Robert Downey Jr. lanza un dardo xenófobo contra Iñárritu
Unas polémicas declaraciones del actor estadounidense sobre el director de 'Birdman' desatan un diluvio de críticas en México
Encontrar a Robert Downey Jr. en Hollywod es bien sencillo. Basta buscar un charco y ahí estará. El actor, con 60 películas a sus espaldas, ha sido durante años la encarnación del enfant terrible del cine estadounidense. Detenciones en callejones traseros, juergas narcóticas, despidos en pleno rodaje y declaraciones intempestivas le han situado periódicamente en el ojo del huracán. Un lugar donde llegada la madurez, con 50 años recién cumplidos y una de las mejores chequeras de Hollywood, aún parece sentirse a gusto. El último escándalo lo ha desatado, a preguntas de un periodista de The Guardian, con un dardo xenófobo que ha encolerizado a México.
El blanco ha sido el cineasta Alejandro González Iñárritu, que vive sus días de gloria tras haber sido galardonado este año con tres premios Oscar (mejor película, mejor guion original y mejor dirección) por Birdman. Una película en la que el universo de los superhéroes sirve de excusa para una torturada reflexión existencial, totalmente opuesta a la caricatura habitual de estos personajes de cómic: “Siempre los veo matando gente, porque no creen en lo que tú crees o no son lo que quieres que sean. Odio eso y no respondo a esos personajes. Han sido veneno, un genocidio cultural, porque la audiencia queda sobreexpuesta al complot, las explosiones, y esa mierda no significa nada acerca de la experiencia del ser humano. […] Filosóficamente no me gustan”.
Estas declaraciones, efectuadas en inglés el año pasado a la revista Deadline, fueron convenientemente desempolvadas por el periodista de The Guardian, quien, sin pararse en los matices, le espetó a Downey en la entrevista: “González Iñárritu dice que las películas de superhéroes son un genocidio cultural”.
El actor, protagonista indiscutible de la superproducción Iron Man, enarcó las cejas y disparó su respuesta: “Mire, yo le respeto. Creo que para un hombre cuya lengua nativa es el español, ser capaz de armar una frase como ‘genocidio cultural’ habla de lo brillante que es”.
No hizo falta más para que las redes sociales estallaran y que, en México, la envenenada frase se convirtiera en un diluvio universal. El comentario, con su peligroso filo racista, no sólo ataca a una figura que ha enorgullecido a millones de mexicanos por su triunfo en Estados Unidos, sino que ha sacado a relucir el lado oscuro de las siempre complejas relaciones entre ambos pueblos. Ese desprecio que soterradamente y en personalidades extremas asoma, como un Guadiana, cada cierto tiempo. Así ocurrió la misma noche en que Iñárritu ganó los tres premios Oscar y el multimillonario Donald Trump se burló del cineasta y aprovechó para sacudir a México como país corrupto.
En los antípodas, aunque de una aspereza difícil de digerir, se situaron las palabras de Sean Penn, el actor que aquella noche le entregó la estatuilla a la mejor película a Iñárritu. Antes de hacer público su nombre, en ese momento de tensión mágica con el que sueña todo actor, Penn soltó ante una audiencia planetaria: “¿Quién le dio la green card a ese hijo de perra?”. Una broma entre viejos amigos y que buscaba justo el efecto contrario, pero que fue mal acogida en México, un país escaldado por las invectivas de algunos destacados vecinos del norte. Ya sean villanos o superhéroes.
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