Un bombero español, el mejor mago del mundo “en escena”
Héctor Mancha venció en esa categoría uno de los dos títulos en liza en el torneo de Rimini
“Soy un tramposo y un mentiroso. Menos a mi mujer, miento a todo el mundo”. Es la descripción que hace de sí mismo Héctor Mancha (Canarias, 1977). Con la ayuda de una baraja de cartas inglesa, consigue dejar boquiabiertos a jóvenes y mayores con sus trucos. “Los magos hacen magia, yo lo que creo son ilusiones. Soy ilusionista”, cuenta este canario que trabaja como bombero. El pasado julio, la Federación Internacional de Sociedades Mágicas le reconoció en Rimini (Italia) como el mejor mago del mundo en la categoría de escena, uno de los dos títulos en liza. El otro, el de la modalidad de mejor mago de cerca, lo conquistó el suizo Pierric. “Es como el Mundial de fútbol, lo que pasa es que no salimos en los medios”, se queja Mancha.
El ilusionista español competía con otros 149 expertos en la vigésimo sexta edición del certamen de trucos más importante que existe. Escenificó su actuación, algo cada vez más frecuente en la magia actual. Se caracterizó como un avaro que hace aparecer y desaparecer billetes y cartas. “Hay que aprender muchas artes. No solo hay que saber hacer un truco, porque eso todo el mundo sabe hacerlo”, indica. Mancha ha tenido que aprender a interpretar, a modular la voz y a cantar para divertir con su espectáculo. Ya lo decía Robert-Houdin, un relojero francés del siglo XIX considerado el padre de la magia moderna: “El mago es un actor que juega a ser mago”. Tres años le ha costado a Mancha montar su número. La primera vez que lo presentó fue en 2011, en un campeonato nacional. Lo ganó. Lo repitió en 2014 en un campeonato europeo y volvió a vencer. Como en el mundial. Sin embargo, la idea de hacer desaparecer billetes y cartas no fue suya, la sacó de la chistera un amigo.
Sí fue propia la voluntad de iniciarse en el mundo de la magia. Ninguna lechuza fue a visitarle en su undécimo cumpleaños. La suya no era una familia de magos ni estudió en Hogwarts, como Harry Potter. Sus primeros pasos en la prestidigitación los aprendió en televisión de la mano de Juan Tamariz y Pepe Carroll, a los que considera sus referentes. Un juego de Magia Borrás, como premio a sus buenas notas, fue el primer contacto de Mancha con el mundo de las ilusiones. No se apartó de ese camino a pesar de ir creciendo. Empezó a investigar y así encontró a otros magos con los que compartía afición. No fue hasta los 25 años cuando se dedicó de lleno a la magia. Desde entonces ensaya diariamente, llegando a dedicar hasta 18 horas los días previos a una actuación.
Tanto afán lo ha convertido en campeón del mundo, aunque no por ello cambiará sus hábitos. Seguirá perteneciendo al Círculo Mágico de Madrid que, con 290 miembros, es la asociación con más componentes de las cinco que existen en la región. Su presidente desde hace año y medio es Felipe Otero, un mago de 56 años que hizo programas de televisión para propagar este arte. “Mancha es ahora el maestro. Es campeón mundial, esa es la prueba”, se enorgullece Otero. El último mago español que ganó esta competición, que se celebra cada tres años desde 1961, fue Javier Antón. De aquello hace 30 años. Mancha, que no desvela la cuantía del premio recibido, cree que España volverá a conseguir pronto el galardón. “La magia goza de buena salud en España. Aquí están los mejores cartomagos (magos con cartas) del mundo”, sentencia. En su opinión, solo Corea del Sur y Francia están al nivel de España.
“Se puede vivir de la magia”, reconoce Mancha. Sin embargo él nunca ha pensado en dejar la manguera. Le gusta lo que hace y lo compagina con trucos que le permiten ganar un dinero extra. Si sigue robando relojes a los compañeros de trabajo, a los que reconoce tener aburridos, es por diversión. Menos gracia le hacen las giras, de las que huye. No le gusta estar fuera de casa. Es un artista atípico. Un mago sin varita que tampoco dice palabras mágicas: “Lo que yo hago es robar carteras, que es más divertido”.
Babelia
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