El Bosco y la ceja muerta de Franco
Cuatro ciudades y siete museos holandeses organizan un Grand Tour inspirado por el autor de 'El jardín de las delicias', Dos artistas españoles participan en el proyecto
La imaginación sin límites del Bosco (1450-1516) es el hilo del que tiran dos artistas españoles, Nacho Carbonell y Fernando Sánchez Castillo, para hacer suyos sendos espacios en el museo Stedelijk de Den Bosch, villa natal holandesa del pintor. De las tablas de los siglos XV y XVI, ambos han extraído sus propias piezas hasta formar unos trípticos en apariencia delirantes. Pero es una ilusión. Como sucede con su ilustre colega de Brabante, todo encaja: desde las sillas con pelos de hierro del primero, a los pelos (auténticos) de las cejas despegados del molde de la máscara mortuoria de Franco, del segundo. Sus instalaciones forman parte del Grand Tour trazado junto con las ciudades de Eindhoven, Breda y Tilburg para recordar la obra del maestro en el quinientos aniversario de su muerte.
El Stedelijk ocupa el mismo edificio del museo Noordbrabants, que acaba de clausurar su exitosa antológica dedicada al Bosco (el Prado tomó el relevo el 31 de mayo con una muestra aún mayor). En una sala dividida por una cortina que parece forrada de escayola, la aproximación de Carbonell (Valencia, 1980) a El jardín de las delicias, es una floresta de materiales diversos. Hay fibras de acero tejidas, sillas que se prolongan en una especie de escritorio erizado de cristales, lámparas donde la luz parece salir de la propia pantalla, y muchas maquetas. “Como en el suyo, mi Jardín bosquiano tiene una zona oscura a la derecha del espectador, donde él solía poner el Infierno. Hay otra luminosa, a la izquierda, y una plena de color en el centro. Es un entorno abierto a las interpretaciones y que trata de establecer un lazo afectivo, o por lo menos físico, entre el usuario y el objeto”, señala.
Carbonell reside y trabaja en Eindhoven. El lazo holandés de Sánchez Castillo (Madrid, 1970) es la Academia de Bellas Artes de Ámsterdam (Rijksacademie). Su aproximación al Bosco tiene dos partes. La primera, toma “La extracción de la piedra de la locura” para devolver un tratado simbólico sobre el poder y el mal. “No sé si soy más coleccionista que artista”, dice, frente a una mesa de cristal donde destaca una misteriosa bolsita transparente. El marco que la guarda es, a escala, el mismo del óleo Guernica, de Picasso. “Dentro hay unos pelos de las cejas de Franco. Fueron recogidos del molde de su máscara mortuoria, y no descarto hacer una prueba de ADN. Pero imagínese, con una familia tan polémica…”. Encima, colgadas en la pared, hay dos imágenes de la máscara, firmada en su día por el escultor Santiago de Santiago. Un poco más allá, un colmillo de cachalote, pescado por Franco a bordo del yate Azor. Después llega la glosa del “Carro de Heno”. Aquí, los elementos de la instalación se desbordan. Una cabeza de Felipe IV yace en el suelo junto a ruedas, ramas de bronce y otros objetos banales o inútiles. Aparentemente revueltos, “pretendo que no haya una jerarquía en la visión; corresponde al espectador completar el conjunto con su mirada”. Tres vídeos proyectan escenas que establecen la relación entre poder y violencia.
Los artistas españoles han arriesgado en su propuesta, pero en el Grand Tour ofrecido en Den Bosch hay otras firmas. El Noordbrabants ha aprovechado para presentar una retrospectiva del belga Jan Fabre, que homenajea al genio con una serie de mosaicos confeccionados con caparazones de escarabajo joya de color verde. En su caso, el brutal pasado colonial de Bélgica en Congo es el espejo que refleja las consecuencias del comportamiento humano. En otra dependencia, la colección de maestros holandeses y flamencos del museo Brukenthal de Sibiu, en Rumanía, permite ver a Jan van Eyck o Hans Memling. Fabre, por cierto, ha hecho suyo el tapiz titulado El Elefante, de la serie inspirada en El Bosco y tejida en Bruselas hacia 1530. La colección está expuesta ahora en El Escorial, pero el dedicado al elefante fue destruido y solo se conoce por grabados. En el original, un paquidermo es atacado por todos los flancos. El laboratorio del Museo del Textil, de Tiburg, tendrá listo el nuevo paño fabreano a finales de 2016.
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