Universal destruyó las demos de Amy Winehouse
"Es una cuestión moral", asegura un directivo de la compañía a la revista 'Billboard' La decisión busca evitar que se editen discos nuevos de la cantante
La vida de Amy Winehouse sigue dando que hablar cuatro años después de su muerte, como demuestra la expectación ante el inminente estreno del documental Amy (en España, el 17 de julio), que plantea el debate sobre la culpa de una sociedad que contempló en directo el anunciado descenso a los infiernos de una joven adicta con dificultades para asimilar el precio de la fama. Pero si bien su vida truncada por el alcohol mantiene la capacidad de generar titulares, los frutos de su talento parece que quedarán para siempre limitados a los dos álbumes que publicó en vida. Así lo ha asegurado David Joseph, consejero delegado de Universal Reino Unido, quien afirma que nunca verá la luz más material inédito de la artista porque él lo ha destruido. “Fue una cuestión de moral”, explica en una entrevista en la revista Billboard, con motivo del estreno en Reino Unido de la película, en la que él figura como productor ejecutivo.
Se trataría de las maquetas de una docena de canciones, de las que no está claro cómo de avanzadas estaban. En sus últimos cinco años de vida no vio la luz una sola canción nueva de Winehouse, pero visitó con frecuencia el estudio, según sus allegados. En julio de 2010 anunció que habría un disco nuevo en seis meses, pero nunca llegó a grabarlo. Parece que tenía el álbum en la cabeza y que llegó a reservar tiempo en el estudio con sus dos productores habituales, Mark Ronson y Salaam Remi. “Probablemente terminó el proceso de escritura unas semanas antes de morir”, recuerda Remi en Billboard. “Por lo que yo sé, teníamos 14 canciones. Cualquier cosa que tuviera que pasar, estaba ahí”.
Pues ya no está allí. Si es cierto lo que afirma el jefe de su compañía discográfica, el último material original de la cantante será su disco de descartes Lioness (2011), “un retrato borroso de una artista voraz”, como lo definió en su día Diego A. Manrique, que buceaba en un archivo ya rebañado para las ediciones ampliadas de los dos discos que publicó en vida. Ya se habló entonces de la existencia de una docena de canciones que nunca verían la luz por su insuficiente calidad.
El anuncio de Joseph se produce el mismo mes en que llega a las salas Amy, el documental del director Asif Kapadia, aclamado en el último festival de Cannes, y que ha abierto una amarga disputa entre el director y los familiares, que accedieron a participar en el filme pero se sienten traicionados. La película, que ofrece metraje inédito de la artista y testimonios de su círculo íntimo, ha sido calificado por el padre de la artista como una “deshonra”.
Mitch Winehouse considera que el documental trata de señalar que él no quiso o no supo interpretar las señales de alarma de su hija. Pero el reproche, y ese es el debate que plantea la película, parece extenderse a toda una sociedad que contempló morbosa la autodestrucción de una frágil veinteañera. “Algunos nos preguntaban si estábamos haciendo una película de una drogadicta”, recuerda David Joseph en Billboad. “La genta ni siquiera era consciente de que ella escribía sus propias letras”.
La tentación de publicar todo lo que hubiera tuvo que ser grande, cuando el año después de la muerte de la artista se despacharon 1,7 millones de sus discos y las ventas digitales de sus canciones, solo en EE UU, se multiplicaron por 20 en una semana. Legados de artistas con trayectorias truncadas por una muerte temprana, como Jimi Hendrix, Jeff Buckley o Tupac Shakur, han sido exprimidos hasta lo obsceno. Ese no será el caso de Amy. “Que alguien cogiera un fragmento o una pista vocal es algo que no habría pasado nunca bajo mi vigilancia”, declaró Joseph en Billboard. Ahora no podrá suceder bajo la vigilancia mía ni la de nadie”.
Babelia
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