Tortoise, Paranoid London y Ellie Goulding
Tres discos, tres críticas, tres puntuaciones de los nuevos lanzamientos
EL DISCO DE LA SEMANA: Tortoise - The Catastrophist
Primero de todo, hagamos un poco de historia para situar a Tortoise. Nacido como quinteto eminentemente experimental en la efervescente escena musical de Chicago, el suyo fue un proyecto ganador desde el principio. Si con su primer disco —homónimo y editado en 1994— sentaban las bases de un sonido en busca de nuevos terrenos estilísticos a partir de influencias que tanto debían a la escena punk como a la del free-jazz, es a partir de su segundo trabajo, el inmenso Millions Now Living Will Never Die, cuando la electrónica gana terreno sin dejar de sonar orgánicos y únicos. Con esta obra, su sonido se afianzaba de manera definitiva para conquistar el corazón de los amantes de la música sin corsés ni miedo a la aventura. Su irrupción en el panorama internacional colmó las ansias de aquellos que esperaban al nuevo fenómeno que llevara a la música de vanguardia a un plano superior hasta llegar a un público más amplio. Sin embargo, desde aquel hito, su estrella pareció apagarse moderadamente con cada trabajo. Hasta hoy.
Tortoise
Disco: The Catastrophist
Sello: Thrill Jockey
The Catastrophist, primer disco tras una sequía de seis años, llega para devolver al grupo al lugar que merece, liderando el pelotón de artistas supervivientes de aquello que se dio en llamar post-rock en la década de los noventa y que hoy continúan bandas como Battles o los también veteranos Mogwai. Para ello, este quinteto de multiinstrumentistas cuenta con argumentos que saben sacar rédito de lo ya sembrado, al tiempo que apuntan hacia un futuro en el que continuar indagando en nuevos estilos. En este sentido, por un lado se imitan en cortes como The Clearing Fills o Gesceap, que bien podrían haber formado parte de aquel monumento sonoro de más de 20 minutos titulado Djed (la ¿canción? que abría Millions Now Living Will Never Die) y recuperan antiguas ideas (Hot Coffee nace de una composición desechada para It's All Around You, su disco de 2004); pero también saben cómo reinventarse, ya sea incorporando nuevos elementos rítmicos con base en la música funk, o incorporando voces a su discurso radicalmente instrumental.
Aunque no es la primera vez que escuchamos a Tortoise acompañados de vocalista (ya editaron un interesante disco de versiones junto a Bonnie Prince Billy), sí es la primera que lo hacen en un trabajo dentro de su discografía particular. Para ello, se han valido de dos voces de lo más diferente. Por un lado, Todd Rittmann, cantante de la banda de rock U.S. Maples —coetánea y también de Chicago—, quien presta su arte para reinterpretar e insuflar nueva vida a Rock on, la canción con la que David Essex cosechara su primer éxito en 1973; por otro, Georgia Hubley, parte fundamental de los no menos importantes Yo La Tengo, que dota de sensualidad a una balada de regusto casi soul titulada Yonder Blue para la que inicialmente se pensó en Robert Wyatt.
Con todo, The Castastrophist devuelve a Tortoise en plena forma. Quizás no muchos esperaran su regreso, e incluso habrá quien les catalogue como rémoras de un sonido ya asumido, pero tras la escucha de este disco queda patente su vigencia, su todavía intacta capacidad para sorprender y su innato don para encontrar en la experimentación la vía ideal para trasladar a territorios sonoros únicos, difícilmente transitables para músicos no experimentados. Porque la mayor virtud de los de Chicago sigue siendo no solo la indagación de nuevos sonidos, sino el hallazgo de emoción en esa búsqueda. Juanp Holguera.
Paranoid London - Paranoid London
Paranoid London no es un proyecto amistoso con el perfil de aficionado a la música del siglo XXI, ese que no oye sino que escucha, que mariposea de canción en canción utilizando la reproducción aleatoria y que se deja guiar por las recomendaciones de Spotify. Por el contrario, el dúo formado por Quinn Whalley y Gerardo Delgado se enfoca directamente hacia los “hardcore users” de la electrónica de corte más clásico: Paranoid London es, a la vez, sello discográfico, colectivo de artistas y dúo artístico, pero al no conceder entrevistas y al ejercer una sanísima política de cero presencia (y tontería) en redes sociales y plataformas digitales, seguirles la pista es algo francamente difícil. A veces imposible.
Paranoid London
Disco: Paranoid London
Sello: Decks
Calificación: 7 sobre 10
A principios de este año 2015, por ejemplo, lanzaron su disco de debut. Cualquiera podría esperar, entonces, lo habitual: varias versiones en formato físico, diferentes opciones en descarga digital y presencia destacada en los servicios habituales de streaming musical. Pero, lejos de seguir este patrón de conducta comercial recomendable, Whalley y Delgado decidieron editar “Paranoid London” exclusivamente en formato vinilo y seguir adelante con sus vidas. No hubo ningún tipo de versión digital del álbum, por lo que su presencia en Internet fue prácticamente nula. ¿Y qué significa a día de hoy que un disco sólo exista en vinilo? Que, básicamente, no puede ser escuchado (ni fagocitado) de forma masiva y popular.
Pero con Paranoid London ocurre otra cosa: es una de esas bandas que son adoradas por sus compañeros de profesión. De hecho, su nombre suele escucharse frecuentemente mentado en entrevistas a algunas de las luminarias de la electrónica contemporánea, que no dudan ni un instante en mencionar al dúo cuando se les pregunta por lo más relevante del panorama actual. Resulta difícil esconderte cuando a tu alrededor tienes a tanta gente empeñada en sacarte de tu madriguera… Por lo que no es de extrañar que, finalmente, los británicos hayan dado su brazo a torcer y “Paranoid London” esté disponible por fin en formato digital (tanto para compra como para escucha en streaming).
¿Significa esta capitulación a lo digital que por fin estamos ante el advenimiento de Paranoid London como fenómeno hype? Ni mucho menos. Al fin y al cabo, Whalley y Delagado facturan una electrónica fuera de tiempo y ajena a cualquier tendencia actual: lo suyo es un profundo amor al acid, así que practican una lisergia que baña otros géneros troncales como el house primigenio de Chicago o como la revisión del electro anterior al (ahora tan denostado) prefijo “clash”. Las canciones de “Paranoid London” abordan la producción como una loa a la simplicidad: contra la acumulación de capas que buscan epatar, el dúo sintetiza un minimalismo de elementos cuya repetición metronímica induce al baile ciclado y al trance de los sentidos. Es esta una depuración que, sin embargo, consigue sonar sucia y crujiente, orgánica y pegajosa como el sudor nocturno deslizándose lentamente nuca abajo mientras cierras los ojos bien fuerte para no despertar de esta hipnosis. Nunca jamás. Raül de Tena.
Ellie Goulding - Delirium
Insatisfecha, tal vez, pese los envidiables resultados comerciales obtenidos por Halcyon (2012) y sus exitosas reediciones, Ellie Goulding renueva arsenal dispuesta a librar batalla en el mismo terreno que divas pop como Taylor Swift, Rihanna o Carly Rae Jepsen. Para ello, filtra y amplía la nómina de colaboradores, apostando por la eficacia antes que por la probatura. Y renueva la confianza en parte de los equipos creativos que gestaron Burn y Love Me Like You Do, dos piezas que han ejercido de potente bisagra en su carrera.
Ellie Goulding
Disco: Delirium
Sello: Polydor-Universal
Calificación: 6 sobre 10
Revisar los extenuantes créditos de Delirium es una tarea tan ingrata –tipografía minúscula en cuerpo dorado sobre fondo celeste, háganse cargo– como reveladora. Su lectura nos cuenta que esta vez ha sido Greg Kurstin –compositor y productor con hits de Adele o Sia en la vitrina– quien se ha llevado la parte del león del repertorio, imprimiendo su rúbrica en casi la mitad de un álbum muy largo –16 canciones en la versión estándar, 22 en la deluxe– que pide a gritos otra vuelta de cedazo. De la entente con el laureado músico norteamericano nacen canciones mejores –la pletórica andanada synthpop de Something In the Way You Move o la saltarina Around U, en la que se expolia el libro de estilo 1989 de Swift– y peores, como la anodina Scream It Out.
También repite Max Martin, el compositor y productor pop de mayor éxito en las listas norteamericanas de las dos últimas décadas. La aportación del sueco y su equipo se antoja crucial y cristaliza en On My Mind, sólido ejemplo de arquitectura pop contemporánea para todos los públicos que destaca por derecho en la triunfante cuaterna que completan Love Me Like You Do –rescatada de la banda sonora de 50 Sombras de Grey–, Lost And Found –más cerca de la Ellie Goulding de Lights (2010)– y Army, convincente medio tiempo tachonado de ganchos que hacen fuerte presa en el oyente.
La conexión escandinava no termina ahí, aunque de nuevo los resultados son dispares. El guitarrista de The Cardigans, Peter Svensson, acredita buena parte de la vibrante Don’t Need Nobody mientras que Klas Åhlund, conocido por su trabajo junto a Robyn, hace lo propio en “Devotion”, uno de los temas menos estimulantes del lote. En la edición extendida, encontramos curiosidades como I Do What I Love –la británica jugando a ser M.I.A., o algo parecido–, anzuelos sin carnada – Outside, colaboración con Calvin Harris ya incluida en el último álbum del popular pinchadiscos escocés– y mayoría de restos de catálogo con poco interés, que hacen crecer el producto a lo ancho en lugar de a lo alto. De haber utilizado un filtro más fino, estaríamos ante un disco notable, de los que se escuchan sin tirar de mando a distancia. César Luquero.
Babelia
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