Triunfó la facilidad de Enrique Ponce
El torero valenciano corta dos orejas a una corrida de Núñez del Cuvillo de poca presencia
El toro que abrió la corrida, regordío, abrochadito de cuerna, flojeó una vez cumplido el trámite con el picador. Poco toro quedó a la postre. Un quite por chicuelinas de Ponce fue, al cabo, lo más lucido de esta lidia. Para la muleta fue un toro dócil, facilón, con el que Ponce jugó a placer. Sin molestar, al aire del animal, Ponce sacó de la chistera una faena todo corrección. Sin calado. Solo reaccionó el tendido en una serie final de tres derechazos de sesión continua. Nada más. Poco toro. Demasiada facilidad para el torero.
De la protesta casi al clamor. Un pequeño gran paso en la lidia del cuarto. Protestado de salida por su más que discreta presencia y vuelto a protestar en tres huidas del caballo nada más sentir el hierro. Un manso. Corretón y distraído en banderillas, apuntaba a ser toro de pocas opciones. Pero hay toros mansos que se vuelven bravos en la muleta. Misterios. No fue toro bravo en el último tercio, pero sí tuvo virtudes suficientes. El de Cuvillo, pues, rompió en el último tercio en muy buen toro. Y llegó Ponce. A gusto. Otra vez a placer, pero esta vez con más toro en juego delante. Faena bajo las órdenes del torero, que el toro obedeció sin rechistar. En lo fundamental y en lo accesorio, labor muy redonda. Completa. También larga. Incansable el de Cuvillo. El final se salió del guión conocido de Ponce: un molinete de rodillas y tres muletazos por alto rodilla en tierra. Antes de entrar a matar sonó el aviso y la estocada, desprendida, dejó listo a toro tan dispar.
El segundo casi no existió. Flojeó de salida; manseó con evidencia en varas, fue distraído y corretón en banderillas y llegó a duras penas a la muleta. Probaturas de Castella a un toro que perdió el equilibrio varias veces. Irrelevante todo.
Tampoco hubo mucho que rascar en el quinto. Otro manso en varas, que estuvo a punto de coger al banderillero José Borrero tras prender su segundo par y salir perseguido. Borrero saltó la barrera prácticamente empujado por el toro. Dos buenos pares colocó Borrero, que fue ovacionado. Dos cambiados por la espalda fueron el saludo de Castella en la muleta. Poca cosa sucedió después. Con escasa entrega el de Cuvillo, la faena fue más bien un forcejeo. Ni de cerca ni en la media distancia, Castella no consiguió sacar nada en claro. Y aquí te pillo aquí te mato: en el mismo platillo acabó con toro con tan poca gracia. Un detalle.
CUVILLO / PONCE, CASTELLA, MANZANARES
Toros de Núñez Del Cuvillo, de terciada presencia, justos de fuerzas, mansos en varas y desiguales de juego en la muleta; El mejor fue el tercero, muy completo.
Enrique Ponce: estocada trasera (oreja); _aviso_, casi entera desprendida (oreja).
Sebastián Castella: pinchazo y entera (silencio); pinchazo y media (saludos).
José María Manzanares: buena estocada (oreja); pinchazo hondo (palmas).
Plaza de Castellón. 4 de marzo. Cuarta de abono de la Feria de la Magdalena. Casi lleno.
Muy buen toro el tercero. Con kilos; también gordo. Pero no le pesaron las carnes y duró más que los dos primeros. Mucho más. El de Cuvillo descubrió su calidad en los lances de recibo de Manzanares. Bien toreado con la capa; elegancia y buen gusto. La faena tuvo dos partes. En la primera poco compromiso del matador; muletazos al aire del toro, todo como muy autosuficiente. Mejor la segunda parte. Y mejor aún con la muleta en la derecha. Por ese pitón ligó Manzanares. Templado. Por el lado izquierdo, los naturales salieron de uno en uno. Con pérdida de pasos. Aunque también con el toro muy llevado en los vuelos. Todo dentro de una gran facilidad. Y una buena estocada, de perfil largo pero muy certero para enterrar el acero en su sitio. Excelente toro, ovacionado cuando se lo llevaron las mulillas.
El sexto fue un torillo que no ofreció nada. Se puso terco Manzanares, esforzado, y acabó pesando una faena sin relieve alguno.
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