La familia, ese lugar sin veda
La argentina Heidi Steinhardt escribe y dirige 'El sepelio', una fotografía del núcleo familiar
¿Quién no ha pasado de la risa a la ira más incontenible con un hermano? ¿Cuántos no han sentido ganas de arrancar los cimientos de la casa con un portazo en plena adolescencia? ¿Hay alguien que no haya suspirado de agotamiento durante el sermón paterno de rigor? Las relaciones familiares son complicadas, siempre, en algún momento. “Vínculos a veces fallidos, a veces agrietados. Ácidos e inherentes a la propia familia”, comenta Heidi Steinhardt (Buenos Aires, 1977), dramaturga y directora de El Sepelio, una obra escrita en 20 días hace ya ocho años y con origen en el anecdotario familiar.
'El sepelio'
Dramaturgia y dirección: Heidi Steinhardt.
Intérpretes: Inma Ochoa, Bosco Fernández, Fonsi Liébana y Victor Duque.
Zulema, madre intrincada, invita a desayunar un domingo a sus tres hijos con la intención de organizar su propio funeral después de acabar horrorizada con lo que los hijos de su amiga Peteca, que acaba de fallecer, habían hecho antes de enterrarla. Sin embargo, detrás de ese objetivo, hay algo más que se convertirá en la columna vertebral de la pieza, estrenada en 2010 en Argentina y aterrizada en España como punto de partida de la directora: “Ese verdadero motivo es lo que realmente me interesa; trabajo mucho los vínculos familiares, a veces no de forma directa, pero mis textos están atravesados por esos lazos primitivos”. Cree que escribir sobre estos temas está orientado a encontrar alguna respuesta, “y no tenerla es también parte de lo interesante”.
El camuflaje fue cubriendo al texto en el proceso de creación y la idea inicial se transformó. También ha habido cambios leves para adaptar el original argentino al público español. Pero el alma de la obra sigue siendo la misma: exponer un drama vestido de comedia. “Bajo el tamiz del humor uno puede reflexionar a un nivel muy profundo y, aunque la gente se ríe durante la obra, cuando luego les preguntas y lo piensan, se dan cuenta de que se han reído de algo que en realidad es muy cruel”.
Esa conversión del humor en herramienta narrativa es una de las piezas que hizo encajar a Steinhardt con Anabel Alonso (Baracaldo, 1964). Se conocieron cuando la directora se puso al frente de Lastres en 2012, protagonizada por Alonso. “Su trabajo, su manera de dirigir y de hacer el compendio de dramaturga y directora me parece interesantísimo y su propuesta indispensable”. La actriz es ahora coproductora de El sepelio, y de otras tantas cosas. Ella aúna la experiencia y un nombre reconocible: “Eso te permite elegir incluso qué proyectos deseas empezar. No hay que esperar a que suene el teléfono, hay que promover aquello que te interesa profesionalmente”.
Alonso está interesada en lo que no sea conocido, se ríe, —quién no ha visto a Anabel Alonso riendo— y asegura que tiene dificultad para encontrar textos nuevos: “La gente se va a París o a Londres a buscar… creo que aquí falta innovación, autores jóvenes con propuestas nuevas, eso es un chorro de aire fresco”. Steinhardt para ella es eso, creación en movimiento. “Tiene la impronta del creador, la de pasar la realidad por su filtro con acierto, y una cualidad que admiro, la organicidad, algo que parece muy cotidiano pero en realidad está muy estudiado para sacar la verdad de cada actor”. Ahora, tiene la vista fija en El sepelio, y después (pronto) seguirán llegando cosas. Y todas le hacen ilusión.
Babelia
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