Desactivar una bomba en 60 minutos
Los ‘cuartos de escape’, donde un grupo encerrado en una habitación debe resolver un acertijo, llegan a México
La cuenta atrás empieza 60, 59, 58... El participante tiene una hora para desactivar la bomba y conseguir salir de la habitación. No es ninguna consola ni gafas en tercera dimensión. Es un juego, sí, pero tangible. Los jugadores son encerrados en una habitación con una serie de pistas que deben descubrir para conseguir el objetivo. Las identidades de los competidores quedan fuera del cuarto, durante este tiempo el participante se convierte en Sherlock Holmes.
En el número 385 de la calle Colima en la céntrica colonia Roma de la Ciudad de México, dos jóvenes de 24 y 25 años inauguraron el mes pasado el primer cuarto de escape del país y se llama Enigma Room. Es un juego interactivo en el que un grupo de mínimo dos personas, máximo cinco debe resolver una serie de acertijos y conjeturas en un tiempo determinado. Hay tres tipos de habitaciones: detener a los soviéticos de lanzar un ataque nuclear, desactivar una bomba en el apartamento de Sherlock Holmes o escapar de un asesino en serie.
Según explica Victor Suárez, uno de los dueños, este fenómeno comenzó en Asia pero ganó popularidad en Budapest, hasta llegar a Estados Unidos. “Vivimos en un mundo dominado por las pantallas e Internet, los cuartos permiten que una persona tenga una experiencia como la que encuentra en los videojuegos, pero sin los controladores”, asegura este administrador de empresas para explicar el éxito del juego. Los dos amigos descubrieron el concepto de salas de escape en un viaje por Europa y fue cuando decidieron exportarlo. Tardaron poco menos de tres meses en diseñar, crear y probar las habitaciones.
Las identidades de los competidores quedan fuera del cuarto, durante este tiempo el participante se convierte en Sherlock Holmes
Dentro de los tres tipos de enigmas el más complicado es el de desactivar una bomba. Sólo el 10% de los participantes han conseguido salir. Los detectives empiezan en una habitación llena de libros, relojes, mapas donde nada es lo que parece y todo esconde una pista que te lleva a otro salón con retos aún más difíciles. En cambio, la prueba más sencilla es el que consiste en detener un ataque soviético. En este todos comienzan esposados salvo uno al que se le coloca una máscara que no lo deja ver. El 45% de los jugadores consiguen resolverlo.
No hay límite de edad para participar. Las persona más chica que ha competido tenía dos años, según cuenta Suárez y el más grande, 89, es decir que no hay edad media. Enigma Room resulta atractivo para familias enteras y grupos de amigos. Este joven junto con su socio, Gonzalo Arozarena, también utilizan los cuartos de escape para organizar eventos de Team Building -construcción de equipos- para empresas. “Parte del atractivo es que dan a la gente la oportunidad de probarse a sí mismos en situaciones que ven en el cine o en la televisión. Quién no ha pensado mientras está viendo un película: ‘Si yo estuviera en sus zapatos podría escaparme del asesino o derrotar al malo”, enuncian estos emprendedores.
Si el grupo no consigue salir existe la posibilidad de ampliar el tiempo o pedir ayuda con alguna pista. El costo oscila entre 250 y 340 pesos (entre 16 y 21 dólares), según el número de participantes y está abierto de lunes a domingo de 11.00 a 22.00 con cita previa. Los dueños aceptan que aún no se puede decir si los cuartos de escape son una moda o están para quedarse y extenderse. Lo que tienen claro es que ha sido muy bien recibido en México, las tres primeras semanas de junio han pasado por Enigma Room unas 600 personas.
Babelia
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