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Arcángel busca la quietud de la fuente

El cantaor arranca en Jaén una gira íntima con el disco ‘Tablao’

El cantaor Arcángel, el pasado 3 de mayo en el Teatro Real, en Madrid.
El cantaor Arcángel, el pasado 3 de mayo en el Teatro Real, en Madrid.BERNARDO PÉREZ

Arcángel se presenta con una barba más larga de lo que acostumbra, con un toque quijotesco acentuado por su barbilla afilada y su mirada inquieta. Esa mirada es la que quiere acercar a sus seguidores en la gira que arrancó el jueves, 19 de mayo, en el patio del Palacio del Condestable de Jaén, y que lo llevará por bellos rincones donde el flamenco se baja del altar. "La génesis del flamenco, qué duda cabe, es ir a lo íntimo y no a lo grandilocuente. Pero ambos espacios pueden convivir, uno no anula a otro. Soy poco proclive a pensar que un género musical tiene más transmisión que otra, y los que lo hacen grande y bello son los que lo interpretan", cuenta el cantaor (Huelva, 1977).

En este viaje, Arcángel pasará por espacios como el Patio de Cajasol de Sevilla o la profunda belleza del Carmen de los Mártires de Granada, para acabar en el escenario del Teatro Real de Madrid con un selecto grupo de público arropándolo en las tablas y la platea vacía, el mismo espíritu con el que grabó Tablao. "El tablao es la cercanía con la gente —que te hace enfrentarte a unas dificultades propias como es romper con el difícil muro de la intimidad—, decir algo en vivo es más difícil que por teléfono o por Internet. Pero tener los músicos tan cerca y tener que ir adaptándote a las condiciones es algo que no te da un gran auditorio", explica el artista.

Los ojos llenos de vida del cantaor miran como si hablara desde las entrañas del flamenco. Su carrera es la de un hombre que ha hecho del dominio de su voz un arma para traspasar el alma. "He intentado conformar una gira en la que la gente pueda revivir lo que viví grabando en los tablaos el disco y que fueran sitios que no tuvieran nada que ver con la organización de los espectáculos de cante flamenco. Son lugares bonitos que añaden valor al propio concierto", dice Arcángel, que aquí ha querido reconstruir la historia de la gloria de los tablaos a partir de una selección en la que nada se ha dejado al azar. Se oyen tangos extremeños, bulerías de Jerez, Morón y Lebrija, zambras en honor a Caracol y su paso por Los Canasteros, sevillanas y fandangos alosneros en honor a Paco Toronjo… "El repertorio es, por un lado, la visión del tablao de un cantaor, su rítmica, su alegría y su vertiginosidad. Y por otro, quise hacer pequeños homenajes a las cosas de las que se ha nutrido el tablao".

Todo ello, con la intención de dignificar un concepto de tablao que hoy casi hemos olvidado, lejos de la idea de un espacio destinado al turismo. "Hice este disco porque creo que el tablao es un sitio del que el mundo del flamenco se ha alejado, porque en el cambio de modelo de negocio el flamenco no se ha visto identificado en él, aunque en los sesenta y setenta todas las grandes figuras pasaban por ellos. Los tablaos quedaron huérfanos de ellas. Así, empiezan a dar cabida a artistas que están en formación o comenzando su carrera. Al tablao le nace un estigma, y se enfocan sus espectáculos hacia gente extranjera. Me parecía de justicia devolverle el significado que ha tenido para el arte flamenco", defiende. Aquí buscará la mirada directa, la reacción de la gente al vibrar de su garganta y el calor humano a escasos metros, ese valor de la música que dice que a veces se nos olvida y que es el de establecer un diálogo. "No estaría mal que el mundo del arte se acercara a la intimidad. Entiendo que sin mecenazgo es complicado, pero quizá la cosa no está en hacer un gran concierto un día, sino en estar tantos días".

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