La mentira de la apariencia
Más allá de la belleza reside la fuerza. Y ahí el eslabón presuntamente débil se revela como el fuerte en una aparente película sobre la anorexia
Una cría de unos 10 años, pelirroja, gordita, feúcha, observa cómo los demás observan a su hermana mayor, figura del patinaje artístico, cuerpo perfecto, bello rostro. "Observa cómo observan". He ahí la clave. Una película se puede sostener con una mirada potente y un buen tratamiento del punto de vista; también con un conflicto filial. Y Mi perfecta hermana, primer largo de la sueca Sanna Lenken, lo logra con una actriz infantil portentosa, Rebecka Josephson, y una cuidada composición del plano.
MI PERFECTA HERMANA
Dirección: Sanna Lenken.
Intérpretes: Rebecka Josephson, Amy Diamond, Annika Hallin, Henrik Norlén.
Género: drama. Suecia, 2015.
Duración: 105 minutos.
A través de una mínima profundidad de campo, Lenken despliega dos métodos de disposición. En el primero, con la cría desenfocada en primer plano y la acción enfocada al fondo, la hermana guapa seduce al personal. Es el punto de vista del dolor, del sufrimiento, de una mezcla de envidia, estupefacción y orgullo. También de incomprensión. En el segundo método, Lenken desenfoca la acción, o la saca fuera del campo, y fija el objetivo en la mirada de la hermana pequeña. Es nuestro punto de vista como espectadores, el que ajusta todos los sentimientos.
Sin embargo, más allá de la belleza reside la fuerza. Y ahí el eslabón presuntamente débil se revela como el fuerte en una aparente película sobre la anorexia que en realidad habla de la pérdida de la inocencia, de la tragedia de la indefensión y de la mentira de la apariencia. Quizá el dibujo de unos padres menos memos no hubiera lastrado la parte en la que estos parecen tener una venda en los ojos ante el problema, pero Mi perfecta hermana acaba cautivando gracias a unos hermosos ojos: los de la espléndida imperfección.
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