Fallece Hugo Blanco, compositor venezolano de ‘Moliendo café’
Uno de los referentes de la música popular de su país ha muerto a los 74 años después de 60 de carrera artística
Este domingo falleció en Caracas el compositor Hugo Blanco, referente de la música popular venezolana. Aunque su desaparición ocurre cuando el músico ya tenía 74 años y 60 de carrera artística, los titulares de la mayoría de los obituarios se han visto obligados a recordar que se trata del autor del tema Moliendo café, un éxito universal que creó cuando solo contaba con 18 años y cuyo impacto global nunca más fue capaz de reproducir.
Eran tiempos en los que, a fines de la década de los años cincuenta y comienzos de los sesenta del siglo XX, el boom petrolero en Venezuela forzaba a una rápida urbanización del país. En los temas musicales que se hacían populares a través de los nuevos medios, la radio y la televisión, se dejaba colar la nostalgia de los desplazados a las ciudades por su perdida arcadia rural. La incipiente industria cultural de entonces recogía las melodías de Juan Vicente Torrealba, de José Enrique Chelique Sarabia —autor del tema Ansiedad—, de Alfredo Sadel, y de un joven talento llamado Simón Díaz.
Durante esa alborada de oro de la música popular venezolana, con Díaz colaboraría el también bisoño Hugo Blanco, quien compuso Moliendo café en 1958 para publicarlo en vinilo en 1960. El tema, en el que Blanco mezcló con tino y sin rubor instrumentos del folklore venezolano, como el arpa, el cuatro y las maracas, junto a otros propios de ritmos tropicales del Caribe, tuvo un éxito inmediato. Hasta el mercado japonés logró conquistar y de él se conocen más de 800 versiones, incluyendo algunas muy sonadas a cargo del ídolo mexicano Javier Solís, de Julio Iglesias o de Ricardo Montaner, entre otras. Todavía hoy en versión muzak, Moliendo Café se deja oír con frecuencia, aunque casi siempre de manera inadvertida, en el ambiente musical de tiendas y restaurantes que procuran dar una imagen tropical.
A Blanco se le siguió viendo en maratones televisivos de los sábados junto a su clásica arpa llanera. Produjo artistas de pop y compuso temas ganadores de los viejos festivales internacionales de baladas, como el de la OTI. El público venezolano esperaba todos los años la parodia musical que Blanco ofrecía cada diciembre intercalando el género navideño venezolano por excelencia, la gaita zuliana, con chistes de tono subido. Un alegre aguinaldo navideño que forma parte del repertorio escolar venezolano, Mi burrito sabanero, también es obra de Blanco.
Con el paso del tiempo, pasados los yugos del reggaeton y de la salsa romántica, venezolanos de varias generaciones siguen teniendo en su memoria, quizás sin saber a quién atribuírselos, los primeros renglones de la letra de Moliendo Café: "Cuando la tarde languidece renacen las sombras, y en la quietud los cafetales vuelven a sentir".
Babelia
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