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EL HOMBRE QUE FUE JUEVES
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Lo que le pasó a Jardiel después de muerto

Marcos Ordóñez

Me encuentro con Ernesto Caballero, que anda preparando el estreno en La Abadía de Reina Juana, protagonizada por Concha Velasco y dirigida por Gerardo Vera. Como sabe que adoro a Jardiel me dice: “Tengo una noticia que quizás te guste: voy a montar Un marido de ida y vuelta la próxima temporada”. El espectáculo se llamará Un escritor de ida y vuelta. “Como Jardiel es para mí uno de sus mejores personajes”, me cuenta, “he decidido sacarle a escena. Estoy empezando a armar una dramaturgia con textos suyos, íntimos y poco conocidos, que den cuenta de su deslumbrante personalidad, con ese halo de dolor que hay tras todo gran comediógrafo”. Caballero quiere desplegar ese material en los entreactos de Un marido de ida y vuelta, cuyo título original era Lo que le pasó a Pepe después de muerto. Estrenada en el Poliorama de Barcelona en agosto de 1939, de donde pasó al Infanta Isabel en octubre con la gran compañía de Arturo Serrano, forma parte de su póker de ases, completado por Cuatro corazones con freno y marcha atrás, Las cinco advertencias de Satanás y Eloísa está debajo de un almendro. Dos años después de su estreno, Noel Coward estrenó Un espíritu burlón, cuyas semejanzas argumentales (y el éxito que obtuvo) sumieron a Jardiel en la amargura.

En la versión de Caballero, Jardiel, que acaba de morir, busca a su perro Bobby por el plano astral y aparece en el escenario del María Guerrero, donde se encuentra con la no menos espectral Eloísa de su más famosa comedia, frustrada porque su personaje jamás llegó a pisar la escena. Esa noche, en pleno siglo veintiuno, se va a reponer Un marido de ida y vuelta. Llegan los actores. Desesperados, porque los protagonistas se han largado a rodar una película. ¿Quiénes pueden reemplazarles? Adivinen. Y hasta aquí puedo leer. En los entreactos, pues, Jardiel charla con la compañía, con palabras propias y de Caballero, sobre el mundo del teatro, sobre el amor, la política y la vida: fragmentos de sus fantásticos prólogos, de piezas breves como El amor del perro y el gato, de sus cartas y sus aforismos.

“El proyecto”, me dice, “está todavía en fase embrionaria. Después de esta Semana Santa me pondré a formar un equipo del que de momento cuento con la colaboración escenográfica de Paco Azorín.”. Que yo sepa, Un marido de ida y vuelta no se ha representado nunca en el Centro Dramático Nacional. “Creo”, concluye Ernesto Caballero, “que podría ser una justa aunque algo tardía forma de restitución. Un espíritu burlón se llevó las mieles de la gloria y Coward está en los altares del teatro británico, mientras que el original que lo inspiró, y desde luego el propio Jardiel, aún esperan el reconocimiento de un país secularmente ingrato para con sus propios talentos”.

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