Los Stones aterrizan en La Habana
La expectación se desborda ante el ciclón que barrerá la deuda de la Revolución con el rock
"Me llaman Rocky”. Con su melena de cuatro años, una bandera pirata y en una oreja, colgada como pendiente, una llave que encontró tirada en una calle de La Habana Vieja, Rocky, 22 años, ha sido el primero en acampar donde los Rolling Stones tocan este viernes a partir de las 20.00 horas (1.00, hora española) por primera vez en la historia de Cuba. Será un concierto gratuito con el que la banda británica, que ya ha aterrizado en la capital cubana, cierra su gira Olé Tour 2016.
Rocky llegó el miércoles a las diez de la mañana, 60 horas antes del concierto, con pan, galletas y diez litros de agua. Quiere escuchar a Mick Jagger y a Keith Richards con el esternón pegado al escenario, rozándose contra el metal la camiseta de los Stones que por ahora guarda en su mochila para enfundársela antes de la hora de inicio, como la túnica sagrada de la eterna juventud.
“Lo único que no me gustaría es quedarme sordo, pero por la emoción de estar lo más cerca de ellos estoy dispuesto a perder un poco de oído”, dice.
El trono de Sus Satánicas Majestades ya ha sido dispuesto. Un macroescenario decorado con ribetes luminosos de colorido afrocubano, muy considerada señal de respeto a sus majestades orishas, los dioses yoruba de la Perla de las Antillas. Cuatro lenguas frontales de bocinas y ocho torres de repetición de 20 metros distribuidas por el pasto emitirán un ciclón de vatios tan descomunal que uno diría que si sopla el aire hacia el norte la voz de Jagger entrará directa por las ventanas de las casas de sus familiares de Miami.
I can’t get no satisfaction…
And I try and I try and I try...
“Los cubanos vamos a alucinar. No vas a tener que esperar que toquen el primer acorde para verlo. Sólo con los primeros fuegos la gente ya va a estar completamente loca, porque nunca en la vida se ha visto en este país un espectáculo visual como este”, adelantaba el cineasta Eduardo del Llano, viejo rockero habanero, el miércoles a las cuatro de la tarde en el Submarino Amarillo, un bar homenaje a los Beatles creado por el Ministerio de Cultura en el que se estaban tocando versiones de rock con la misma ilusión que si fuera medianoche de un sábado de los años sesenta.
Con él, estaba el guitarrista Dagoberto Pedraja, nacido en 1957, dos años antes del triunfo de la Revolución, y al que dos décadas después, cuando iba tarareando riffs con sus greñas por El Malecón le decían “marica, proyanqui y hasta un curioso término que se inventó aquí: diversionista ideológico”.
Para explicar por qué al joven Pedraja le decían esas cosas, recordemos un pasaje de un discurso de Fidel Castro en 1963: “Muchos de esos pepillos vagos, hijos de burgueses, andan por ahí con unos pantaloncitos demasiado estrechos; algunos de ellos con una guitarra en actitudes elvispreslianas, y han llevado su libertinaje a extremos de querer ir a sitios de concurrencia pública a organizar sus shows feminoides por la libre”.
Con el socialismo cubano en proceso de apertura, el temporal de los Stones viene a barrer las deudas de la Revolución con el rock y con la autonomía cultural de los jóvenes por los radicalismos obtusos de los años sesenta y setenta, que fueron remitiendo como una ola hasta el cambio de siglo sin desaparecer del todo.
“Cuando yo tenía 13 años”, cuenta Alexander Martínez, músico de 26, “un amigo me quemó mi primer Grandes Éxitos de los Rolling. En toda la isla no existía una tienda estatal donde pudieras comprar un disco original de ellos”. Martínez, que toca la guitarra con su brazo izquierdo amputado, dice que conserva aquel CD iniciático lleno de hongos. La ansiedad porque llegue el concierto lo mata. “Ellos vienen de atrás, pero son los que nos están abriendo la puerta al futuro”.
Dagoberto Pedraja dice que la música anglosajona le entró por el oído con las melodías de los “dibujos animados yanquis” que veía de niño; que la cultura “de ellos”, por más que se censurase, siempre estuvo ahí; y que, después de tanto tiempo, ver llegar a Cuba a los Stones "es como lo de aquel profesor que dijo a sus alumnos después de estar preso: “Y como decíamos ayer...”.
¡Mick Jagger me lo confirmó!
El miércoles el café Bertolt Brecht cerró una noche eufórica de homenajes a los Stones con La Gozadera, una canción de los reguetoneros Gente de Zona. La canción, un éxito latino global, se oye aquí por todos los lados y arranca voceando: ¡Miami me lo confirmó! "¡Es el nuevo himno de Cuba!", sentenció un joven habanero mientras la bailaba con un par de rones de más. El reguetón es lo más popular ahora en la isla. Por otro lado, en la música culta florecen la fusión y el jazz. Pero no se puede descartar que en Cuba, tan dada al sincretismo, el nuevo estribillo después de los Stones sea: ¡Mickjagger me lo confirmó!
Babelia
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