Todos estamos mejor vestidos
Ya sé que he dejado inconcluso el relato de hasta dónde llegó el láser de diodo en sus labores de deforestación de mi Mato Grosso de cara a la temporada de ingles al aire. Pero me vais a perdonar la elipsis por la cuenta que me tiene. Ha sido soltarme un poco el pelo en estos artículos de veranito, que dicen los pijoseas, y ya me han dado un toque de arriba. Por basta, por escatológica y por chupacámaras, perdón, chupatintas, perdón chupabytes, perdón chupaloqueseaque se chupe hoy en este curro donde ya no sabe una si predica en papel, en Facebook, en Twitter, en Google o en el desierto propiamente dicho. Que no sea tan autobiográfica ni tan gráfica a secas, me afean. Que si tan seca estoy de ideas como para contar mi vida. Y que me vaya cortando, que a la gente le resbala mi problemática. Vale, oído cocina. Pero antes de que se extienda la infamia de que uso este púlpito para fines personales —darme pisto, hacer que hago, cazar maromo— deseo aclarar que todo lo aquí expuesto es falso, salvo alguna cosa.
¿Que eso es un sí es no, o viceversa? No hago más que seguir la política del Gobierno. Si Rajoy pudo soltar semejante poema sobre los papeles de Bárcenas y quedarse tan ancho, a ver si no va a poder una líder de opinión de masas tomarse una licencia prosaica en su afán por ser testiga de su tiempo. Porque eso es lo que hago, o lo que pretendo. Tirar de mi humilde experiencia para explicar el mundo, toma ya metáfora guapa.
Mira, ahora mismo por ejemplo, tengo un bochornazo que te fundes y no es del climaterio. He visto el anuncio del perfume Light Blue y no me baja la calentura ni con la anticelulítica Efecto Frío de Lidl, que adelgazar no adelgaza, pero te deja los muslos crionizados sus buenos diez segundos. ¿No caes ahora mismo? Sí, mujer, ese en que sale el modelo David Gandi en braga náutica emergiendo del Adriático entre dos farallones sin reminiscencias fálicas ni nada y se sube a pulso a una lancha donde espera una lagarta con un tipazo de ictus y se ponen ambos a hacer que hacen hasta que llegan los de las cámaras y les cortan el rollo justo cuando él estaba pasando, buf, a mayores. Ese.
Pues bien, si te cuento esta película es porque el alcalde de Granada, José Torres, sostiene que las mujeres están más elegantes cuanto más desnudas y los hombres cuanto más vestidos. Discrepo. Viendo las hordas de señores con pantalón pirata y señoras con shorts de sobaco a medio glúteo que invaden el asfalto impunemente, es obvio que salvo, quizá, Gandi y la fresca del anuncio, todos estamos mejor vestidos. Por cierto, alcalde, al loro con esa boquita. Torres más altas han caído.
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