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La dura lucha contra el destino

Gonzalo Caballero cae herido grave; Morenito corta una oreja y El Capea protagonizó una actuación lamentable

Antonio Lorca
El diestro Gonzalo Caballero, cogido por su primer toro.
El diestro Gonzalo Caballero, cogido por su primer toro.Juan Carlos Toro

Durante la lidia del tercer toro se produjo una secuencia dramática, de esas que ponen el corazón en un puño y nos reconcilian con la grandeza del ser humano. Andaba Gonzalo Caballero intentando sacar agua de un pozo sin fondo, un animal violento, que embestía a oleadas y con la cara por las nubes. A sabiendas de la enorme dificultad, el torero hizo acopio de valentía y afrontó la papeleta con encomiable gallardía. Pero en la tercera tanda, con la muleta en la izquierda, después de aguantar tarascadas y gañafones, el toro se lo echó materialmente a los lomos no sin antes clavarle un pitón en la pierna izquierda. La herida comenzó a sangrar rápidamente y, en cuestión de segundos, quedó manchada la media y la zapatilla. Era evidente, pues, que la cornada había sido grave. El torero decidió quedarse en el ruedo, pero en un descuido fue izado por dos compañeros con intención de trasladarlo a la enfermería entre los evidentes gestos de contrariedad de Caballero, que se negaba a abandonar el ruedo mientras no matara al toro. Se zafó, finalmente, de las asistencias, que optaron por colocarle un torniquete. Con el dolor dibujado en la cara, el torero mató a su oponente con dificultades, y solo entonces se dirigió por su propio pie a la enfermería después de recoger una sentida ovación de un público sobrecogido.

El Ventorrillo / El Capea, Morenito, Caballero

Toros de El Ventorrillo, correctamente presentados, muy mansos y descastados; destacó el quinto por su nobleza.

Pedro Gutiérrez, El Capea: estocada baja y tres descabellos (bronca); pinchazo, estocada atravesada, un descabello —aviso— tres descabellos —segundo aviso— y cinco descabellos (bronca); estocada atravesada, estocada —aviso— (bronca).

Morenito de Aranda: pinchazo, media baja —aviso— (palmas); media estocada (oreja).

Gonzalo Caballero: dos pinchazos, estocada perpendicular y cinco descabellos (gran ovación). Sufrió una herida en el muslo izquierdo con dos trayectorias; una, de 20 centímetros que produce destrozos en músculos vasto interno, crural y vasto externo, y otra, de 15 centímetros, que alcanza el fémur. Grave.

Plaza de Las Ventas, 12 de mayo. 7ª corrida de feria. Más de media entrada.

Gonzalo Caballero tomó la alternativa en la pasada Feria de Otoño y llegó a San Isidro con la agenda vacía. Y llegó convencido de que tenía que cambiar su destino. En su camino, no obstante, se cruzó un marrajo que no le facilitó el triunfo, y, encima, le destrozó una pierna. Tenía que demostrar, al menos, que no era el perdedor de la dura batalla; quizá, por eso, hizo de tripas corazón y dio toda una lección de torero heroico. Nadie sabe si su destino cambiará, pero está claro que este joven torero lo merece.

Esa fue la cruz de una tarde gris y amenazante de lluvia, protagonizada por los muy mansos, descastados y deslucidos toros de El Ventorrillo, que tuvieron un lamentabilísima actuación en los caballos, derrocharon mal estilo, y destacaron como grandes expertos en gañafones y derrotes. Solo el quinto, tan manso como los demás, acudió con nobleza a la muleta, con fijeza y humillación, y propició una faena sobresaliente de Morenito de Aranda, que paseó una oreja. Fue la suya una labor presidida por el buen gusto, la elegancia y la gracia, y destacó con pases por ambas manos, especialmente en una tanda de naturales y algunos de pecho, profundos de verdad. Fue una faena bonita ante un toro noble que embestía con dulzura y escasa codicia; fue una faena de ‘bien’ más que de ‘olés’ de un torero al que le faltó, quizá, romperse para arrebatar a la plaza y cortar las dos orejas. No pudo ser; quizá, fue esta la mejor versión de Morenito, que justificaría su posición. Quedó, no obstante, la impresión de que algo faltó en ese encuentro con el noble toro. Nada pudo hacer ante el deslucido segundo que, inexplicablemente, brindó al público. Lo había recibido de rodillas en los medios con una larga cambiada, y ya en las verónicas posteriores demostró su mala clase.

Si es verdad que hay justicia, El Capea no debería volver más a esta plaza. Su actuación de ayer fue muy deficiente, impropia de quien se viste de torero y sueña con el triunfo. No se le ve con el valor necesario, ni con el ánimo suficiente. Parece un hombre indolente y un señor vestido de torero sin compostura, sin figura, sin andares y sin pundonor.

Tres broncas son muchas para un torero joven, pero es que no supo ni estar mal. Sin ideas y siempre con el paso atrás se mostró ante deslucido primero; brindó el cuarto y demostró que no tiene ni pizca de repajolera gracia, y machacó en el caballo al que mató por ausencia de caballero.

La corrida de hoy

Viernes, 13 de mayo.

Octava corrida de abono.

Toros de Núñez del Cuvillo, para Sebastián Castella, Alejandro Talavante y Andrés Roca Rey.

Siempre la misma pregunta: ¿Por qué anuncian a El Capea en San Isidro?

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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