Remontar el Danubio una vez más
Una exposición muestra la obra de ocho fotógrafas que decidieron seguir los pasos de Inge Morath en su legendario viaje al Danubio
La huella de Inge Morath (Austria, 1923- EE UU, 2002) quedó para siempre asociada a los meandros de un río, el Danubio, cuando en 1958 inició un viaje, interrumpido varias veces por el Telón de Acero. Durante años la fotógrafa documentó el discurrir de la vida en su ribera; el antes y el después de un lugar inevitablemente alterado por la historia. Décadas más tarde, ocho fotógrafas rinden homenaje a la que fuera la primera mujer en ingresar en la agencia de fotografía Magnum, y expanden su legado en una exposición: Tras los pasos de Inge Morath. Miradas sobre el Danubio, que pone de manifiesto el papel de la mujer en la fotografía documental.
La muestra que se exhibe en el Espacio Fundación Telefónica hasta el próximo 2 de octubre, está enmarcada dentro del programa de PHotoEspaña 2016, y es el resultado de un proyecto llevado a cabo por estas ocho artistas, procedentes de distintos lugares del mundo, galardonadas con el premio Inge Morath. Reúne 60 obras de Morath, expuestas alrededor de más de 100 pertenecientes a las autoras contemporáneas y un documental.
Dispuestas a seguir las huellas de su antecesora con sus cámaras, las fotógrafas emprendieron viaje en una caravana. Transcurría el verano de 2014. Partieron de la Selva Negra y llegaron hasta la desembocadura del río, en el mar Negro. Algunas llevaban a sus hijas con ellas. La caravana se utilizaba también como galería de la obra de Morath. Servía de memoria; devolviendo la obra de la fotógrafa austriaca a las comunidades donde fue creada. “Se trata más de un proyecto que de una exposición”, señala María Bayer, asistente de proyecto. “Habla de nuevas forma de trabajar, de cómo se diluye la autoría, tan propia de la obra de arte, de cómo el trabajo en equipo y en red multiplica nuestras capacidades individuales. Habla también de conciliar la pasión, casi incondicional del oficio de la fotografía, con la maternidad. Y de cómo las nuevas tecnologías están posibilitando nuevos formatos de proyectos y nuevas formas de trabajar. Pero sobre todo habla de cómo la fotografía y el arte tiene un poder insólito para generar el cambio social”.
El proyecto sirvió no solo para establecer un diálogo entre las autoras y historia a través de la obra de Morath, sino también como conversación visual entre ellas, mientras exploraban y desarrollaban sus vivencias a lo largo de uno de los ríos más simbólicos de Europa. “Lo que hace de esta exposición algo tan especial es su contexto histórico. Este nos hace establecer un diálogo entre el pasado y el futuro de uno de los símbolos por antonomasia de la identidad europea”, dice Celina Lunsford, comisaria de la exposición.
“Un río no es solo un caudal de agua, un río tiene en sus riberas una historia escrita por generaciones de personas que han plasmado sus historias en ellas” escribía Morath antes de iniciar el viaje. Con la misma ansiedad e incertidumbre que iniciaba la artista su ruta, lo hicieron Olivia Arthur, la española Lurdes R. Basolí, Katrryn Cook, Jessica Dimmock, Claudia Guadarrama, Claire Martin, Emily Schiffer y Ami Vitale, dispuestas a que el río dejara su impronta tanto en su obra como en sus vidas. Y así ocurrió, en cada una de ella de forma distinta.
Emily Schiffer llevó a su hija con ella. Trabajaba con una Hasselblad, siempre en blanco y negro Había decidido no priorizar el trabajo sobre la maternidad y viceversa. En ocasiones resultaba difícil conseguir un buen enfoque con su hija en brazos. Así, decidió probar con su teléfono móvil: “Descubrí el color. Me hizo ser más espontánea y libre con la cámara”, confiesa la fotógrafa.
“Resulta muy inspirador ver las distintas formas de trabajar y de mirar que hemos conseguido. Pero sobre todo cómo el río cambio nuestra manera de ver las cosas. El río fue una metáfora de que en el fluir, en el movimiento y el caos está la poesía de la vida”, añade Amy Vitale.
“¿Cómo voy a fotografiar este río? ¿De cuántas maneras se puede se puede fotografiar el agua?”, se preguntaba Inge Morath, en el inicio de su periplo. De tantas como vidas transcurren en los márgenes de su lecho, nos confirma la exposición.
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