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CRÍTICA | PRECISIONES PARA ENTENDER AQUELLA TARDE
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La ciudad exhausta

El mexicano Hugo Abraham Wirth critica en su obra a las empresas de teleoperadores

Javier Vallejo
Imagen de una escena de 'Precisiones para entender aquella tarde'.
Imagen de una escena de 'Precisiones para entender aquella tarde'.

La letra pequeña del crecimiento económico mexicano y la de las empresas teleoperadoras subcontratadas por bancos y telefónicas, nicho de negocio en expansión constante, cuyos empleados, apremiados por la necesidad de obtener comisiones, usan todo tipo de tretas con sus clientes potenciales. En Precisiones para entender aquella tarde, Hugo Abraham Wirth (Ciudad de México, 1981), Premio Nacional de Dramaturgia UAM por esta obra, va trazando con ojo cinematográfico el retrato de una ciudad próspera en signos materiales, terciarizada hasta la médula, cuyos habitantes trabajan horas innúmeras por salarios minúsculos y donde el astro rey ha pasado a ser poco más que un punto de luz velado por una cortina de CO2.

Precisiones para entender aquella tarde

Autor: Hugo Abraham Wirth. Intérpretes: Carmen Soler, Eva Redondo y Denis Gómez. Dirección: Guillermo Heras. Madrid. Teatros Luchana, sábados y domingos de junio y julio.

En esa urbe clónica, miles de jóvenes acuden a un edificio corporativo con fachada de cristal, en la confianza de que serán elegidos para abordar telefónicamente a ciudadanos desprevenidos y persuadirles de que compren lo que no necesitan por un precio nada ventajoso. A través de tres actores narradores que se multiplican para dar voz también a empleados y clientes, Wirth se adentra en un mundo cuyo nivel salarial es inversamente proporcional al horizonte financiero de la empresa y donde el rodillo de la competitividad no deja lugar para la ética, la franqueza y el compañerismo.

En la primera parte de Precisiones…, certera en su diagnóstico de la ciudad anómica e implacable en la descripción de un trabajo alienante, Eva Redondo, Carmen Soler y Denis Gómez, sus intérpretes, sirven con exactitud y con encanto un texto en el que al relámpago poético sucede el trueno de un humor quirúrgico. En la segunda, terminada la traza del gran fresco laboral, el autor se entretiene en el dibujo en detalle de la peripecia de un par de personajes (lo cual aminora la altitud y el alcance del texto), en busca de un final dramático. Como en A medianoche, de David Greig, los actores de Precisiones… saltan de lo narrativo a lo dialogal y mudan de piel y de lugar geográfico sin solución de continuidad, dirigidos limpiamente por Guillermo Heras en un escenario casi vacío y con cambios de luz escasos, lo cual transmite la obra directamente del imaginario del autor al del público. Con este espectáculo disolvente y otros nueve de autoría actual (decisión arriesgada pero que dará frutos), quedan inaugurados los muy atractivos teatros Luchana, en Madrid, cuatro salas a modo de multicines.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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