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CRÍTICA | FOCUS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¡Vigilen las carteras, llega Will Smith!

Pura pirotecnia, cine trilero que juega a despistar para ejecutar sus juegos de manos.

Will Smith y Margot Robbie, en un fotograma del filme.
Will Smith y Margot Robbie, en un fotograma del filme.

Antes de que esta película se parta, explícitamente, en dos mitades, el espectador ha recibido la información de que su protagonista —Will Smith— a) es un estafador de primera, capaz de impartir lecciones prácticas a su coprotagonista e interés romántico (Margot Robbie) en el arte de desvelar la segunda piel —criminal— de lo cotidiano y b) que, se supone, tiene un talón de Aquiles: su debilidad por la apuesta y el juego.

FOCUS

Dirección: Glenn Ficarra y John Requa.

Intérpretes: Will Smith, Margot Robbie, Rodrigo Santoro.

Género: thriller. EE UU, 2015.

Duración: 105 minutos.

El caso es que, a esas alturas de Focus, tercer largometraje del tándem Glenn Ficarra / John Requa, responsables de Philip Morris, ¡te quiero! (2009) y Crazy, Stupid, Love (2011) —filmografía breve que acredita sofisticación, pero no discurso—, la pareja protagonista llega a un estadio de Nueva Orleans para presenciar un partido, cargando con el cuantioso botín de una reciente operación delictiva. En la banda sonora suena "Baby, Please Don’t Go de Them. Allí encuentran a un apostador oriental, que seduce al protagonista para embarcarle en un pulso jugador que pondrá en riesgo su botín… mientras suena el Sympathy for the Devil de The Rolling Stones. Cuando el espectador piensa que no puede haber dos elecciones musicales más obvias para comentar la acción, la película muestra sus cartas y justifica su uso como herramienta para condicionar a la víctima de una estafa. Es un momento bastante implausible en términos de verosimilitud, pero deja clara la relación que la película quiere establecer con su espectador, condenándole a la posición de pardillo manipulado por el denso juego de engaños, hasta el último minuto, que propone su trama.

Más cerca de Ahora me ves… que de la saga abierta con Ocean’s Eleven (2001), Focus es pura pirotecnia, cine trilero que juega a despistar al receptor para ejecutar sus juegos de manos. Eficaz, pero sin subtextos, densidades, ni posibilidad de relectura: funciona (lo que no es poco), pero sólo una vez.

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