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EL DEBATE

El indiscreto Gay Talese

¿Tiene sentido aplicar el rasero de la corrección política y la igualdad entre géneros a las influencias literarias del viejo periodista?

Andrea Aguilar
Gay Talese en su estudio de Nueva York con los archivadores de su trabajo sobre vouyerismo.
Gay Talese en su estudio de Nueva York con los archivadores de su trabajo sobre vouyerismo.Sarah Shatz

Ante un auditorio con cerca de 550 personas tras una charla de más de una hora sobre periodismo y escritura en la Universidad de Boston, llegó el turno de preguntas o la hora del juicio sexista sobre el legendario Gay Talese, el hombre que regentó un club de swingers como trabajo de campo para un libro y que escribió el mítico perfil Frank Sinatra tiene un catarro. Una poeta de Vermont le preguntó al dandi de 84 años, uno de los padres del nuevo periodismo —que comparte además una vistosa afición al buen vestir y a la polémica con su colega Tom Wolfe—, qué mujeres escritoras además de su amiga Nora Ephron le habían inspirado más. Mary McCarthy, la autora de El grupo, fue el primer nombre que le vino a la cabeza, después Talese guardó silencio y dijo que de su generación ninguna periodista le había inspirado. Aunque probablemente “esto hoy no se aplique”, explicó, pero cuando él tenía 30 años las mujeres de su generación, escritoras cultas y bien educadas, no se metían en el tipo de historias que a él le interesaban.

Las lecturas de formación, como la educación sentimental, son una cuestión personal. Tampoco es esta la primera vez que Talese se ve envuelto en una polémica de machismo.

Talese se remontó a George Eliot y su novela Middlemarch. Desde el público alguien gritó el nombre de Joan Didion, Talese agradeció el recordatorio, alabó la prosa de la californiana, pero se mantuvo en sus trece: la autora de El año del pensamiento mágico, dijo, “no trata con personas antisociales”. Martha Gellhorn, Lillian Ross, Dorothy Parker, Susan Orlean podrían haber entrado en la lista. Pero ¿tiene sentido aplicar el rasero de la corrección política y la igualdad entre géneros a las influencias literarias de Talese? Su sinceridad provocó una tormenta en las redes que ha continuado con artículos, incluido uno de la defensora del lector de The New York Times en el que se analizaba la pertinencia de una nota en la que el viejo periodista daba su versión y cargaba contra otra de las ponentes de Boston.

Las lecturas de formación, como la educación sentimental, son una cuestión personal. Tampoco es esta la primera vez que Talese se ve envuelto en una polémica de machismo. Ahí está aquel viaje en taxi en 1964 con Saul Bellow y Gloria Steinem en el que, obviando la presencia de la joven feminista, le dijo al autor de Auggie March: “¿Sabes cómo cada año llega a Nueva York una chica mona que pretende ser una escritora? Bueno, pues Gloria es la chica mona de este año”. Otra cuestión sería preguntarse acerca de las implicaciones éticas del último trabajo de Talese, el extracto de su próximo libro publicado esta semana en The New Yorker.

El autor de La mujer de tu prójimo, el minucioso estudio sobre la sexualidad en Estados Unidos desde los años cuarenta hasta los setenta, lleva casi medio siglo en contacto con el propietario de un motel que espiaba a sus huéspedes y tomaba notas de lo que ocurría en las habitaciones. Él pensaba que se trataba de un trabajo antropológico, un estudio de la sexualidad a la altura del de Masters & Johnson. Talese no lo tenía tan claro, pero sí sabía que nunca publicaría la historia sin que pareciera el nombre real del voyeur, Gerald Foos. Y como tantas otras veces, Talese se sentó a esperar. Ni siquiera la noticia de que desde su escondite Foos había visto el asesinato de una joven a manos de su novio, un traficante de poca monta, alteró la impertérrita espera. Ahora que los supuestos delitos del mirón han prescrito, y que el motel hace tiempo que cerró, Talese se anima a contar, ¿sin trampa?

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Sobre la firma

Andrea Aguilar
Es periodista cultural. Licenciada en Historia y Políticas por la Universidad de Kent, fue becada por el Graduate School of Journalism de la Universidad de Columbia en Nueva York. Su trabajo, con un foco especial en el mundo literario, también ha aparecido en revistas como The Paris Review o The Reading Room Journal.

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