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TEATRO

El retorno de los grandes magos

El ilusionista Hausson estrena un espectáculo donde presenta trucos que se hacían en los teatros de Barcelona el siglo pasado

Tomàs Delclós
El mago Hauson, que actúa en La Seca con un homenaje a los grandes ilusionistas.
El mago Hauson, que actúa en La Seca con un homenaje a los grandes ilusionistas.Gianluca Battista

Entre principios de siglo y los años sesenta, los teatros de Barcelona recibían a los grandes magos internacionales y llenaban las plateas. El mago Hausson estrenará el 8 de abril (La Seca, Barcelona) un espectáculo que es un tributo, así se llama (Magic tribute),a aquella época de esplendor. “No se trata de un ejercicio arqueológico ni nostálgico. No es un revival"” aclara, se trata de presentar efectos mágicos que hacían aquellos ilusionistas y que mantienen su misterio y su poesía. El efecto será el mismo aunque la puesta en escena sea contemporánea. Y ello se combinará con el propio repertorio de Hausson para, en definitiva, vivir una noche mágica.

La nómina rescatada de aquellos grandes magos, algunos de los cuales llegaban a la ciudad con vagones de trenes repletos de cofres y trucos para montar su espectáculo, está lleno de apellidos ilustrísimos: The Great Raymond, Horace Godin, Fu Manchú, Richiardi jr, Chang y Kalanag. No hay nombres domésticos porque ninguno de los magos locales, explica Hausson, tenía la grandeza teatral de aquellos sin que ello suponga un demérito a su maestría. El más cercano sería Li-Chang, el badalonés Joan Forns, que se inspiró en Fu Manchú y la chinoiserie tan en boga en aquellos tiempos en este mundo donde los nombres orientales parecían incrementar la cuota de misterio. Y también contribuía a ello el título de los trucos, entre lo enigmático y lo claramente tenebroso: El árabe perforado, Sinfonía perdida en el espacio junto con el piano y la pianista, La mujer dividida por completo por una sierra circular, etcétera.

Del Gran Raymond, que estuvo en Barcelona en 1916, Hausson ha escogido La cabina espiritista, "un efecto que todavía se hace ahora con la misma técnica de entonces". De Horace Goldin, que actuó en el Novedades, adapta la ilusión de la mujer serrada. Este truco tiene una larga historia empezando por quien fue el primer en ofrecerlo. Al margen del debate sobre su paternidad, Goldin siempre reclamó la autoría y lo hizo acudiendo a los tribunales. Lo patentó en 1923 y disfrutó del monopolio del mismo durante 17 años. Pero de aquello Goldin sacó una lección. No hay que patentar los trucos de magia. Para hacerlo hay que depositar la documentación completa sobre la invención y ello implica exponerla a terceros que pueden copiarlo, como le sucedió. En los años 30, en su largo deambular por los tribunales, persiguió a la tabacalera Reynolds porque en una campaña publicitaria, con el lema “Es divertido ser engañado…pero más divertido saber" descubría el secreto de la mujer partida. Goldin perdió y abandonó las peleas con abogados. Hausson cree que es inútil batallar por la propiedad intelectual en la magia. No existe. “La mejor manera de proteger un juego es publicarlo, así, al menos, queda reconocida tu autoría”. También discrepa rotundamente de la publicidad de Reynolds. “En magia es una muestra de inteligencia que el espectador se deje llevar por la ilusión que se crea y no intente destapar ningún secreto. De hecho, la magia no engaña porque todo el público sabe que detrás de lo que ve hay truco”.

El montaje ‘Magic tribute’ se estrena en La Seca el 8 de abril

De Fu Manchú, Hausson ha escogido La bala atrapada. Esta ilusión, como todas las que rescata Hausson tiene una larga historia. El más acreditado mago que la presentaba fue Chung Ling Soo. Otro chino de carpintería que, cuenta Hausson, para intentar dar mayor verosimilitud a su personaje se hacía acompañar en las entrevistas de un traductor de chino porque él (en realidad William Ellsworth, nacido en el estado de Nueva York) se suponía que ignoraba el inglés. Chung Ling Soo falleció precisamente en un escenario londinense, en 1918, cuando falló el truco de la bala. Cuentan las crónicas que sus últimas palabras, esta vez en inglés, fueron: “Oh Dios mío. Algo ha fallado, Bajad el telón”. Aunque se especuló con el asesinato o el suicidio, por causa de un enredo sentimental, la policía cerró el caso estableciendo que se trató de una muerte accidental. Otro nombre chino del repertorio escogido en Magic tribute es el del panameño Chang, cuyo padre, esta vez sí, era un emigrante chino. Hausson explica que viajaba con 14 toneladas de equipaje. “Fue tan grande su éxito que en 1928, con 29 años, se retiró. Pero en un año dilapidó su fortuna y tuvo que regresar a los escenarios donde repitió el éxito”.

No se trata de un ejercicio de nostalgia ni arqueológico

De Richiardi jr., Hausson presenta Las hojas de afeitar en la boca. En sus trabajos de rastreo sobre la historia barcelonesa de estos magos, un colaborador de Hausson localizó pegados en una buhardilla del teatro Borràs, donde Richiardi jr. actuó en 1951, dos pósters del artista.

Hausson tampoco se ha olvidado de Kalanag, que en 1962 estuvo en el Cómico de Barcelona, un teatro que cerró tras su marcha. Como muchos de estos magos estuvo vinculado a la industria del cine. No es nada extraño que tuvieran tratos con este nuevo arte, entre cuyos pioneros está el mago Meliès, que vió en él otra forma de fabricar ilusiones. De Kalanag (Helmut Ewald Schreiber), Hausson recrea la levitación de una dama. Es de las buenas cosas para recordar de Schreiber que se ganó el lamentable sobrenombre de Ministro de la magia de Hitler y algunos textos lo relacionan con el espionaje nazi de la misma manera que a Houdini se le atribuyen tareas de espionaje para los británicos.

En definitiva, nombres de una gran época de la magia. “Duró hasta los años sesenta. En aquellos tiempos los grandes magos tenían un enorme reconocimiento popular y actuaban ante la realeza o el papado. Este reconocimiento se ha perdido. En parte, porque los espectáculos de magia en los teatros pedían una compleja artesanía sólo al alcance de los mejores. Luego la magia se trasladó al cabaret con unas dimensiones más pequeñas y donde podían presentarse trucos más asequibles. Creció el número de magos hasta que desapareció el cabaret y la magia tuvo que refugiarse en bodas, bautizos, comuniones o eventos de empresa donde las exigencias artísticas son menores y donde hay muchos magos excelentes, pero también muchos mediocres”.

En los años ochenta, algunos cines como el Selecto, el Versalles o el Diana, explica Hausson, todavía presentaban número de varietés en el entreacto del doble programa, pero aquello fue insostenible como los propios cines. Hausson se ha asentado en La Seca donde el año pasado lo visitó el británico DMC, cuando este mago rodaba una serie para National Geograhic. Fue a verlo. Le gustó el espectáculo y quiso entrevistarlo sobre su poética de la magia, una poética que podrá disfrutarse nuevamente a partir del 8 de abril donde cuenta una historia basada, en parte, en la propia historia del ilusionismo

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