Cuando todo en Venecia hablaba de Barbieri
Puede que una de las claves de la cultura en España sea la amnesia. Solo así se explica el insensato olvido de partes de nuestra memoria cultural. Y Barbieri lo sufre en grado sumo. El madrileño, padre indiscutido de la zarzuela, padrino de la musicología española y de la música instrumental en el siglo romántico, uno de los gigantes culturales del siglo XIX en un país en el que no sobraban, tiene un elevado apartado de su producción zarzuelística arrumbado.
Galanteos en Venecia
Música Francisco Asenjo Barbieri. Libreto: Luis Olona.
Dirección Musical: Cristóbal Soler. Dirección de escena: Paco Mir. Orquesta Sinfónica de Madrid.
Coro del Teatro de la Zarzuela. Elenco: J. Antonio López, Carlos Cosías, Sonia de Munck, Cristina Faus, Fernando Latorre, J. Manuel Padrón, Antonio Torres, Santiago Nogués. Teatro de la Zarzuela de Madrid. Del 10 al 30 de octubre.
Pero la amnesia tiene también su lado bueno, la alegría de descubrir, de vez en cuando, eso que olvidamos. Hace pocas temporadas era Los diamantes de la corona, una zarzuela formidable de los primeros años del género (1854). Ahora conocemos otra estrenada un año antes, Galanteos en Venecia (1853), con libro de Luis Olona, otro de los padres de esa zarzuela que todos defienden tanto como olvidan.
Galanteos… es, musicalmente, formidable; con ese nervio que aspiraba a ópera y que vibraba en las primeras zarzuelas. Barbieri se atreve con todo, resuelve admirablemente la relación con el texto, que prácticamente siempre suena convincente, da con la tecla de cualquier estilo: cómico, romántico, dramático; y no le tiembla el pulso ante dúos, tríos, romanzas e incluso ese extraordinario cruce de serenatas entre los dos rivales que cantan a la vez, cada uno en su estilo (uno italiano, otro español) una suerte de duelo de cantinelas a sus amadas.
La historia es otro asunto. Galanteos en Venecia es una comedieta de la época con enredos, malentendidos amorosos y aventuras construidas para divertir. Modernizar la historia cuesta mucho más que oír la genial música de Barbieri. A ello se aplica Paco Mir con desenvoltura, insertando un supuesto rodaje actual de la vieja historia veneciana. Esto le da ritmo y algunos chistes que gustan más a unos que a otros. Pero el resultado es muy aceptable para dar solvencia escénica y teatral a un espectáculo necesario, porque Barbieri no puede, no debe, tener obras olvidadas. Nuestro teatro lírico no se lo puede permitir.
La interpretación musical tiene empaque. La edición crítica que ha preparado el Instituto Complutense de Ciencias Musicales (ICCMU) proporciona una versión más que suficiente y la orquesta y el coro brillan, a lo que contribuye el director Cristóbal Soler con eficacia.
El reparto es muy consistente y regular. Señalemos a las dos voces femeninas, la mezzo Cristina Faus y la soprano Sonia de Munck, que ya encarnaron a un dúo admirable en Los diamantes de la corona, aquí repiten éxito y lo comparten con el barítono José Antonio López, espléndido en su rol de heroico fanfarrón. Pero el resto, desde cantantes hasta actores cómicos, se aplican a hacer de esta zarzuela injustamente olvidada un acontecimiento lírico.
Babelia
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