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Dignidad hasta en la desesperación

Natalia de Molina logró el Goya a mejor actriz por 'Techo y comida', última entrega de la colección Goya 2016, que este domingo se vende con EL PAÍS

Natalia de Molina, en una imagen de la película.
Natalia de Molina, en una imagen de la película.

Desde 2008 y hasta principios de 2015 se ejecutaron en España 600.000 desahucios, según datos de Amnistía Internacional. Son cifras enromes, demasiado. Número que esconden nombres, historias, realidades, fracasos, impotencia y miedo. El director Juan Miguel del Castillo pone la lupa en uno de estos relatos de desesperación. Techo y comida es un justo retrato de la oscura época de crisis económica que ha atravesado y continúa viviendo el país. Cine social que reivindica sin excesos la voz de los acallados. Una espectacular Natalia de Molina interpreta al personaje protagonista, por el que ganó un Goya en la última edición de los premios de la Academia.

La película ofrece una versión realista, cruda, sin demagogias ni populismos, de la realidad por que la han atravesado muchos afectados por la crisis en España en los últimos años. Natalia de Molina es Rocío, una madre soltera con un hijo pequeño. Tras más de tres años en paro y ocho meses en el retraso del alquiler, a la protagonista se le acaban las salidas. No tiene ningún tipo de prestación ni apoyo económico, pero tampoco puede hacer pública esta situación porque se arriesga a perder la custodia del pequeño. La sombra del desahucio también se cierne sobre ella y su pequeño porque el propietario del piso la ha denunciado.

El tiempo corre en contra de Rocío. Especialmente dura es la escena en la que, en una visita médica, el doctor advierte a la madre de que el niño presenta unos niveles alimenticios bajos. Ella se ve obligada a fingir para ocultar la realidad: su hijo está comenzando a sufrir desnutrición. Por suerte, la selección española de fútbol no para de ganar. Un mísero consuelo que no consigue enmascarar el delicado equilibrio en el que se encuentra esta madre soltera que nunca pierde su dignidad.

Techo y comida, como muchas de los filmes incómodos, se financió en una parte gracias al crowdfunding. La propia actriz, reconocía en una entrevista con EL PAÍS tras ganar su segundo Goya que los académicos habían sido “muy valientes” con la nominación. La película se fija en el detalle para contar algo que, por desgracia, sucede en cualquier parte del mundo. Tal y como explicaba la intérprete en esa misma entrevista:“Es una situación global pero que se cuenta ubicada en Jerez, en Cádiz. Si la historia se concreta en una vivencia se hace más universal”. Una película comprometida, que denuncia un drama, el de los desahucios, que cualquiera puede vivir en su misma calle, en la puerta de al lado, o en la propia.

Techo y comida es la última entrega de la colección Goya 2016, con la que EL PAÍS ha llevado cada semana al quiosco las películas que más nominaciones acumularon en la última edición de los Premios Anuales de la Academia, por 9,95 euros. La colección incluye títulos como El Rey de la Habana, Camino a la escuela, Nadie quiere la noche, Requisitos para ser una persona normal, B y Truman, entre otros.

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