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La mirada irónica del joven Masats

La galería Blanca Berlín muestra la obra primeriza del gran fotógrafo catalán, que retrató la España de los cincuenta

Manuel Morales
'El Rocío' (1959), fotografía inédita positivada por el autor que se expone en la galería Blanca Berlín.
'El Rocío' (1959), fotografía inédita positivada por el autor que se expone en la galería Blanca Berlín.RAMÓN MASATS

Cuando aún era un veinteañero aficionado a la fotografía y, poco después, en sus inicios como profesional, el catalán Ramón Masats (Caldes de Montbui, Barcelona, 1931) recorrió, en los años cincuenta, Cataluña, Madrid, Andalucía, Castilla, Pamplona… retratando lo que le "interesaba y llamaba la atención", así de sencillo. Una selección de unas 40 imágenes, buena parte inéditas, de aquellos tiempos de una España de miseria, curas y mujeres enlutadas, puede contemplarse hasta el 9 de abril en la galería Blanca Berlín, de Madrid.

"Yo tenía claro que quería ser fotógrafo", dice Masats, aunque el espaldarazo lo recibió cuando enseñó sus fotos de los Sanfermines a sus colegas y amigos de la denominada Escuela de Barcelona, como Ricard Terré, Xavier Miserachs y Oriol Maspons. Fue este quien más le animó a irse a Madrid para mostrar su trabajo al director de la revista Gaceta ilustrada, que le empezó a hacer encargos. Y hasta hoy en la capital. "Ya no sé si soy más catalán o madrileño". De él ya decían entonces que era moderno para la época, una opinión que corrobora la galerista Blanca Berlín: "Su trabajo tenía madurez incluso cuando aún no era profesional. Ramón era un transgresor en la España de la fotografía academicista". Hay pruebas de ello en esas imágenes compuestas con un motivo en primer plano —ya sea una mujer vestida de negro o un carro cargado de panes— y de fondo una escena compuesta por varias personas que hacen cosas distintas.

Premio Nacional de Fotografía en 2004, hoy retirado, Masats no da discursos técnicos sobre sus fotos. Su estilo no es otro que el buen ojo para captar momentos extraordinarios: "Solo quería enseñar lo que me encontraba, lo que veía de aquel país que era una mierda", añade en línea con su fama de hombre nada nostálgico del pasado. Blanca Berlín apunta que su obra "no se encuadra en ninguna corriente, es un autor personal en el que se aprecia la influencia de Cartier-Bresson por lo certero que era en sus disparos. Ves sus imágenes y piensas que podrían estar hechas hoy".

"No preparaba mis fotos", continua él, "eran espontáneas". Fotógrafo y galerista hicieron la selección de las piezas expuestas, entre las que destacan las del éxtasis de los devotos de El Rocío, las fiestas populares, los sanfermines, composiciones geométricas y sorprendentes bodegones, como el compuesto por un jamón colgado de un techo que apunta a un florero sobre una mesa.

Uno de los atractivos de la exposición es poder ver piezas vintage, que positivó el propio fotógrafo ("Hacía las copias por las noches en una habitación") y no se habían mostrado con anterioridad. Pero si hay una cualidad que comparten la mayoría de las fotos elegidas "es su ironía". "Me  planteaba hacer mis trabajos con ese sentido", añade. Así, no puede uno evitar sonreír cuando ve a ese niño repeinado con chaqueta, corbata y gafas de sol que sostiene un paraguas en el mercado barcelonés de San Antonio (1955), o a esos monjes en Guadix (Granada) que caminan en fila india entre árboles, todos con una pala en la mano; o el hombre que carga una corona de flores tan enorme que solo deja ver sus piernas.

Hoy con obra en el Museo Reina Sofía y en la Academia de Bellas Artes, Masats no era consciente entonces del carácter documental de su fotografía. "No pensábamos que estábamos retratando una época", afirma de sus compañeros de profesión. "Eso vino después", dice este autodidacta que se formó hojeando revistas de fotografía durante el servicio militar, una afición por la que decidió sisar dinero a su padre para comprarse su primera cámara. Autor de libros icónicos de la fotografía española, como Neutral corner (sobre boxeo, con textos de Ignacio Aldecoa, 1962), Los Sanfermines (1963), Viejas historias de Castilla la Vieja (de 1964, con textos de Miguel Delibes); o Toro (1998, con el crítico taurino Joaquín Vidal), "su obra es un ejemplo para los jóvenes fotógrafos de cómo aprender a mirar", sostiene Blanca Berlín. "En una época en la que no existían las cámaras digitales, él quitaba los elementos que le sobraban de la foto con su mirada concisa y certera".

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Sobre la firma

Manuel Morales
Periodista de la sección de Cultura, está especializado en información sobre fotografía, historia y lengua española. Antes trabajó en la cadena SER, Efe y el gabinete de prensa del CSIC. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y máster de Periodismo de EL PAÍS, en el que fue profesor entre 2007 y 2014.

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