Angélicos esbirros
No estamos ante la ambición del mejor Pixar, pero sí ante una comedia animada que suministra placer a granel
Según la teoría de la animación de dos ilustres veteranos de la Disney como Frank Thomas y Ollie Johnston, todo animador vendría a ser una suerte de actor por delegación. Un ventrílocuo por otros medios, capaz de expresar todo tipo de emociones a través de ese circuito misterioso que va de la imaginación al trazo en movimiento. En cada animador hay, pues, un actor latente que, en ocasiones, llega a tener tal grado de implicación con sus personajes que, inevitablemente, acaba cediéndoles su voz en la fase de doblaje. El talento interpretativo de un animador como el francés Pierre Coffin tiene que ser particularmente excéntrico, pero poca discusión puede haber sobre la solidez de su vis cómica: desde el estreno de Gru, mi villano favorito (2010), película que abrió la nueva división animada de Universal y cuya dirección Coffin compartió con Chris Renaud, el cineasta ha sido la voz de los Minions, esbirros por puro imperativo biológico y criaturas angélicas por mera torpeza evolutiva, personajes que hablan en hilarante mejunje lingüístico y que aquí conquistan su territorio propio, confeccionado a su medida.
LOS MINIONS
Dirección: Pierre Coffin y Kyle Balda.
Animación.
Género: comedia. Estados Unidos, 2015.
Duración: 91 minutos.
Si en Gru. Mi villano favorito 2 (2013), el poder de seducción de los Minions llevó a una cierta descompensación narrativa entre la trama principal y las subtramas de estas figuras secundarias, aquí se restablece la armonía en una precuela que funciona como mecanismo de relojería y que amplía el universo imaginario de las películas precedentes con buen sentido y fortuna cómica. Los minions parecen una derivación de esa tradición de personajes-mascota que ha desarrollado tan a conciencia la gran tradición de la historieta francobelga: Idefix, Milú, la ardilla Spip o el Marsupilami y su familia selvática podrían ser sus parientes; todos ellos presencias, en principio, subordinadas, pero con el potencial de emanciparse.
Los Minions traza los orígenes de estas criaturas, ahonda en una idea cómica muy afortunada –una convención de villanos tratada como versión subterránea de una Comic-Con- y, finalmente, se centra en un esquema narrativo de robo (im)perfecto sin dar una nota falsa. Es cierto que no estamos ante la ambición del mejor Pixar, pero sí ante una manera de entender la comedia animada que suministra placer a granel y que transforma hora y media de metraje en gozoso suspiro.
Babelia
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