_
_
_
_
LA MUERTE DE MARY MCCARTHY

Una pluma cristalina con alma subversiva

La novelista y crítica literaria norteamericana Mary McCarthy, de 77 años, falleció el pasado miércoles en un hospital de Nueva York, a consecuencia de un cáncer. La autora de El grupo, considerada un símbolo de la izquierda americana, destacó afínales de los años treinta por sus escritos sobre literatura y teatro. Su desaparición supone la pérdida de una de las pensadoras y escritoras norteamericanas más comprometidas con su tiempo y con su sociedad.

Cuando, en 1963, se publicó El Grupo, una novela sobre la vida de ocho alumnas del elegante colegio norteamericano de Vassar en los años 30, su autora, Mary McCarthy, alcanzó de golpe la fama popular que Estados Unidos reserva a sus grandes literatos. Norman Mailer la llamó primera dama de las letras americanas y Hollywood acabó de consagrarla comprando los derechos del relato y haciendo con él una película de luces y lujo envuelta en la bruma blanquecina que se reserva a los filmes seudointelectuales de las historias de Scott Fitzgerald. Pero, detrás de la aventura de unas chicas de buena familia dedicadas entusiastamente a la persecución frívola y bastante tonta de los ideales sociales de moda, se escondía una de las plumas más ágiles y más divertidamente corrosivas de la literatura anglosajona del siglo XX.Hasta el último minuto estuvo empeñada en una actividad frenética que, en realidad, consistió siempre en intentar contar su vida desde mil ángulos diferentes. Su existencia fue un torbellino y su literatura no hizo más que reflejarlo con madurez juvenil, constantemente renovada. Se casé cuatro veces -con un actor, dos escritores y un diplomático- y tuvo, tal vez, innumerables amantes. Fue una mujer de su tiempo, profundamente comprometida con cuanto la rodeó.

Malos tiempos

Su infancia había sido dura y i dificil hasta que, con 11 años, su abuelo materno la rescató de una mísera existencia como huérfana en casa de una anciana tía en Minneapolis. Allá, las condiciones de vida que padecieron ella y sus hermanos fueron "de crueldad dickensiana".

Recordando aquellos tiempos escuálidos, decía que ni su éxito como escritora ni el de su y hermano (Kevin McCarthy) como actor justificaban unos métodos educativos que consisten en hacer que el talento "florezca necesariamente a base de castigar el tallo sobre el que crece". La educación católica que recibió y la rebelión que en su ánimo produjo, tuvieron como resultado una serie de libros, dos al menos específicamente autobiográficos (Memorias de una joven católica -Lumen, 1977- y Cómo crecí y varias novelas -El Oasis ,Una vida encantada, El hombre de la camisa de Brooks Brothen y la misma El Grupo-, en las que Mary McCarthy se retrata y retrata a quienes fueron sus amigos, sus amantes, sus enemigos, con precisión casi subversiva. Su obra es prácticamente fruto de una doble personalidad: soñadoramente romántica, brutalmente crítica y hasta chocante.

Sin embargo, fue una mujer de muchas más facetas que ésta de la acidez corrosiva de sus escritos. Empujada por su segundo marido, el crítico literario Edrnund Wilson, se había dedicado a la escritura en los 30. Pero fue con Philip Rahy, el editor de la revista Partisan Review, con quien empezó una larga relación con la crítica líteraria y teatral, y con el comentario político.

Como intelectual rigurosa y comprometida políticamente con su tiempo, estuvo siempre en la vanguardia de las causas de la América liberal: contra la guerra de Vietnam, implacablemente contra Richard Nixon en el escándalo de Watergate, en favor del radicalismo de la década de 1940 o de la libertad sexual diez años antes. Y como erudita, fue una divulgadora culta y refrescante de la historia del arte; sus Piedras de Florencia son una delicada muestra del impecable estilo con el que escribía.

Edmund Wilson la describió como "una especie de Stendhal femenino". Su falta de objetivi dad es comprensible. Para los franceses, siempre fue la "Simone de Beauvoir americana". Acaso, para los españoles, que la conocemos mucho peor, pueda ser una Katharine Hepburn de las letras.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_