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Alberto Corazón y Alfredo Aracil crean una ópera sin voces ni orquesta

La obra mezcla música para piano con proyecciones de textos e imágenes

Una de las ilustraciones de Alberto Corazón que se proyectarán durante la representación de 'Siempre/Todavía'.
Una de las ilustraciones de Alberto Corazón que se proyectarán durante la representación de 'Siempre/Todavía'.

Sin soprano. Sin tenor. Sin barítono ni contralto… En definitiva, sin voz. Y sin orquesta. Es la ópera que proponen el escultor, pintor y diseñador Alberto Corazón (Madrid, 1942) y el compositor e historiador de arte, además de reciente ganador del Premio Nacional de Música, Alfredo Aracil (Madrid, 1954). Siempre/Todavía es un proyecto escénico que mezcla música para piano, texto e imagen, estos últimos a través de una pantalla de cine. Coproducida entre el Centro Nacional de Difusión Musical y el Museo Universidad de Navarra, esta "ópera sin voces", como ellos han bautizado el género, se estrenará en el teatro del museo pamplonés el 15 de octubre y se presentará también en el Centro Galego de Arte Contemporánea, en Santiago de Compostela, el 23 de octubre.

El germen del proyecto es un viaje que Corazón realizó a Siria, junto con su mujer, en 2002 para presentar sus obras en una exposición, la primera de un artista vivo, en el Museo Arqueológico Nacional de Damasco. La ventura quiso que un problema en las aduanas mantuviera retenidos durante cerca de una semana los trabajos que Corazón iba a presentar. El artista y su esposa decidieron recorrer el país y, en concreto, visitar el museo a fondo, con acceso a zonas generalmente restringidas. "Abrieron todas las puertas que quisieron, miraron todas las vitrinas que quisieron… y también se fueron a Alepo para conocer esa civilización que se produjo entre el Éufrates y el Mediterráneo y que fue el origen de todo lo que nosotros somos ahora", explicó Alfredo Aracil en Madrid durante la presentación de la ópera. La impresión de Corazón fue que, aun estando en un museo arqueológico, aquel espacio le resultaba "tan contemporáneo como el MoMA". No se sintió heredero, sino coetáneo, de esa cultura que "inventó el comercio, la escritura, la agrimensura…".

La ópera no es un género, sino una especie de contenedor de experiencias Alberto Corazón, artista

De esas reflexiones, Corazón, que siempre viaja acompañado de un cuaderno de notas, "fue apuntando lo que veía, lo que pensaba, lo que había soñado la noche anterior, hizo dibujos", comentó Aracil. De ese material salió el libro Damasco Suite (Ahora editorial, 2005), que dejó "desmayado" al músico y le inspiró el proyecto que ahora se materializa.

De unos 75 minutos de duración, la obra está formada por 27 piezas para piano divididas por dos interludios, uno dedicado al sonido y otro a los colores. Como acompañamiento, un proyector de resolución 4 K muestra los textos y las ilustraciones de Corazón sobre una pantalla de 10 metros de ancho. Al piano, situado en el centro del escenario, se sienta Juan Carlos Garvayo, ganador, con su Trío Arbós, del Premio Nacional de Música en 2013, y que describe la obra como "un espectáculo lleno de vuelo poético y de una esencialidad que no te deja aburrirte".

El nombre de "ópera sin voces" es el que Corazón y Aracil han elegido para lo que llaman "un género inexistente o todavía sin definir", pero reconocen que el único punto en común de su Siempre/Todavía con una ópera al uso es la presencia de un escenario. Alfredo Aracil explica el concepto: "Tiene los elementos y el planteamiento que musicalmente tiene una ópera: hay un relato y hay un personaje, que no tiene nombre y apellidos y que puede ser Alberto Corazón o cualquiera de los espectadores, pero al que nunca vemos encarnado como un barítono, por ejemplo. Este personaje está dentro del espectador o, mejor dicho, el espectador está dentro del personaje".

La versatilidad de la ópera fue uno de los motivos que llevó a Corazón a sumergirse en el proyecto: "No es un género, sino una especie de contenedor de experiencias interesantísimo para la creación contemporánea" cuyas posibilidades artísticas solo se están "empezando a atisbar", opina. Hasta ahora, considera, "hemos estado viviendo de los restos de Monteverdi".

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