La Orquesta Mexicana de Carlos Chávez vuelve a Nueva York
El compositor es homenajeado con un concierto que rememora el que dio en el MoMA
La música del compositor Carlos Chávez es para la cultura e historia mexicana como los murales de Diego Rivera. Ambos, artistas coetáneos, llegaron a trabajar juntos cuando Rivera diseñó la escenografía y el vestuario del ballet Horsepower, que el músico compuso y estrenó en Filadelfia en 1932 con una mala acogida. El público de entonces "una multitud de rubios insípidos que fingían ser indios de Tehuantepec y cuando tenían que bailar zandunga parecía que tenían plomo en vez de sangre", como los definió Frida Kahlo, no pareció entender la obra de Chávez.
Como Rivera, Carlos Chávez tenía un oído puesto en la música de vanguardia modernista de Europa y Estados Unidos y el otro en la tradición de su país, mientras navegaba en la Revolución mexicana, de la que fue una figura cultural poderosa. "Carlos Chávez es uno de los músicos más importantes en México, América Latina y del mundo”, dice Rubén Luengas, director de la nueva Orquesta Mexicana que reformaron en 2013. Se estrenaron en Oaxaca para celebrar el 80º aniversario de la que fundara Chávez, y ahora llegan a Nueva York para homenajear al compositor en el histórico concierto que dio en el MoMA en 1940 como parte de la exposición 20 siglos de arte mexicano.
"Fue un evento histórico que marcó un hito en la música en México", explica Luengas desde el Bard College, al norte de la ciudad de Nueva York, donde también han dado un concierto en el marco del homenaje a Carlos Chávez que esta universidad le dedica por primera vez a un compositor latinoamericano. "Y lo fue por muchas razones: por la época de la que hablamos, era la primera mita del siglo XX, y por el intento modernista de alcanzar esa universalidad que a la vez está muy fundamentada y amarrada en la identidad del arte mexicano".
En la música de Chávez existía "una búsqueda muy propia del ser mexicano", continúa Luengas. "Se ve en una de las piezas que vamos a tocar y Chávez compuso para el concierto de 1940, Xochipilli, una pieza fundamental, porque se ve cómo se separa de la música occidental para crear una propuesta mexicana, completamente propia de una estética y construcción artística distintas a las convenciones europeas que se venían dando", dice Luengas.
Esa dualidad entre la modernidad y la tradición que vivía Chávez le llevó a fundar y dirigir la Orquesta Sinfónica de México en 1928 y a crear la Orquesta Mexicana en 1933, en la que tocaban música mexicana con instrumentos mexicanos, como arihuelas, arpas, tambores de madera y de agua, marimba, chirimía, sonajas o pezuñas de venado. Los mismos que ahora trae la Orquesta Mexicana que dirige Rubén Luengas y con los que tocarán el repertorio de 1940 en esta gira por EE UU: “Xochipilli, La paloma azul, El venado…”. Después del primer concierto en el Bard College, tocarán en la Embajada de México en Washington el domingo y el lunes en el Museo del Barrio de Nueva York.
"Carlos Chávez tuvo un gran interés desde temprana edad en el misterio de la música prehispánica que se tocaba en los pueblos, en las fiestas, en los velorios… Toda esa música que él escuchó y que está viva hoy en México", dice Luengas. Sin embargo, la Orquesta Mexicana no tuvo el éxito que esperaba, ni siquiera después del gran recibimiento en Nueva York. El músico explica que "es complicado saber dialogar todos estos instrumentos que son de la tradición oral, se enseñan de padre a hijo, y aquí hay que ponerlos a dialogar en una dinámica de orquesta sinfónica, de música académica”. Pero esta reformulada Orquesta Mexicana juega con ventaja. “Nuestra interpretación como artistas y como músicos proviene de las tradiciones musicales de los pueblos de donde venimos”, dice Lenguas, que casi todos son de Oaxaca, “el estado con mayor riqueza musical”. “Somos músicos tradicionales, en primer lugar, que conocemos las tradiciones, otras lenguas y culturas indígenas diferentes al español… Tenemos una forma distinta de interpretar la música, pero también somos músicos de academia, podemos jugar en los dos lenguajes musicales: el académico y el de la tradición”.
Babelia
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