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El gran coreógrafo Hans van Manen rechaza una condecoración de Turquía

La ópera estatal quería nombrarle Coreógrafo del Siglo, pero ha declinado el honor por la falta de derechos humanos y libertad de prensa del país

Isabel Ferrer
El bailarín holandés Hans van Manen, en 2004.
El bailarín holandés Hans van Manen, en 2004.U. FRIEDRICH (CORDON PRESS)

El bailarín holandés Hans van Manen, de 83 años, una de las figuras esenciales de la danza moderna, ha rechazado el mayor reconocimiento concedido por el teatro y ballet estatales de Turquía. Querían nombrarle Coreógrafo del Siglo, pero ha declinado el honor: "Mientras ese país silencie la libertad de prensa y meta en la cárcel a los periodistas, no puedo aceptarlo”, ha dicho. El Estado turco financia la danza y él dice no poder “disociar el galardón de lo que está pasando”. Aunque van Manen nunca ha estado en Ankara, sí se ha visto allí su montaje 5 tangos, con música del compositor argentino Astor Piazzolla. No es la primera vez que el artista rehúsa un premio por razones políticas. En el pasado ya lo hizo con los Gobiernos autoritarios de Grecia, Portugal y Austria (esta última, cuando el líder de extrema derecha, Jörg Haider, era gobernador de Carinthia).

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Otro de los motivos aducidos ahora por Van Manen tiene que ver con el arresto de Ebru Umar, una periodista holandesa de ascendencia turca. Detenida en Turquía por criticar al presidente Recep Tayyip Erdogan, ha podido regresar a Holanda tras intensas gestiones diplomáticas. A pesar de que su decisión es firme, el coreógrafo ha deplorado que “un asunto personal repercuta en sus bailarines y en la dirección del teatro turco”. Mehmet Balkan, coreógrafo jefe del ballet estatal, ha lamentado lo ocurrido en unas declaraciones al rotativo holandés NRC Handelsblad. “Ojalá podamos hallar en el futuro otra manera de colaborar. Su aportación a la danza es incalculable”, ha dicho. El pasado mayo, Erik-Jan Zürcher, experto en lengua y cultura turca de la universidad holandesa de Leiden, devolvió también un premio. En su caso fue “por el acoso soportado por la prensa y los académicos, la islamización de la sociedad y el ataque al Estado de Derecho”, según aseguró.

De madre alemana, Hans van Manen perdió a su padre a los siete años y bailaba de pequeño para ella. Su hermano mayor, Guus, se hizo popular en Suiza como pianista de jazz, y él fue primero peluquero de artistas en el teatro. Al ballet llegó de la mano de la coreógrafa de origen ruso Sonia Gaskell, y su colega gala Françoise Adret. La engañosa simplicidad de sus montajes le valió el sobrenombre de Mondrian de la danza, y en las seis últimas décadas ha trabajado en el Nederlands Dans Theater y en el Het Nationale Ballet. Ambas compañías tienen fama internacional, y ha mezclado baile clásico y moderno con gestos teatrales, como fumar en escena. Su otra pasión, la fotografía, gira en tono al cuerpo desnudo y los propios bailarines. “La resolución ha sido personal. No pretendo llamar la atención”, ha subrayado el coreógrafo al renunciar a la recompensa.

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