Todo es mentira
La inmersión de Toni Cantó en la política y el teatro desemboca en una obra sobre los (falsos) debates electorales
Fue un lunes 24 de mayo de 1993. A Felipe González solo le caneaban las sienes y Aznar aún no se había sumergido en los beneficios del culturismo abdominal. Era el primer debate electoral de la historia en España, en Antena 3. Una semana después hubo otro: tuvieron 10 millones de espectadores.
2008, 25 de febrero y 3 de marzo. A los lados de la mesa, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy: 90 minutos por cada uno, 50 condiciones y 13 y 12 millones de espectadores. Rajoy repitió en 2011 frente a Alfredo Pérez Rubalcaba un 7 de noviembre, los vieron 12 millones de espectadores. El pasado 14 de diciembre, Pedro Sánchez acusaba a Rajoy de no ser decente y el presidente pronuncia aquellos tres adjetivos: mezquino, ruiz (que en realidad era ruin) y miserable.
Seis debates en 12 elecciones generales. Y todo en ellos era mentira, o al menos, no era del todo verdad, que viene a ser lo mismo. Eso es lo que defiende Debate, la primera dramaturgia de Toni Cantó (y segunda dirección) que se estrena el próximo 3 de mayo en Teatros del Canal. Muy resumido: “Es el retrato de la negociación de uno de estos encuentros en televisión”.
Modelo: lo fue. Actor: de teatro, cine y televisión. Político: también. Polémico: de vez en cuando. Cantó (Valencia, 1965) ha sido todo lo que ha querido ser, y lo sigue siendo, a la vez. No parece desatinado que la primera vez que se sienta a escribir un guion sea una metáfora sobre la política española, un falso espacio libre donde todo está mucho más hablado de lo que parece. “En la legislatura anterior (diputado del Congreso por UPyD) he podido ver cómo pactaban, cómo se repartían la justicia… una reforma exprés de la Constitución, la forma de no llegar a una ley de transparencia que sea realmente útil, no acabar con los indultos”. Asegura, con voz grave, que en las cuestiones esenciales no hay discusión, “todo está pactado”.
La siguiente pregunta es casi obligada: ¿Qué es lo que ve y lo que no ve el ciudadano, entonces? Y la respuesta parece obvia, que solo se ve la “punta del iceberg”. Presuntas discusiones que no son tales, formatos aparentemente libres encorsetados por letras pequeñas firmadas un par de semanas antes… “El último cara a cara, el de Sánchez y Rajoy, fue más a lo bronco que al contenido para visualizar un desacuerdo que no lo era tanto”. Según el director, como consecuencia llega ahora la responsabilidad, la de no haber podido formar gobierno: “Aquello fue tan profundo que son heridas que no han cicatrizado”.
Quizás ahora que se acerca lo que parece otra larga campaña electoral haya sitio para un debate de verdad. Al otro lado del teléfono, no queda muy claro si Cantó ríe incrédulo o se ha quedado pensando: “Lo que sí es cierto es que nunca más serán solo con los dos grandes partidos. Esa realidad política ya no existe en ese país”. Añade que los debates con múltiples sillas se devalúan cuando el presidente del Gobierno no quiere comparecer. “Pero la próxima vez, el coste de no acudir no sería fácilmente asumible. En otros países, impensable”.
La obra presenta precisamente esa crítica a lo “impensable” en otras latitudes. Protagonizada por Pepe Ocio, Marta Flich y Philiph Rogers, Debate muestra las tuberías —casi nunca desatascadas— que Cantó ha podido atisbar desde su escaño, a partir de 2016 en Ciudadanos, y que ha terminado de escrudiñar con entrevistas a los periodistas, los políticos y los realizadores de televisión que han formado parte de este espectáculo televisivo en las últimas décadas.
Comedia sí, trágica por momentos, también. Pero con la conciencia de Cantó detrás: “De que la gente es cada vez más consciente de que los dos grandes partidos vivos han querido mantener el control de todo, un poder que nunca ha ilusionado realmente a nadie y que nadie ha adquirido. Solo lo ha perdido el anterior”.
Debate son dos tahúres no fácilmente reconocibles en cuanto a bandos, capaces de apuñalarse, de trampear, de mentir y de acordar lo necesario para mantenerse a flote. Lo demás está demás, y no parece estar tan lejos de la realidad.
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