Dos asesinos de hippies sueltos por Vigo
Para los gallegos, las Cíes eran museísticas, simbólicas, adánicas
Este titular de La Voz de Galicia en septiembre de 2008: “Un arqueólogo halla en las Cíes restos del Homo Hippiense”. El hombre que realizó el estudio fue Manuel García Valdeiras y sus informes engrosan la Consellería de Cultura de la Xunta de Galicia. Halló restos de hippies que poblaron las Cíes desde mediados de los sesenta hasta principios de los ochenta. También se encontraron huesos de cabra de la Baja Edad Media, ganado de los pobladores medievales.
A los niños de mi colegio nos llevaban a las Cíes de excursión no para ver hippies, que aún quedaban, sino para subrayar el orgullo de país: aquello era nuestro, y casi solo nuestro. Había algo en el viaje de visita al sepulcro de Santiago versión libérrima: la playa, la vegetación, el mar. “El mar salado”, corregía un niño de Segovia. “Paraíso natural”, repetía un profesor, “paraíso natural”. Aquel viaje era para que te estallase la cabeza.
Las Cíes para nosotros eran museísticas, simbólicas, adánicas: todo se estropea cuando se sabe. Este verano, mi amigo José Ramón Cuesta se presentó en la playa de las Phi Phi Islands, donde se rodó la película de Danny Boyle, y tuvo que levantar montañas de japoneses para encontrar arena. En las Cíes, sin ser tan escandaloso, se sufre también de fama. La película precisamente habla del misterio, la necesidad de preservarlo y la obligación moral de ponerle los cuernos a un amigo.
“Nosotros buscábamos meter la frase en la canción de The Jam, la Down In The Tube Station At Station At Midnight. Pero se nos fue de las manos y salió una canción propia”, dice Julián Hernández, líder de Siniestro Total. La frase es Matar hippies en las Cíes, un himno popular gallego que se ha ido de madre (aún puja por salir del Telón de Grelos el Sito Miñanco / preso político de Os Papaqueixos). “Es un cómic, tío”, ríe Hernández. Cuenta que hubo otra inspiración: el Kill The Poor de Deads Kennedys. Nunca fueron tan punks los Siniestro como cuando se asomaron a las Cíes, aquel refugio de paz y amor, para cantar: “Llego a la isla / lo saco de la tienda / le doy en la cabeza / le abro en la cabeza”.
La primera vez que tocaron el tema por locales de Vigo los abuchearon. “Había peña enfadada de verdad. Joder, no tenían sentido del humor”. El impacto de los temas de Siniestro sirvió para colocar lugares emblemáticos del sur gallego en el mapa internacional. “Yo recuerdo que nos preguntaron por las islas cuando llegamos a tocar a Perú. Allí estaban los periodistas musicales preguntando por las Cíes, por Samil. Era divertido”.
Un día, Julián Hernández y Germán Coppini se pasearon por las calles de Vigo vestidos con chupas de cuero y dinosaurios en las solapas, botazas criminales, y un tío al cruzarse con ellos le dijo a su acompañante: “Esos dos son los que matan hippies en las Cíes”.
Babelia
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