“Estamos prescindiendo del magisterio del pasado”
El director de la Casa del Lector publica 'Todo se arregla caminando', una obra en la que mezcla ensayo, poesía y narrativa
El consejo que recibió de su padre cuando era un niño sigue vivo. "Todo se arregla caminando", le dijo. Fue, junto al de mar de A Coruña, caminando hasta el faro de la Torre de Hércules, cuando a ese niño se le comunicó que su bisabuela, la mujer que se ocupaba de él, había fallecido. César Antonio Molina (A Coruña, 1952) se ha guiado por esa recomendación paterna e, incluso, en su honor, ha elegido la frase para titular el sexto volumen de las Memorias de ficción de este escritor y poeta, exministro de Cultura y actual director de la Casa del Lector de Madrid. "Desde entonces, caminar ha sido mi mejor manera de pensar, de soñar, de reflexionar. Y, además, en mi vida, he elegido siempre los caminos más difíciles que para mí han sido los mejores".
Ha caminado por calles y ciudades, museos, bosques, películas y canciones. Ha pisado la nieve para contar desde Suiza la amarga historia de Robert Walser, el patrón de los caminantes escritores; ha admirado esa pétrea palmera, en medio de un páramo de tierras desnudas, en la ermita de San Baudelio, (Soria); ha caminado por la calle Montesquinza de Madrid, solitaria y bella, y ha descubierto, maravillado, el vuelo del Discovery sobre el cielo de la ciudad de Washington. Y así, caminando que no paseando, Molina ha ido tejiendo Todo se arregla caminando (Destino), una obra mezcla de poesía, ensayo, narrativa y viajes, en la que da voz a voces que hoy muy pocos escuchan y con la que, también, ha salido al encuentro de las huellas de su propia existencia.
Tiene César Antonio Molina un afán especial por mirar el pasado. "Ahí están todas las respuestas del presente. El Quijote nos muestra qué país somos, cómo somos los españoles, la política, el amor, las virtudes y cómo tenemos que actuar. El problema es que hoy ya no se lee, no se utiliza la educación y la cultura. Con el saber y el conocimiento no se vuelven a cometer los mismos errores. El conocer el pasado nos ayuda a vivir mejor, a ser mejores, a evitar los conflictos y a que no puedan regresar los fantasmas". Pero no solo mirarlo, sino contarlo y así recuperar a filósofos, literatos y artistas que han sido referentes claves de nuestra identidad y nuestras raíces, y que, poco a poco, se les va marginando y olvidando. "Estamos prescindiendo de todo el magisterio de nuestro pasado. El ser humano, en el fondo, no ha cambiado tanto. Su técnica y circunstancias, sí, también las maneras de comunicarse, pero las preocupaciones son las mismas. Nacemos sin saber el motivo y morimos sin haberlo descubierto".
En esta ocasión el escritor reflexiona sentado. En su despacho de la Casa del Lector, Molina reconoce que esa búsqueda exterior de paisajes y lugares, todos elegidos por puro azar, es un viaje a su propio interior. "Nadie es capaz de huir de sí mismo, aunque tengamos la intención de ir a la búsqueda de otros lugares para olvidarnos de nosotros mismos. Siempre nos encontramos. Prefiero salir al peligro que quedarme en un sitio seguro. Compartir mi vida con aquello y aquellos que más me ayudan a comprender el motivo de mi existencia. Viajar también es conocer la tumba de Bella Cohen, la tercera y última mujer de Albert Cohen, enterrada junto a él en el cementerio de Carouge, en Ginebra, y meterme en su vida, o hablar con los personajes de las películas de Malick. El camino me ayuda a curar inquietudes y angustias, a aprender a convivir con los demás".
El que fuera ministro de Cultura con el Gobierno de Zapatero de 2007 a 2009, está más que escandalizado con la pérdida de influencia de la cultura y la debilidad de la educación en nuestro país. "Como dijo Paul Valéry, la cultura no es eterna, cada generación debe de contribuir a su engrandecimiento. Si hay algo que nos ayuda a vivir es la cultura. No entiendo ese afán permanente de destrucción de la cultura".
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