Teba recrea su última cruzada
La gesta de sir James Douglas en 1.330 une en una fiesta a escoceses y andaluces
El escocés Brian McLutcheon lo sabía todo de Teba (4.001 habitantes) antes de visitarla por primera vez hace tres años. Desde entonces, acude todos los veranos a este enclave rural del interior de Málaga. Como él, medio centenar de escoceses que no hablan ni una sola palabra en castellano toman las calles de Teba con el atuendo típico de su país, el Kilt (la falda escocesa que llevan los hombres).
McLutcheon, de 48 años, se incrusta una corona en su cabeza y se sienta en su trono de madera. Interpreta el papel del primer rey de Escocia, Robert de Bruce, en la representación de la batalla que costó la vida a sir James Douglas. Otro escocés de barba cerrada y mentón agudo, el treintañero Chris Pollock, da vida a este caballero medieval, hombre de confianza del monarca que conquistó la independencia de Escocia. Douglas hincó la rodilla en 1.330 en estos parajes mientras ayudaba al rey castellano Alfonso XI a recuperar la plaza tebeña, en poder de los musulmanes. No pudo cumplir la última misión que le había encomendado su rey, Roberto I, antes de morir: llevar su corazón embalsamado hasta Jerusalén como signo de su cristiandad. Fracasó en el campo de batalla, pero su gesta permite que casi 700 años después se encuentren escoceses y andaluces.
A Dean Van Varenberghn, de 29 años, la unión entre los dos pueblos le resulta mágica. "Los escoceses sentimos este lugar como algo propio; es parte de nuestra historia. Y para ellos somos su familia", cuenta agradecido del trato que les dispensan los lugareños. Dean lleva 11 años visitando Teba, el tiempo que se lleva conmemorando la hazaña de Douglas, conocida como el Douglas Day. "Hasta 2009 se hacía una ofrenda floral y un pequeño teatrillo. Pero cada año la fiesta va a más", explica Alba González, concejal de Cultura. El primer día de la celebración el protagonista es el Castillo de la Estrella, el segundo resquicio musulmán más grande que existe en la provincia de Málaga. La fortaleza se ilumina con antorchas para albergar una dramatización que transporta a la localidad siete siglos atrás. Participa todo el pueblo, unos vestidos de cristianos, otros de musulmanes. Sus trajes los hacen costureras locales de manera altruista. "Hay un gran compromiso de todos nuestros vecinos con la fiesta", asegura Cristóbal Corral, alcalde de Teba.
Un mercado medieval
Los escoceses son una parte más de un espectáculo que continúa todo el fin de semana dando colorido a las calles de la localidad. Banderas de colores, un mercado medieval, gaitas llenando de sonido cada rincón de Teba y aves rapaces sobrevolando las cabezas de los visitantes crean una atmósfera de la época que hace las delicias de los visitantes, que no pierden la ocasión de fotografiarse con los protagonistas. Especialmente con los anglosajones, que a medida que pasa la jornada y crece el consumo de cerveza comienzan a soltarse con la lengua española y a dejar prendas en cualquier lugar. Los trajes, que tienen un peso de entre cuatro y cinco kilos, son propiedad de los escoceses. Se los hacen ellos mismos y es, prácticamente, lo único que meten en la maleta.
En Teba ponen a disposición de los visitantes escoceses vivienda y comida, que paga el Ayuntamiento. Esos gastos forman parte de los 5.000 euros de presupuesto que tiene una fiesta que consigue que Teba doble su población durante el fin de semana. Uno de los que más lo agradece es Miguel López, propietario de un bar en la plaza donde tienen lugar todos los actos. "Estos días necesito más personal porque todo se desborda. Y además, alquilo dos viviendas a los escoceses", declara. El impacto económico para una población que vive de la construcción y la agricultura es importante. Las autoridades lo saben, por eso la fiesta está declarada Fiesta de Singularidad Turística por la Diputación de Málaga.
Ian Norval es uno de los que ha venido en busca del negocio. A sus 70 años este pensionista escocés pretende introducir en nuestro país su propia marca de whisky, una bebida que es símbolo nacional en Escocia. Suyo es uno de los 30 stands que forman el mercado medieval. Da a probar su producto a todo el que se acerca. Asegura que la receta original, la que creó su bisabuelo en 1857 era mejor. Pero se ha perdido. Aún así es optimista: "También perdió Douglas y mira todo lo que mueve ahora", bromea.
Un 'Braveheart' español
"Braveheart, la película, es una mentira. Hollywood se apropió de unas palabras, las de corazón valiente, que realmente dice sir Douglas en Teba". Isidoro Otero, de 55 años, es tajante. Llegó a Teba en 1.991. Era el primer destino de un joven profesor de Historia que desde el principio se sintió atraído por la figura de sir James Douglas, un personaje que hasta hace pocos años desconocía la historiografía española. Fue dos años antes de la llegada de Otero al pueblo cuando Lord Selkirk, un descendiente del caballero medieval, dio a conocer la participación de su pariente en la toma del Castillo de la Estrella de Teba en 1.330. Otero lo cuenta en su libro James Douglas. La cruzada de Braveheart, presentado el jueves como pistoletazo de salida a la undécima edición del Douglas Day. La idea de la obra nació en 2.006 después de visitar, junto a una delegación de tebeños, al descendiente vivo de sir Douglas, James Douglas Hamilton, que los recibió en el mismísimo Parlamento británico. La voluntad de ambas partes hizo posible que en un periodo de tiempo breve sir Douglas pasara de desconocido a ser todo un héroe. Ahora, Otero prepara un guión. Quiere llevar al cine la historia de un noble que portaba el corazón del primer rey escocés a Tierra Santa. El "verdadero braveheart", asegura.
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