Dos actrices y el veneno del teatro
Irene Escolar y Carlota Ferrer hablan sobre su profesión en un nuevo coloquio de ‘El puente de La Abadía’
Irene Gutiérrez Caba dependía de su mantón de Manila. Cuando una de sus funciones no recaudaba lo esperado, lo empeñaba. Entonces la familia sabía que tenía un año de plazo para triunfar con otra obra y recuperar esa preciada pieza. Nunca lo perdieron. El mantón reposa ahora en una vitrina en casa de la familia. Su nieta, Irene Escolar, recordó ayer en el Corral de Comedias de Alcalá de Henares la historia. Junto a Carlota Ferrer, protagonizó un nuevo encuentro de El puente de La Abadía,un ciclo de conversaciones de sobre la escena, organizado por EL PAÍS y el teatro madrileño. La charla estuvo moderada por la periodista Rocío García.
Una mamó esta profesión. Escolar es la sexta generación de una saga de la interpretación. Aseguró que sus primeras actuaciones consistieron en interpretar Romeo y Julieta en las escaleras de su casa junto a su abuela. La otra aún se pregunta cómo llegó hasta aquí. “Para mí fue una vocación intuitiva, aunque luego descubrí que había tenido un tío que de joven era titiritero. Puede que por ahí...”, bromeó.
Ferrer es escenógrafa, coreógrafa, directora, actriz y bailarina. “En la faceta de directora existe la expresión de un universo que es tuyo, como actor estás a las órdenes y la potestad creativa no es tan amplia”. Ambas coincidieron hace 10 años en el Teatro de la Abadía. En esa primera vez, Escolar tuvo que masturbarse para una escena. Un inicio impactante. “Es importante la gente de la que te rodeas en los inicios, ellos marcarán en buena parte tu camino”, aseguró la actriz.
Lorca tuvo su momento de protagonismo. Escolar acaba de protagonizar El público, un texto del autor. “Es pura vibración sensorial y emocional. Es una lástima que tenga tan poco tiempo de creación”. Y añadió en un susurro: “Es mágico...”. En el turno de preguntas, un asistente inquirió precisamente a Escolar sobre esta pieza teatral: “Me vas a perdonar, pero no entendí nada de la obra”. Una sorprendida Escolar y su compañera le explicaron la crisis de identidad que narra la obra.
El veneno del teatro corre los las venas de estas dos interpretes. “Estamos inoculados. Es todo muy endogámico, tu vida es el teatro, hablas de él, lees sobre él...”, afirmó Ferrer. La actriz y directora puso el acento en la exigencia constante de su profesión: “Da igual lo que hayas hecho, siempre tienes que estar demostrando. Hay que tener una gran resistencia para permanecer en esa cuerda floja”.
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