El Sistema de Abreu desembarca en el Teatro Real
El coliseo madrileño presenta su Aula Social, en la que trabaja con 60 niños en situaciones físicas, psíquicas o sociales desfavorables
"Quiero silencio absoluto", dice uno de los niños con mucho descaro en la presentación del Aula Social del Teatro Real. Desde el escenario, todos se lo toman muy en serio. No refleja que solo lleven un par de semanas trabajando con los profesores del proyecto que se ha construido en colaboración con los creadores del Sistema de orquestas de Venezuela y Acción Social por la Música. Es su primera actuación ante un público desconocido, un enjambre de periodistas que a alguno de los pequeños decepciona porque no llegan con grandes cámaras ni pesados objetivos. Las libretas no les sorprenden.
Este grupo de 60 menores son un conjunto plural de niños con autismo, enfermos de cáncer, con síndrome de down, víctimas del terrorismo o que se encuentran en riesgo de exclusión social. "No seleccionamos a los niños, aquí solo los recibimos y descubrimos sus capacidades", dice María Guerrero, presidenta de Acción Social por la Música, que cuenta que entre los niños hay algunos que tienen oído absoluto o aptitudes con el ritmo. Javier Ulises Illán es uno de los directores que está al mando del conjunto y dice: "Aquí trabajamos desde la humanidad, rompemos las barreras estableciendo contacto, tocándoles el hombro y llegando así hasta su alma". Comenta que algunos niños le han dicho después de la actuación que es la primera vez que le habían aplaudido por algo que había hecho. Aquí los niños se sienten "parte de un gran mosaico que es un organismo vivo musical".
El proyecto me parece impresionante porque normaliza este trastorno Silvia, madre de un niño con autismo
Los profesores del Sistema, que ha revolucionado Venezuela con su metodología dándoles una oportunidad y unos valores a los niños que se encontraban en riesgo de exclusión social, han llegado a Madrid para guiar en la puesta en marcha de la tercera fase de este proyecto. En las dos anteriores, motivadas también por el uso de la música como factor de inclusión, se ha llevado a niños con estas necesidades al teatro y a la ópera, y se han retransmitido funciones del Real en el hospital de La Paz para niños enfermos de cáncer. "Que un teatro de esta magnitud se abra a un proyecto social con estos niños especiales, pero por su talento, es un honor", dice Leonardo Méndez, subdirector de la venezolana Fundación Simón Bolívar. En esta última etapa, un equipo de músicos voluntarios del propio Real, pedagogos y musicoterapeutas trabajan para montar no solo un conjunto coral, sino una pequeña orquesta y también un coro de manos.
En el grupo de niños está Manuel, un pequeño del madrileño barrio de Valdebernardo que a sus 15 años dice que le gusta mucho este tipo de música. Todo lo contrario que Jennifer, que viene de Aluche y que dice que esto de los violines y las sinfonías no le gusta nada, que prefiere las canciones de Auryn. Pero después de estos 10 días de ensayos, ambos dicen que este grupo es "como una familia numerosa", y Jennifer es su peor crítica: "Creo que a pesar de los fallos, hoy todos lo hemos hecho muy bien". Manuel incluso quiere ser músico, y no puede esperar a que este pequeño grupo se convierta en orquesta.
Este miércoles, los niños tuvieron su primera actuación ante un público conocido: sus familiares. Los padres admiten que se les caía la baba viendo a estos niños, algunos con complejos problemas para relacionarse, entrar saludando a todos sus compañeros en el ensayo o jugando con otros niños que hasta hace días eran solo desconocidos. Silvia es la madre de Álvaro, un niño de ocho años con autismo que en casa está siempre cantando. "Es un niño muy sensorial a nivel auditivo, y el proyecto me parece impresionante porque normaliza este trastorno", cuenta. Incluso dice que, en estos pocos días, ve a su hijo más tranquilo en casa y ha rebajado la ansiedad que le provocan las dificultades para expresarse. Jesús, que solo tiene siete años, le pregunta todos los días a su madre Alicia si hoy toca ir al Teatro Real. "Aquí puede ser como es él, nadie les mira raro", dice Alicia. La madre explica que Jesús estuvo el año pasado con una musicoterapeuta en la escuela de música de Carabanchel, pero cuando quiso pasar a estudiar un instrumento, le dijeron que no se permitía compaginar ambas cosas. Aquí ha encontrado la posibilidad de que su hijo pueda hacer ambas cosas.
En la línea de la creación de un futuro conjunto orquestal como contempla el proyecto, el Teatro Real pretende facilitar a estos niños el acceso, a veces complejo, a un instrumento musical. El Banco de Instrumentos, con sede en la sala de la Plaza de Oriente, recibe desde ya donaciones de instrumentos y material musical de particulares y empresas. "Se trata de donaciones apadrinadas, que la gente que tiene instrumentos en casa que ya no usa se sienta partícipe del uso de ese instrumento, que tendrá una nueva vida a través de diferentes niños", dice Ignacio García-Belenguer, director general del Real. Aunque ahora los que usan son de cartón, el 10 de julio de 2016 la madera lo sustituirá, cuando se suban por primera vez en concierto a las tablas de la sala principal del teatro.
Babelia
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