El desahucio taurino de Carmena
La decisión de Manuela Carmena de retirar la subvención a la escuela taurina de la capital es una travesura malaje
Hasta las personas supuestamente inteligentes hacen chiquilladas inexplicables. La decisión del equipo municipal madrileño, dirigido por Manuela Carmena, de retirar la subvención de 60.000 euros a la Escuela Taurina de la capital es una travesura malaje, amén de un bajonazo a un grupo de chavales que no pretende más que ser personas, y, si es posible, figuras del toreo.
En fin, que la alcaldesa pretende echar a la calle -desahuciar- a unos jóvenes que no hacen mal a nadie porque su partido considera que en la escuela se maltrata a los animales.
¿Maltrato animal? ¿Acaso no es maltrato acabar con las ilusiones de chicos y chicas a quienes les gusta la fiesta de los toros, una actividad legal en este país y reconocida por ley como patrimonio cultural?
Carmena sabe que la escuela no va a desaparecer. Podrá desahuciar a los alumnos, pero continuarán las clases en otra sede. Carmena argumentará que debe cumplir su programa, y ofrecer caramelos dulces a los militantes y dirigentes de su formación, pero, en el fondo, es consciente de que le está haciendo un favor a la tauromaquia. Ya se sabe que más se anhela lo que se prohíbe, y no sería de extrañar que, a partir de ahora, aumentaran las inscripciones de aspirantes a la gloria torera.
En fin, una chiquillada sin sentido, porque con los 60.000 euros no tiene el Ayuntamiento de Madrid ni para café, y pocas necesidades sociales se solucionan con cantidad tan irrisoria, pero Carmena queda de lujo con los suyos y socava los cimientos de la fiesta de los toros, que parece que es de lo que se trata.
De cualquier modo, con la ayuda de la Comunidad de Madrid, la colaboración de algunas entidades privadas y el empuje de los más jóvenes, la escuela seguirá adelante porque no se pueden detener las ilusiones, ni la creatividad, ni la necesidad de expresión, ni las ansias de descubrir los misterios de la tauromaquia de aquellos que se sienten llamados a tan alta misión.
Y algo más: es un auténtico despropósito que se pretenda acabar con un centro dedicado a formar hombres y mujeres en valores tan importantes como el sacrificio, el valor, el compromiso, la pureza, el respeto, la competencia y la búsqueda de la excelencia. La escuela madrileña forma actualmente a 35 alumnos, por sus aulas han pasado más de 2.500, y de ella han surgido toreros de la talla de Joselito, El Fundi, El Bote, Uceda Leal, Luis Miguel Encabo, Cristina Sánchez, Miguel Abellán, César Jiménez, y muchos otros que no han triunfado, pero dentro llevan las enseñanzas recibidas. Y el presupuesto anual asciende a tan solo 134.000 euros (60.000 del Ayuntamiento; 40.000 de la Comunidad y 30.000 de colaboradores privados). Una cantidad insignificante si se tiene en cuenta que la plaza de Las Ventas ingresa en la Comunidad 2.300.000 euros anuales y la actividad económica que la fiesta de los toros genera en la ciudad de Madrid.
En una palabra, el bajonazo a la escuela taurina es una chiquillada del Ayuntamiento, un gesto para la galería; pero no olvide la alcaldesa que su travesura se puede volver contra ella.
Imaginen, si no, la escena: una compañía de la Policía Local se presenta una mañana en la Venta del Batán para proceder al desalojo de los 35 chavales y los profesores. Ante la resistencia pacífica de estos, Manuela Carmena negocia con los encerrados, y decide finalmente que sean desahuciados. La foto de los policías cargados con torerillos, capotes y muletas no tendrá desperdicio. Y Carmena, sonrojada por dentro y por fuera, ante su primer desahucio. ¡De película!
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