La segunda vida de Corto Maltés
El legendario aventurero de Hugo Pratt regresa de la mano de los españoles Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero, que asumen el desafío de continuar una de las sagas más influyentes del cómic
El único que podría haber enterrado a Corto Maltés para siempre le dejó en el aire: Hugo Pratt era tan libertario como su mítico marino. En 1988, en una entrevista con este diario, el autor italiano auguraba: “Habrá un final para Corto, pero no pienso hacerlo yo, porque Corto Maltés encontrará otro dibujante que le dé vida”. Veinte años después de la muerte de Pratt, su vaticinio se ha cumplido. El miércoles 30 se publicará en España (Norma), Francia (Casterman) e Italia (Rizzoli) Bajo el sol de medianoche, la primera aventura de Corto Maltés que no firma el padre de la criatura.
Ese otro dibujante se llama Rubén Pellejero (Badalona, 1952), que un buen día recibió la llamada del guionista Juan Díaz Canales (Madrid, 1972) para proponerle uno de esos proyectos que sólo tienen dos salidas: una catástrofe o un triunfo planetario. Retomar a Corto donde Pratt lo dejó. O más exactamente en algún tiempo vacío porque el italiano nunca publicó las historietas con un orden cronológico, desde que creó a su héroe en 1967 en La batalla del mar salado. “Al principio me lo tomé a broma y después le pedí unos días para pensarlo. Soy consciente de lo que simboliza el personaje”, recuerda Pellejero ahora, en vísperas de un lanzamiento de palabras mayores en Francia (150.000 ejemplares). En España se editarán inicialmente 10.000 libros en tres versiones distintas (castellano, catalán y blanco y negro), según el editor de Norma, Luis Martínez.
Autor y personaje en paralelo
Corto Maltés nació en 1967. Hugo Pratt (1927-1995) tenía 40 años cuando creó al personaje que le colocaría en los altares de la historieta. “Nació en un momento muy interesante, un año antes de la revolución de 1968, cuando todo estaba en el aire”, explicaba Pratt en 1982. En el tebeo Corto nace en La Valeta en 1887 de una gitana de Sevilla y un marino de Cornualles. Su última aventura le lleva a buscar la Atlántida.
Biografías comunes. Autor y personaje comparten rasgos de personalidad y vivencias. Pratt vivió en varios países, desempeñó trabajos dispares y tenía unas raíces familiares tan cosmopolitas como las de su elegante pirata, incluida una abuela sefardí que le aficionó a la cábala.
Si Pellejero se pensó dos veces aceptar el reto, Díaz Canales lo tuvo claro desde que Patricia Zanotti, la directora de Cong, la empresa que posee los derechos de Hugo Pratt, le invitó a dar cuerpo literario a una nueva aventura del héroe. “Me pareció que no se podía rechazar. Corto es un viejo amigo. Leerle en mi adolescencia fue una revelación, ha sido el que más me ha influenciado”.
Así que Blacksad, el gato-detective que arrasa en todo el mundo inventado por Díaz Canales y el dibujante Juanjo Guarnido, está en deuda con Corto. El propio Díaz Canales, por su parte, ya sabe lo que significa crear un icono. “No tengo un sentido tan sagrado de los personajes. Corto es ya un clásico, un poco patrimonio de todos. Generación tras generación, habrá autores que lo irán retomando. Renunciar a esto significaría renunciar a personajes como Ulises, Quijote o Batman. Y por otro lado es poner puertas al mar porque al cabo de unos años dejan de estar sujetos a derechos. Incluso en vida de uno empieza a pasar. Blacksad, por ejemplo, ya está en un juego de rol”, reflexiona el guionista, que cumple años el mismo día que saldrá a la calle el nuevo Corto. ¿El mismo Corto? Sí y no. “No me interesaba hacer una copia exacta. Ir por ese camino era subestimar la obra de Pratt. Había que captar la atmósfera y no el detalle”, señala Pellejero, que en cierta manera había honrado a Corto con su propio aventurero, Dieter Lumpen, que nació en 1981 en la revista Cairo con guion de Jorge Zetner y Astiberri recopiló en un volumen integral en 2014.
Corto y Dieter son descreídos con punto romántico, imanes para mujeres y hombres, fumadores irredentos y ociosos en misión permanente. Se sabe de ellos tanto como se ignora. Y ahí, en uno de esos huecos negros, han situado Pellejero y Díaz Canales su primer álbum en común. Año 1915. Corto está en Panamá y acabará en Seattle. Pasará por Alaska, llegará al Círculo Polar Ártico y el oeste de Canadá en pos de una amante de Jack London a la que debe entregar una carta. Será el principio de una segunda vida literaria. Continuará.
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