Sexo con el Maligno
Esa era una de las acusaciones más frecuentes en los sumarios por brujería de aquellos tiempos
Un delicioso grabado del pintor alemán Alberto Durero (1471-1528) en la exposición Las brujas de Bruegel muestra a una bruja cabalgando sobre el diablo en forma de macho cabrío, sentada al revés, el hirsuto cabello alborotado y un huso o vara en la mano que simboliza un falo erecto. Unas de las acusaciones más frecuentes que aparecen en los sumarios por brujería de aquellos tiempos era mantener un trato sexual con “el Maligno”, ya sea en forma humana o de chivo, o de macabras perversiones con cadáveres, generalmente de criminales recién ejecutados.
Así, junto a esta obra, en otro grabado de Johann Vintler, de finales del siglo XV, una mujer arranca el pene de un ahorcado que aún cuelga del patíbulo, y en el margen de una página del manuscrito Speculum doctrinale, escrito por Vincent van Beauvais a finales del siglo XIII y cedido por la Biblioteca de Brujas, una mujer intenta atrapar a un gato que corre con un pene humano entre los colmillos. Varios grabados y óleos de Hans Baldung Grien y Frans Francken II y otros artistas europeos representan a grupos de brujas desnudas, voluptuosas, algunas jóvenes, reunidas en aquelarre y esperando la aparición del diablo.
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