“Trabajé de niña muerta en el hotel del terror”
La actriz hizo publicidad para ganarse un sueldo y estudió comunicación audiovisual
En Estados Unidos, las grandes estrellas de cine tienen pánico de actores como Bárbara Santa-Cruz (Madrid, 1983), que pertenece a una especie depredadora terrible de la pantalla: los robaplanos. Uno está, por ejemplo, viendo Tres bodas de más y a Inma Cuesta intentando ligar a Quim Gutiérrez y de repente solo tiene ojos para el personaje de la novia paralítica —al gag de porqué se quedó hemipléjica volveremos más tarde—, que encarna Santa-Cruz. Nieta del poeta José García Nieto, el nombre de esta actriz es uno de los más mencionados por los nuevos cineastas españolas. Dúctil, capaz de salir bellísima o convertirse en una bruja.
Pregunta. ¿Cómo llevó protagonizar uno de los gags más bestias de la historia del cine español?
Respuesta. Javier Ruiz Caldera, su director, me parece un genio de la comedia, un maestro de ritmo. Así que luché por conseguir aquel guion como fuese… y lo logré. Y cuando lo leí, vi clarísimo que aquel personaje tenía que hacerlo yo, antes incluso de llegar al momento del accidente que le provoca la parálisis. Sentí una conexión muy fuerte. Y entrando en materia: que se rompa la columna porque le rompen todo lo rompible [spoiler: el personaje accede a sexo anal con su novio, que interpreta Quim Gutiérrez, y en el arreón se estampa contra la pared] para el resto comprendo que fuera cómico pero yo entendí que para esa chica era un drama, y que tenía por tanto que castigar al personaje de Quim por el resto de sus días. De ahí sale ese alma iracunda.
P. ¿Pidió ayuda fuera?
R. Sí, contacté con una asociación de lesionados de médula ósea que me dieron la vida. Por ejemplo, en el uso de la silla de ruedas, en cómo el mundo no está pensado para ayudar a quien tiene problemas. También me explicaron que a veces esa mala leche, a priori, viene de un impulso cortado: no puedes dar patadas, ni largarte rápidamente… Mal gestionado te agria el carácter.
P. ¿Ha dicho que no a algún trabajo? Su currículo es larguísimo.
R. El grueso del trabajo no es tanto como parece. En enero presenté los premios Feroz, y desde entonces he estado con pruebas… Hago muchos personajes pequeños, pero tengo suerte: me ofrecen cosas muy divertidas y me encanta rodar. A poco que tenga medio buena pinta, lo cojo.
P. Estudió Comunicación Audiovisual pero quería ser actriz. Eso necesita una explicación.
R. En mi casa no había tradición de actores. Mi madre era modelo y trabajó en ello hasta los 35 años aunque sin gran vocación: estudió Filosofía y Letras. Se quedó con lo peor de aquel mundo de farándula. Y solo la vocación te permite aguantar el “ahora sí, ahora no”, el repetir una secuencia 50 veces, los madrugones, el frío de exteriores, las jornadas infinitas… Me apuntaron a un taller de teatro con 13 años y descubrí allí una especie de gamberrada aceptada. Es que yo estudié en un colegio del Opus Dei… y eso explica muchas cosas [CARCAJADA]. Podía hacer el ganso y encima me aplaudían.
P. Y después…
R. Hice publicidad para un sueldo postadolescente, empecé con clases de Interpretación, hice el corto Clases particulares en 2005 y una cosa fue llevando a la otra.
P. ¿Y la Comunicación Audiovisual?
R. Porque me planteé ser directora de fotografía. Decidí seguir otro camino. Acerté. Me apunté a las clases de Juan Carlos Corazza, donde me dio y me da clase Manuel Morón, un grande.
P. ¿Cómo fue su momento Almodóvar?
R. Solo puedo hablar bien de Los amantes pasajeros. Aún tenemos un chat de móvil las tres actrices que hicimos de azafatas.
P. Usted se ha metido a actuar en películas del proyecto Little Secret Film, (Todo el mundo lo sabe, de Miguel Larraya, que se proyectó en el festival de Málaga), ha dirigido teatro…
R. Dirigí Cuatro confesiones. Se me ocurrió una trama de monólogos e involucré en su escritura a Juan Cavestany, Borja Cobeaga, Víctor García León y Dani Castro. Lo hice en el Fringe. Y también he dirigió microteatro.
P. ¿Y le gusta?
R. Me encanta dirigir actores, y ayudo a amigos a preparar pruebas. Cada vez más hago de coach.
P. ¿Se sabe poemas de su abuelo?
R. Sí [empieza a recitar]. Está muy presente en mi vida.
P. ¿Ha trabajado sin cobrar?
R. Muchas, más de las que quisiera. He compaginado actuar gratis con poner copas, doblar teletiendas estadounidenses, anunciar vuelos en la sala VIP del aeropuerto de Barajas de noche, doblando camisetas en tiendas de ropa…Y estuve un año y medio en un hotel del terror en Toledo.
P. ¿Perdón?
R. Vi un reportaje sobre ese hotel en Madrid directo. Los huéspedes pasaban un día allí, y pensé que eso significaba muchas horas para actuar y una experiencia divertida. Por pesada logré un contrato. Hice de niña muerta con cofia, hasta que hubo un momento en que pensé: ‘¿Qué hago aquí?’. Con esa empresa hice de agente infiltrada del FBI en un crucero de empresa con actores por el Nilo.
P. ¿Lo próximo? Y no caiga en el tópico de que no se puede contar.
R. Es un dramón. Todavía no lo he firmado… así que no puedo contar más.
DNI urgente
Bárbara Santa-Cruz nació en Madrid en 1983. Si no le suena su rostro, es que no ha encendido la televisión o ido al cine en el último lustro. En series, ha participado en La familia Mata, Amar en tiempos revueltos, Hay alguien ahí, El príncipe, Vive cantando y colaborado con los humoristas de Muchachada Nui en Museo Coconut y en Retorno a Lilifor.
En cine, actuaba en Pagafantas, No controles, Los amantes pasajeros, Sexo fácil, películas tristes, Ilusión, Tres bodas de más, Barcelona Nit de Estiu o Todo el mundo lo sabe.
Nieta del poeta José García Nieto, su madre es la actual presidenta de la Fundación que vigila el legado del escritor. “En un futuro seguiré sus pasos”.
Babelia
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