodar cada plano en escenarios de una extraña belleza. Asunto distinto, sin embargo, es su narración, a la que quizá le perjudican los cambios de tono: mejor en la historia familiar de brumoso pasado que en la trama de intriga, y aún mejor que en las secuencias donde la puesta en escena, el sonido y la música entroncan con el terror.

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La mina, que comienza con un regreso y una comida familiar de puesta en escena inspirada en Centauros del desierto, con una soberbia fotografía en interiores y exteriores de Gorka Gómez Andreu, demuestra una vez más la poderosa fuerza visual de Jiménez, llamado a cotas mayores. ¿Quizá con guiones ajenos?

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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