Spike Lee: “Como negro es más fácil ser presidente de EE UU que dirigir”
El director recibe un Oscar de honor por toda una vida dedicada al cine
La Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas ya ha celebrado sus verdaderos Oscar. Sus ganadores fueron Spike Lee, Gena Rowlands y Debbie Reynolds, agraciados con sendas estatuillas de honor por toda una vida dedicada al cine. Estos galardones honoríficos dedicados a las viejas glorias solían ser la nota a pie de página de esa fiesta de cine más grande llamada entrega de los Oscar donde este año se espera compita una generación más joven compuesta, entre otros, por los Matt Damon, Leonardo DiCaprio, Idris Elba o Cate Blanchett del cine actual. Pero como quedó patente la noche del sábado (madrugada del domingo en España) en el Ray Dolby Ballroom de Los Angeles, solo un piso por encima del teatro donde el próximo febrero se entregarán el resto de las estatuillas, los llamados Premios de los Gobernadores son los verdaderos Oscar.
Celebrada en ausencia de las cámaras, por y para los miembros de la Academia, durante esta velada se habló claro, corrieron lágrimas de verdad, no de cocodrilo, y se rió con gana. No hubo discursos como guías telefónicas agradeciendo agentes o palabras calculadas e imposibles de leer en el teleprompter. Spike Lee sonó tan sincero y directo como lo fue con su cine, desde Haz lo que debas (1989) a La última noche (2002) o Malcolm X (1992), el que ahora le ha conseguido el Oscar de honor. “Como negro es más fácil ser presidente de Estados Unidos que dirigir un estudio”, aseguró con la estatuilla en la mano abogando por una mayor diversidad en ese club de blancos que es el cine. La Academia lo está intentando y Lee reconoció sus esfuerzos pero con humor recordó que los únicos negros que aún se ven en la industria son “los guardas de seguridad”. Tampoco faltó la ironía cuando Gena Rowlands, la musa del cine independiente, recogió su Oscar de honor de manos de su hijo, Nick Cassavetes, fruto de su matrimonio con el también actor y director, John Cassavetes. “El primer Oscar de la familia. Todo lo que puedo decir es que ya era hora”, afirmó sin pelos en la lengua.
Un acto familiar incluso cuando Billie Lourd, nieta de Debbie Reynolds e hija de Carrie Fisher, recogió el premio humanitario Jean Hersholt en nombre de su abuela, demasiado frágil para asistir a la velada. La estatuilla reconoce la labor de la actriz de Cantando bajo la lluvia no tanto, o no solo, en el cine sino en su defensa de aquellos afectados por problemas mentales y como baluarte de la memoria de Hollywood, una de las mayores coleccionistas de mementos de esta industria cuya donación se podrá ver en el futuro museo de la Academia en Hollywood. Según bromeó Lourd, su abuela ya tiene el lugar reservado para el galardón que pondrá junto a las zapatillas rojas de El mago de Oz, la posesión más preciada de su colección.
Desde que el Premio de los Gobernadores se comenzó a celebrar en 2009 como una gala independiente a los Oscar, el acto al que solo los miembros están invitados aunque con un elevado precio por entrada se ha convertido en una cita obligada para quienes buscan una estatuilla. El perfecto campo de cultivo para dejarse ver entre miembros con derecho a voto por el que pasaron deseosos de una estatuilla contendientes como Michael Keaton, Mark Ruffalo, Ridley Scott, Brie Larson, Saoirse Ronan, Rooney Mara, Carey Mulligan o Johnny Depp, entre otros. Un ambiente festivo pero también de campaña que llevó a una siempre directa Blanchett a bromear con lo que todos pensaban. “Di cheese o vota por mí”, exclamó mientras posaba con otras estrellas para una foto en la que provocó la sonrisa de todos.
En este ambiente claramente festivo y desenfadado no faltó el recordatorio a aquellos asesinados en los recientes atentados terroristas en París. Como dijo la presidenta de la Academia, Cheryl Boone Isaacs, es importante recordar “nuestra solidaridad y apoyo” con Francia y los franceses. “Esta noche estamos en Hollywood pero la Academia celebra el cine en todos los confines del mundo”.
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