“Va a costar un tiempo remontar el desprestigio gravísimo del IVAM”
El director explica cómo está viviendo el museo la crisis desatada por la gestión de Consuelo Ciscar y pide mirar hacia el futuro
José Miguel G. Cortés, profesor de Teoría del Arte de la Universidad Politécnica de Valencia y, desde el pasado mes de septiembre, director del IVAM, explica cómo está viviendo la crisis del museo después de conocerse el informe de la Intervención General de la Generalitat Valenciana, que revela falta de control en programación, contrataciones, viajes y sobrecostes en adquisiciones durante la etapa de Consuelo Císcar. Más allá de lo que pueda ocurrir una vez concluya el informe, el centro prosigue sus actividades. Cortés lamenta la erosión que está sufriendo la institución. “Hay que hablar del futuro y pasar página. Hay una tarea ingente por hacer. Necesitamos ilusión. Que vuelvan a visitarnos los colegios y que las instituciones públicas y esponsors confíen en el nuevo proyecto”.
P.- ¿Le sorprende el contenido del primer informe parcial de la Intervención de la Generalitat valenciana?
R.- Cuando me hice cargo del IVAM, pedí la auditoría. Durante meses, los auditores han estado viniendo al museo, recopilando documentos, entrevistándose con cada uno de los trabajadores. Con el único con el que no se han entrevistado ha sido conmigo y con mi equipo directivo, sencillamente porque no habíamos estado en la anterior etapa. Hemos vivido todo este proceso de trabajo, de análisis y conclusiones. Así que no me ha sorprendido.
P.- Raquel Gutiérrez, colaboradora muy cercana de Consuelo Císcar, es actualmente la responsable de la colección y de las exposiciones del IVAM.
R.- Lo primero que hice una vez tomé posesión fue despedir a las cuatro personas del equipo de Consuelo Císcar. Y dijeron de mí que era muy expeditivo. Tampoco podía tener un administrador del cual no me fiara, así que lo sustituí por Joan Llinares, que aporta su experiencia tanto en su época en el IVAM (1989-2000), como en el Palau de la Música Catalana (fue reclamado por el Ministerio de Cultura para que aclarara las cuentas tras el saqueo por parte de Félix Millet y Jordi Montull) y en el MNAC (2001-2009). Me presenté a un concurso internacional con un proyecto y un plan de exposiciones para seis años, diseñé un plan de adquisiciones y las líneas maestras de la colección. Mi interés era romper amarras con el equipo anterior. He diseñado una programación para 2015 totalmente nueva, un trabajo ímprobo porque una programación no se hace en dos días. No hay nada que nos pueda identificar con la anterior etapa. Solamente una persona muy válida, Raquel Gutiérrez, que en efecto fue asistente de Císcar, forma parte de mi equipo. Pero pienso que todo el mundo es inocente hasta que no se demuestre lo contrario y a las personas hay que juzgarlas por lo que hacen.
P- Usted fue nombrado director del Espai d'Art Contemporani de Castelló (EACC) siendo Consuelo Císcar directora general de cultura de la Generalitat valenciana. Ha hecho también comisariados para este museo durante estos últimos diez años. Se puede decir que conoce bien al personaje.
R.- Como ciudadano estoy a favor de que en todas las instituciones, sean culturales o no, haya un claro proceso de transparencia. Ahora se trata de saber si ha habido o no despilfarro o conducta irregular. Mi tarea no es juzgar a nadie. Las personas que saben, que son los abogados de la Generalitat, que lo analicen, que lo expliquen y digan lo que ha ocurrido. Para construir el futuro es fundamental saber de donde venimos. Y yo lo dije claramente cuando me nombraron: no me quiero hacer responsable de nada de lo que ocurrió hasta ayer. Luego hay otra cuestión y es ese sabor agridulce, porque todo esto está haciendo un mal terrible al museo. Yo soy el primero que quiero que se sepa todo, pero claro, llevamos muchas semanas en que el IVAM está enfangado sin poder hablar de lo realmente, no urgente, pero sí importante, el futuro del museo.
P.- Incluso si ese futuro está condicionado por una herencia deficitaria que le impide poder hacer una programación como usted quisiera?
R.- El desprestigio artístico del museo es gravísimo, va a costar un tiempo considerable remontar, hay una situación económica muy lamentable. En estos momentos tenemos el menor presupuesto de toda la historia del museo. Además, las infraestructuras son deficientes, tenemos un sistema informático prehistórico, es urgente cambiarlo. Las losetas de la explanada de acceso al museo están rotas. No se ha invertido ni un euro en los últimos diez años.
P.- ¿Cómo se explica que Consuelo Císcar se haya mantenido diez años en este museo con total impunidad? ¿Cree que ha habido un pacto de silencio, una omertà, a base de convertir a personas del mundo del arte de todo el país, algunos muy prestigiosas, en clientes y cómplices de su gestión?
R.- Todos tenemos parte de responsabilidad en lo que ha ocurrido. Estamos acostumbrados, yo el primero, a pensar que la culpa o la responsabilidad es siempre de los demás. Es cierto que hemos hecho muchas cosas mal, habremos mirado para otro lado, no habremos actuado con la energía necesaria, nos hemos conformado. Valencia es una ciudad apática, cainita, pero al mismo tiempo aquí se puso en marcha una Asociación de ex-amigos del IVAM que fue una plataforma cívica muy crítica con Barañano y Císcar. Hoy el crítico de arte Álvaro de los Ángeles, miembro de aquella asociación, está en nuestro equipo. Yo vivo con el ansia de dejar todo esto atrás. Sin animadversión hacia nadie, lo único que quiero es que se empiece a hablar de qué IVAM queremos. Y en eso estamos. En estos últimos seis meses hemos hecho más actividades, debates y seminarios que, me atrevería a decir, en los últimos cinco años.
P.- Acaba de presentar en Madrid su último libro, escrito con Juan Vicente Aliaga, “Cuerpos disidentes”. ¿No tiene la sensación de que pudo haber sido más disidente, renunciar a trabajar para Císcar?¿No le preocupaba que su trabajo estuviera siendo utilizado por una persona que precisamente estaba muy lejos de sus ideas, o que incluso las condenaba?
R.- Sí, es cierto, podía haberlo sido, pero también creo que uno puede ser disidente de muchas maneras, con una pancarta en la calle, en el aula de la universidad, escribiendo un libro, haciendo exposiciones o en la vida cotidiana. Creo que mis exposiciones en Castellón hicieron mucho para plantear una manera de entender las prácticas expositivas y las publicaciones, y que en cambio el beneficio para estas personas que están en contra de esta manera de entender la vida fue nulo. Yo reivindico mis contradicciones, hay momentos en que uno se puede haber equivocado, los que nunca se equivocan son los que nunca se mojan, los que nunca actúan. Contra la arquitectura, Héroes caídos o A sangre y fuego fueron exposiciones muy significativas. Todavía hay jóvenes críticos de arte que me dicen lo importante que estas muestras fueron para ellos, eso me reconforta e indica que hicimos un buen trabajo. Pero yo jamás firmé ningún apoyo a Císcar. Nadie podrá mostrar ningún documento donde se vea mi firma.
P. Hablemos del futuro.
R. El IVAM tiene una colección magnífica, producto del trabajo de toda una serie de directores La selección de fondos que ahora está en salas, y que hemos titulado Construyendo nuevos mundos, es toda una declaración de principios de lo que queremos hacer. De los años que corresponden a las décadas de los veinte y treinta, sesenta y setenta, posiblemente sea una de las mejores colecciones que hay en España. Trataremos de hacer lecturas temáticas de la colección para ponerla en valor, hemos incorporado también el diseño industrial y gráfico. Tenemos bien representada la época informalista y lo que yo llamo “crónicas de la realidad”, con obras que no son pop pero sí cercanas. La colección se abrirá a aspectos que hasta ahora no se habían tocado, como el cómic. Habrá más presencia del arte hecho por mujeres, o la representación de la ciudad en formato fotográfico, cinematográfico, pictórico. También vamos a enriquecer la colección con donaciones y cesiones. Convenceremos a las instituciones públicas para que apoyen al IVAM, lo que implica aumentar el presupuesto. Pero teniendo en cuenta la situación económica del país, me parece inmoral hacer exposiciones de 400.000 euros. Mi aspiración es que podamos recuperar en estos próximos años como mínimo un 25 por ciento del presupuesto, es decir, llegar a los doce millones de euros. Una colección no se puede detener. Si un museo no puede adquirir obras, está dejando pasar el tren. Hay que crear un consejo rector formado por personas vinculadas al arte y a la cultura. Ahora este consejo lo componen doce miembros de las cuales diez son políticos. Así no se puede funcionar. El museo tiene que recuperar su autonomía.
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