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CRÍTICA | UNA MADRE IMPERFECTA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Matices Sarandon

Se palpa el sustrato autobiográfico en esta miniatura cuyas pocas notas falsas siempre encuentran su redención en un gesto de la actriz

J. K. Simmons y Susan Sarandon, en el filme.
J. K. Simmons y Susan Sarandon, en el filme.

En ocasiones, el cartel y el título de una película son sus peores enemigos. O los más inapropiados argumentos de venta. Una madre imperfecta –el título original, The Meddler (La entrometida) tampoco arregla la situación- se presenta como una rutinaria comedia basada de personalidades antitéticas: la madre metomentodo y la hija empeñada en preservar su privacidad en una escalada progresiva de tensiones cómicas. No es que este segundo largometraje de Lorene Scafaria, responsable de la también muy anómala Buscando un amigo para el fin del mundo, aborde temas radicalmente distintos, pero el conjunto no responde a esa mecánica genérica y ofrece algo bastante más inusual –especialmente, en el contexto del mainstream-: un retrato femenino complicado, matizado, mimado al detalle y levantado sobre la entrega, el arrojo y el compromiso con su personaje de una actriz mayúscula.

UNA MADRE IMPERFECTA

Dirección: Lorene Scafaria.

Intérpretes: Susan Sarandon, Rose Byrne, J. K. Simmons, Cecily Strong.

Género: comedia. Estados Unidos, 2015

Duración: 100 minutos.

Susan Sarandon es aquí Marnie, con perpetua mirada de quien acaba de recibir un golpe en la testa sin verlas venir: una viuda reciente que decide lidiar con la pérdida derramando todas sus reservas de afecto sobre una hija necesitada de soledad y espacio vital para curar su propia herida. Capaz de lidiar con un perfil bajo, acompañado del legañoso aturdimiento de la recién levantada con jaqueca, Rose Byrne despeja la pista para el lucimiento de una Sarandon deslumbrante, abocada a encontrar otras dianas para el excedente de amor de su personaje. Se palpa el sustrato autobiográfico en esta miniatura cuyas pocas notas falsas siempre encuentran su redención en un gesto de la actriz.

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