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Alex de la Iglesia presenta ‘Mi gran noche’, con Raphael como estrella

La comedia cuenta la disparatada grabación de una gala de Nochevieja en pleno agosto

Rocío García
El director Alex de la Iglesia, en San Sebastián.
El director Alex de la Iglesia, en San Sebastián.xavier torres-bacchetta

“Qué pasará, qué misterio habrá / puede ser mi gran noche...”Alex de la Iglesia no tararea la letra de la famosa canción de Raphael, pero casi. Se ha levantado muy temprano y se ha tirado al suculento desayuno del hotel para afrontar mejor lo que puede ser un gran día, seguido por una gran noche. Tiene apetito y coge un churro, luego un trocito de jamón, acepta el zumo y se sirve un huevo frito con bacón y salchicha. No se acuerda del número de habitación y lo arregla dando su nombre. Ha dormido apenas cuatro horas, pero no es raro en él. Lleva años durmiendo poco. “Quiero que sea un gran día para celebrar con todo mi equipo. Esta película nos ha resultado complicada”.

De negro y sin quitarse las gafas de sol, De la Iglesia dice que Mi gran noche, la película que presenta en la Sección Oficial del Festival de Cine de San Sebastián, fuera de competición, es lo que es gracias a los actores: “Para hacer creíble una comedia demente como esta necesitas a unos grandes actores”. El director ha acudido a la capital guipuzcoana con todo el equipo artístico, empezando por el cantante Raphael, seguido, entre otros, por Mario Casas, Carmen Machi, Hugo Silva, Blanca Suárez, Carolina Bang, Santiago Segura y Terele Pávez.

Está feliz, pero no relajado. Hasta se ha desembarazado de su incondicional móvil para no saber nada hasta mañana. “Todos los estrenos son angustiosos. Todo me importa, lo que diga el público y lo que diga la crítica”, asegura el realizador, que confiesa que con Mi gran noche, su undécimo largometraje, se encuentra especialmente contento. “Aunque suene fatal decirlo, tengo la sensación de que hay un gran trabajo de personajes muy divertido”.

No quiere hablar de su cine dentro de la tradición de la comedia española, de ese camino abierto por Berlanga, Azcona y tantos otros; le suena muy pretencioso. “Ojalá. Evidentemente, son directores que me han influido de manera notable, pero formar parte de ello son palabras mayores. Respeto demasiado a Berlanga y Azcona como para mancharles con mi presencia”. Se enfrenta a la comedia como si de una fórmula matemática se tratara o estuviera preparando un buen besugo. “Hacer un buen pescado es muy complicado: se te puede pasar o quedar crudo. Tienes que controlar tantos aspectos... Sacarlo y meterlo en el horno, volverlo a meter, de nuevo sacar. Que no esté salado, que no esté soso, que la salsa esté a punto”, opina. “La comedia es el lenguaje de los dioses. Es el género más complicado. El drama pasa por la cabeza; te da tiempo a pensar, el espectador está en una posición entre el narrador y lo que estás viendo; se establece un triángulo. En la comedia el diálogo es directo. Tu corazón frente a la pantalla. Si funciona, te ríes instantáneamente; si no, es un desastre. Un drama puede funcionar porque hay reflexión. En la comedia no hay opinión, me río, no me río, funciona, no funciona. Manejar el mecanismo interior de una risa es lo más grande”.

Mi gran noche, que se estrena el 23 de octubre, se adentra en la grabación en agosto de un programa televisivo de Nochevieja. Cientos de personas llevan semana y media encerrados en un estudio, simulando felicidad y festejando de manera estúpida la llegada del nuevo año. Las actuaciones de una estrella como Alphonso (Raphael) y un joven que despierta pasiones (Mario Casas) centran la grabación en medio del caos. De la Iglesia y el guionista Jorge Guerricaechevarría escribieron el papel de Alphonso pensando en Raphael: “Es un icono que representa a los españoles, nos guste o no”.

La felicidad falsa que se reproduce en Mi gran noche contrasta con la real de Alex de la Iglesia: “Soy muy feliz, estoy disfrutando muchísimo de mi trabajo. No solo tengo la suerte de poder dirigir, también tengo ganas de seguir produciendo. No me basta con mis películas. Estoy como en una situación de sobreexcitación. Hay gente por ahí con tanto talento que quiero ayudarles a hacer su película. Es una sensación de felicidad y gratitud enorme”. Ha acabado el desayuno, pero antes de lanzarse a la calle, hace una paradita ante el plato de jamón.

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