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CRÍTICA | AMAMA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

A cuestas con la tradición

El filme reflexiona sobre el caserío como centro de actuaciones vital, como núcleo familiar

Javier Ocaña
Fotograma de 'Amama'.
Fotograma de 'Amama'.

La tradición se puede vivir, experimentar, razonar y trasladar como un medio para una existencia mejor, que proporcione sosiego, paz, esperanza, seguridad. Pero también se puede vivir como una obligación no reflexionada, como un sello imposible de borrar, como un estigma de origen, casi como una lacra. Los primeros van a lomos de la tradición; los segundos la llevan a cuestas.

Amana

Dirección: Asier Altuna.

Intérpretes: Iraia Elias, Kandido Uranga, Klara Badiola, Ander Lipus, Manu Uranga.

Género: drama. España, 2015.

Duración: 103 minutos

Como en Amama, tercer largometraje de Asier Altuna, donde el director vasco reflexiona sobre el caserío como centro de actuaciones vital, como núcleo familiar, existencial y moral de una sociedad patriarcal en la que quizá demasiadas cosas vengan determinadas ya desde el nacimiento. Una película rodada íntegramente en euskera, presentada en la sección oficial del pasado Festival de San Sebastián, armada de un simbolismo onírico de gran potencia visual, al que sólo le lastra una cierta obviedad en su composición (la cuerda que los mantiene atados), pero que, como las buenas películas, consigue hacerse universal a través de un microcosmos reducido a un evidente localismo.

A través de la figura de una joven mujer artista que ancla su trabajo en la transmisión de la tradición, y con la figura de la amama (la abuela) como símbolo de paz callada frente la fisicidad del elemento masculino, Altuna articula su mensaje con un exquisito tratamiento de la luz y una personalísima puesta en escena, muy ágil, alejada del estatismo de algunas propuestas semejantes, que en ciertos momentos camina por un sendero cercano a la videocreación audiovisual y sonora. Una sistemática que sólo cojea en los innecesarios planos de la violonchelista en el clímax final y que, para entendernos, está más cerca de Naomi Kawase o de su contemporáneo gallego Xacio Baño que de algunos de sus antecedentes vascos: el Montxo Armendáriz de Tasio o el Julio Medem de Vacas.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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