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Raphael toma la batuta

El divo de Linares presenta el disco que grabó este verano en el Teatro Real Afirma estar listo para el estreno de ‘Mi gran noche’, su regreso cinematográfico de la mano del director Álex de la Iglesia

Raphael el apataputao agradece al equipo de su discográfica que las entrevistas para promocionar su nuevo disco, Sinphonico (Universal), no sean en su casa. Porque instalar y desinstalar los cacharros de los fotógrafos pone todo “patas arriba.” Lo dice con una sonrisa mientras se sienta y posa para una foto que luego colgarán en Instagram. “Tantas cosas que hay ahora, ¿no? Yo tengo Twitter pero lo uso solamente para temas de trabajo. O sea: no cuento cosas privadas o de mi familia o con quién estoy comiendo. Anuncio las ciudades de mis giras y ya está”, dice el cantante al que, el pasado mes de julio, en el Teatro Real, la Orquesta Sinfónica de Radiotelevisión Española le “ennobleció” sus grandes éxitos.

¿Cómo me voy a retirar yo? A mí me tienen que echar. Para mí esto es mi vida, es mi destino, es todo.

Ahora se dispone a recorrer España en compañía de grandes músicos. “Esto tiene el gran truco maravilloso de que, en cada ciudad a la que voy, actúo con la orquesta local. Y estoy descubriendo músicos maravillosos. ¡Cómo tocan! Y me alegro mucho de darles visibilidad”, dice en un silencioso salón de un hotel madrileño. Anuncia, además, que ya está preparado para el estreno de Mi gran noche, la película que lo ha devuelto a la pantalla grande bajo la dirección de Álex de la Iglesia. Y añade que, al terminar su sinfónica gira, le ofrecerá al público un disco “que será un renacer.” “Por eso este sinfónico me ha venido muy bien. Porque dividirá la primera y la segunda parte de mi carrera musical”, afirma con orgullo.

Pregunta. ¿Cómo cuida su voz?

Respuesta. No la cuido. Hago unas gárgaras y ya. Pero cuidarla… no. Lo que hago es no descuidarla.

P. Tiene usted más años sobre los escenarios que la Orquesta Sinfónica de Radiotelevisión Española.

R. Sí señor. Cinco más. Un total de 55. ¿Qué te parece? La sinfónica de un país debería existir desde antes, pero… ¡míranos! Bueno, no: hay más antiguas en España.

P. No fue difícil adaptar sus canciones a una Sinfónica porque se prestan mucho, ¿no?

R. Así es. No fue difícil. Porque casi todas se prestan mucho. Cuatro o cinco son más rítmicas y no, pero casi todas. Son canciones grandiosas, románticas y, sobre todo, que tienen mucha melodía, que es lo importante para una Sinfónica. Entonces, mis canciones son ideales para una Sinfónica. Porque [el compositor] Manuel Alejandro es un gran músico sinfónico. Su padre fue un gran director de Sinfónica. Por eso las canciones tienen esa riqueza de melodías y las sinfónicas las entienden perfectamente.

P. Claro. ¡Qué sería de Raphael sin Manuel Alejandro!

R. ¡Uff! Bastante pior. Bueno, nunca se sabe. Pero tengo que reconocer que Manuel Alejandro ha sido importantísimo, ¡importantísimo! De todas maneras yo hubiera salido por otro lado. Pero que bien que lo tuve a él.

P. Hay un momento en su concierto sinfónico en el que le arrebata la batuta al director. Dos veces, mejor dicho. ¿Tanto es el afán por controlar su música?

R. Es parte del concierto. Es algo planeado. Él ya está prevenido y se la quito en plan simpático. Pero es verdad que él me dice “no te animes más” Y con algunos movimientos pongo de acuerdo a unos 80 músicos, ¿cómo ves? Y ahora que me presente en el Palacio de los Deportes de Madrid llevaré una orquesta de 100. Porque es un sitio muy grande. Lo que tiene esta gira, que es muy bonito, es no actuar sólo en teatros. Una sinfónica en una plaza de toros es algo muy bonito. El otro día, con la Orquesta Sinfónica de Málaga, dimos un concierto espectacular. Y la gente fue muy bien vestida y todo. Lo que tiene la Sinfónica es que ennoblece mucho todo. Y estaría estupenda en un campo de fútbol. Pero bueno, esta gira dura hasta junio. Luego, ¡a otra cosa!

P. ¿Qué hace en los instantes en los que está a punto de salir al escenario?

R. No hablo. Estoy muy concentrado. Estoy tranquilo, preparado. Los deberes ya los tengo, los estoy haciendo desde hace muchos años. Si estoy al aire libre, me preocupa cómo está el tiempo. El otro día estaba lloviendo y 4.000 personas esperaron a que dejara de llover para que pudiéramos salir al escenario. Porque los instrumentos podían estropearse y valen muchísimo dinero. Pero, sobre todo, yo salgo a disfrutar. Antes de mi trasplante era más nervioso. Pero del trasplante para acá, soy bastante más tranquilo. Y todo me lo tomo con más sabiduría. Con más tranquilidad. Y le saco más provecho a las cosas. O sea: esta forma mía de ser ahora es, como se dice en México, más mejor. [ríe]

P. ¿Y qué tal su hígado, por cierto?

R. Muy bien. Dándome beneficios todos los días. Me ha quitado hasta las arrugas. Él trabaja, que es su labor. A veces, cuando me afeito, me miro y digo: pero si yo tenía aquí una arruga y ya no. No he tenido ni una recaída. Es más: ahora me han quitado casi todas las medicinas que tenía que tomar. Y yo estoy ¡tan bien!

P. ¿Los médicos no le han recomendado que reduzca su ritmo de trabajo?

R. ¡No! Para ellos es fascinante que trabaje tanto, que salga en la tele, para que me vean la cara. A ellos les satisface mucho que no tenga ningún problema.

P. Pero lo que sí está es apataputao, ¿no? Siempre lo dice. ¿Pero qué es estar apataputao?

R. Digo: estoy apataputao de claveles la Gran Vía. Apataputao es estar asombrado de todo lo que está pasando en este mundo. Me entero de lo que pasa y me quedo apataputao.

P. ¿Visita con frecuencia su pueblo [Linares, Jaén]?

R. Sí. Acabo de estar. Di un concierto que me encantó. Pero voy aunque no cante. Tengo un museo ahí. Voy y veo a mucha gente, voy a comer con amigos. Amigos de ahora, ¿eh? Porque yo salí de Linares muy pequeño. Pero todo Jaén es una belleza, tiene muchos castillos. De los 14 años voy bastante.

P. ¿Y aprovecha para ir a rezarle a la Virgen de los Linarejos?

R. No. Bueno, a ver si no me echan del pueblo por decirlo.

P. No creo. Son gente estupenda.

R. Es verdad. Es que yo tengo otras devociones.

P. ¿Cuáles?

R. Otras. Yo siempre he sido devoto de Jesús de Medinaceli, en Madrid. Porque me crie ahí. Yo vivía en Cuatro Caminos pero iba a cantar a la Basílica. Para mí Jesús de Medinaceli quiere decir mi niñez. De todas formas, yo soy religioso a mi manera. Como ya estuve muchos años en la iglesia, porque era monaguillo, pues como que ya no hace falta que vaya tanto, ¿no? Lo que hay que ser es buena gente. Y portarse bien con todo el mundo. Y no es necesario estar tanto ahí. Con todo mis respetos, digo.

P. Bueno, a ver qué le dice el Papa cuando se entere. Pero, si la religión no está muy presente en su vida, ¿la política sí? Sobre todo desde que tiene un consuegro político [José Bono, del PSOE]…

R. Pues entre nosotros hablamos muy poco de política. Si hay una cosa muy gorda de actualidad, pues se comenta y ya. Pero nosotros hablamos de la familia, de los niños, de los niños de los niños y esas cosas. Es verdad que él le ve el lado político a todo. Y es muy buen orador. Pero yo no entiendo mucho de eso.

P. ¿Y ya tiene pensado a quién votará en las próximas elecciones generales?

R. No. Yo estoy como prácticamente todos los españoles: nos sé y en el último momento decidiré. Lo único que sé es que hay que resolver el gran problema que tenemos: el paro. Si no existiera el paro, ni aquí ni en ningún lado, estaríamos muy bien. Desde Estados Unidos hasta China el único problema es el trabajo.

P. ¿Cuándo fue la última vez que habló con Julio Iglesias?

R. ¿Con Julio? Pues… hace dos años. Y mi mujer estuvo hablando con Miranda, su esposa, el otro día que nos enteremos de que andaba un poco mal de salud. Pero yo tengo buena relación con él de toda la vida. Bueno, yo tengo buena relación con todos.

P. ¿Sigue pintando?

R. Sí, claro. Pinto colores. Porque no sé hacer cosas figurativas. Pero salen cosas bonitas. No para venderlas, claro. Cuando llega el cumpleaños de un amigo, en lugar de regalarle una corbata, le regalo uno de mis cuadros. Y lo tiene que poner en su casa. ¡Toma! [ríe]

P. ¿Y algún día montará una exposición?

R. No, no. Me daría mucha vergüenza. Soy atrevido, es verdad. Pero también soy muy prudente. Yo de lo único que estoy seguro es de salir al escenario. Eso sí sé hacerlo. Y como sé hacerlo, salgo. Pero pintar… pues la verdad… Lo ven mis amigos y me hacen buenos comentarios. Pero porque son mis amigos. En mi casa no hay pinturas mías. Bueno, en mi estudio sí. Ahora en agosto estuve pintando en Ibiza.

P. Además de pintar, ¿qué hace cuando no está en un escenario o grabando un disco?

R. Me gusta andar por la playa, temprano, cuando no hay gente. Me encanta charlar con mis amigos, mi mujer, mis hijos, meterme en sus problemas y… esas cosas. Voy mucho al teatro, al cine. Nosotros tenemos cerca de casa un cine que… Bueno, no voy a decir cuál porque doy pistas, ¿verdad? Pero me gusta mucho ver películas en el cine. Casi cada dos días.

P. Usted ahora ha vuelto a hacer una película después de 40 años.

R. Sí, Mi gran noche, con Álex de la Iglesia, que se estrena ahora en el Festival de San Sebastián. Fuera de concurso, eso sí.

P. ¿Qué tal el rodaje?

R. Muy bien. Ha cambiado mucho la cosa, ahora es más fácil. Antes se trabajaba con una cámara. Ahora haces una escena y te ponen 18 cámaras. Bueno, 18 no, pero 12 sí. También es más bonito hacer cine ahora, en el sentido de que haces muchos amigos. Porque antes al protagonista se le trataba como aparte y sólo lo veía el director, el maquillador, el jefe de iluminación y quizá el productor. Y a los demás compañeros los veías rodando la escena y ya. Ahora es más divertido. Comemos juntos, nos hacemos amigos.

P. ¿Y hacer varias tomas no le fastidia?

R. Yo no hago muchas tomas. Ni en el cine ni en mis discos. Yo, cuando grabo un disco, digo: “atención, esta es la buena.” Y siempre es la primera. Es muy raro, muy raro, que yo haga más tomas. Yo puedo grabar hasta siete tomas pero siempre se queda la primera. Y en el cine pasa lo mismo. Bueno, con algunos directores. Porque les gusta la frescura. Si el intérprete es buen intérprete, el director sabe lo que hace y las luces están como se debe, ya está. Porque luego ya empiezas a retorcer las cosas. Y las canciones, igual. Antes de anoche grabé una canción para Navidad, una cosa especial que voy a hacer en televisión. Y me dijeron: “¿no haces una segunda toma?” No. Yo lo doy todo a la primera. No puedo hacerlo ni mejor ni peor.

P. Mi gran noche trata, precisamente, de la grabación de un programa de televisión de fin de año. ¿Se sintió identificado con algunas de las situaciones que retrata la película?

R. Es que yo hago especiales de Navidad. Los de Nochevieja son otra cosa. Los de Navidad son para un público familiar. Y los de Nochevieja son gamberrismo y por eso pasan cosas como las de la película.

P. ¿Y qué tal quedó la película?

R. La he visto ya y me he reído muchísimo. Es una película con muy buena factura. Hay buenos actores y mucha comedia. Refleja aquello de “aterriza como puedas” y te ríes.

P. ¿Le importa lo que dirán los críticos de cine cuando se estrene?

R. Claro que me importa. Pero yo sé que la película les gustará. Estamos hablando de una película súper divertida, muy bien rodada, con un sonido espectacular y en donde todos están muy bien en sus papeles. Blanca Suárez está que se sale. Cuando hicimos todos la lectura de guion ¡nos reímos tanto!

P. O sea que esta no tiene mucho que ver con las películas que hizo hace 40 años.

R. No tiene nada que ver. Nada. A ver: yo no soy una persona que reniegue del cine que ha hecho. Entre otras cosas porque las he hecho con directores de muy alto copete.

P. ¿Y usted se considera un buen actor?

R. No sé. Tampoco me han dado oportunidad de demostrarlo. Ahora sí. Bueno, en El golfo Vicente Escrivá me empujó a demostrarlo. Mario Camus no me dio la oportunidad. Era: niño sonríe y canta. Pero yo he sido capaz de hacer una obra de teatro musical, así que algo hay. En esta, Álex me dijo que se podía hacer de otra manera pero mejor no. Y seguiré haciendo cine siempre y cuando haya un buen guion. El problema son los guiones. No necesariamente tengo que ser el prota. Me basta con un papel bueno en el que yo pueda demostrar que, igual que canto como canto, puedo interpretar.

P. ¿Y de dónde saca tanta energía para estar sin parar durante décadas?

R. ¿Pero eso no es un pecado, no? ¿O te gustaría que me cansara? A ver: yo me canso. Pero a las seis horas de dormir ya me he descansado. Es que yo tengo mucha ilusión por las cosas. Me gusta lo que hago y soy un apasionado. Me levanto por la mañana y digo: qué bien, tengo muchas horas para hacer cosas.

P. ¿Hasta cuándo?

R. Pues mira: eso nunca se sabe. Puede ser dentro de 20 años, dentro de 12 o puede ser mañana. El día que note que no estoy en condiciones, que no estoy en lo que estoy, pues ese será el momento. Pero no diré que me retiro. Porque me echarán las circunstancias. Y entonces, lentamente, dejaré de hacer discos y de dar conciertos y ya está. Pero sin hacer gira de despedida como otros. Yo no. No voy a hacer lo que sé que no voy a cumplir. ¿Cómo me voy a retirar yo? A mí me tienen que echar. Para mí esto es mi vida, es mi destino, es todo.

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