Wagner cuando no era Wagner
El Teatro Real estrena ‘La prohibición de amar’, ópera desconocida de la juventud del creador
Como si a los 21 años hubiese quedado momentáneamente poseído por un monstruito que tiraba de él hacia el sur, Richard Wagner, se dejó llevar por lo que él consideró con el tiempo “un pecado de juventud”. Se trata de una debilidad a la que dio nombre: La prohibición de amar. Y en ella se mezclaban influencias francesas, belcantismo a medias entre Bellini y Rossini, además de una herencia germana que le siguió acompañando, como la de Carl Maria von Weber.
Entre Ivor Bolton, director musical del Real y el danés Kasper Holten, encargado de la escena, han tenido que pulir más o menos una hora y media de lo escrito –diálogos incluidos- para conseguir un espectáculo que no supere las tres horas. “Si no hubiese sido imposible representarla”, añade Joan Matabosch, director artístico del Real.
Fue una ópera accidentada, que Wagner, quizás arrepentido de ella después de haber tomado su propio camino, nunca culminó con una versión final y definitiva. “Las repeticiones de los temas, la harían escénicamente inviable”, comenta Holten. Sin embargo, el director de escena ha aprovechado sus temas principales para situarla en un escenario de reminiscencias candentes, como es el enfrentamiento entre el norte y el sur de Europa. “Se trata de una adaptación de Medida a medida, la obra de Shakespeare, que hábilmente, Wagner traslada de Viena a Palermo para criticar a fondo el puritanismo alemán que trata de imponer sus estilos de vida al sur de Europa”.
No deja de tener gracia que quien se convirtió después en el tótem de la identidad cultural germánica se dejara seducir por los estilos de vida meridionales. Y que para ello, utilizara un sonido mestizo, mas devoto del Mediterráneo que del Rin. “Esta obra queda completamente alejada del canon posterior que él mismo impulsó en el festival de Byreuth –dedicado a sus óperas-, pero lo principal es que se trata también de una gran obra ante la que apenas nada pudo hacer por los imprevistos que se le presentaron”. Y estos incluyen un desastroso estreno con cantantes que apenas se sabían el papel y otras representaciones con peleas a mandobles entre sus divos.
Todo previsto pues para que nada se tuerza a partir del próximo viernes, cuando esta pieza extraña, casi desheredada por su autor para la posteridad, sea estrenada en Madrid y permanezca en cartel hasta el 5 de marzo con Christopher Maltman, Leigh Melrose, Manuela Uhl o Sonia Gornik en sus papeles principales.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.