Los Ángeles olvida a Ray Bradbury
La casa del autor de ‘Fahrenheit 451’ es demolida sin prostestas del Ayuntamiento
Existe un asteroide que lleva su nombre, el (9766) Bradbury, y la NASA bautizó de la misma manera el lugar del aterrizaje del vehículo Curiosity en Marte. En Los Ángeles también tiene una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, y la plaza Ray Bradbury se esconde en la esquina de la Quinta Avenida con la calle Flower. Todo en honor del autor de Fahrenheit 451, libro que escribió en esta ciudad con máquinas de escribir que en la década de los cincuenta se alquilaban por horas en las bibliotecas.
Sin embargo, Bradbury (Waukegan, Illinois, 1920-Los Ángeles, 2012) que llegó a California los 13 años y permaneció en Los Ángeles hasta su muerte, se ha quedado sin casa. El maestro de la ciencia-ficción, asesor por igual de Hollywood y de la NASA y uno de los autores más recordados del siglo XX, se ha convertido en el último de los sin techo de esta ciudad. Su cuerpo yace en el cementerio de Westwood, cerca de Marilyn Monroe, Truman Capote, Janis Joplin, Frank Zappa o Billy Wilder, entre otros, un lugar que reservó antes de su muerte. Pero la mansión construida en 1937 —en la que vivió durante más de medio siglo— en Cheviot Hills, cerca de los estudios Sony, ahora no es más que un solar lleno de escombros.
Por fuera no llamaba la atención: una casa más de estuco amarillento construida como otras muchas viviendas angelinas con madera y aislante térmico con malla de gallinero. De tres habitaciones, estaba demasiado cerca de una de las grandes autopistas de Los Ángeles, lo que tampoco ayudaba a su conservación. Finalmente se vendió el pasado junio por 1,56 millones de euros.
Junto a sus libros, Bradbury guardaba en su casa infinitos recuerdos de Hollywood, originales del Príncipe Valiente y maquetas de la NASA
Lo que ha creado la polémica al conocerse su demolición es lo que esa casa contenía. Los ecos de un autor reverenciado entre los círculos más elevados de la cultura y en las capas más populares. Una mansión que contenía su propia biblioteca, la que rodeó al autor de Crónicas marcianas, Cementerio para lunáticos o Ahora y siempre durante toda su vida, y donde junto a sus propios libros, obras de Poe, cómics internacionales o trabajos de Edgar Rice Burroughs, había infinitos recuerdos de Hollywood, originales del Príncipe Valiente de Harold Foster, maquetas de la NASA que incluso ayudó a construir... “En menos de un día y medio la casa había desaparecido”, señaló John King Tarpinian en la página dedicada a la ciencia ficción File770.com.
A pesar de que Fahrenheit 451 fue adoptado hace años como libro predilecto de la ciudad y de que el concejal José Huizar describió a Bradbury como “parte del tejido del que está hecha la ciudad de Los Angeles”, su vivienda nunca estuvo protegida como patrimonio de la urbe. El comprador, el arquitecto Thom Mayne, aseguró que al conocer el nombre del antiguo propietario, del que se asegura ser fan, comprobó si podía proceder a la “deconstrucción” de la vivienda. Y tanto el Ayuntamiento como la Fundación Ray Bradbury le dijeron que sí.
La nueva construcción no está prevista hasta 2017 pero el ganador del premio Pritzker ha anunciado su deseo de que el espíritu de Bradbury siga en esta mansión. La nueva estructura estará rodeada por una pared que impedirá las miradas ajenas pero que ofrecerá un mural conteniendo todos los títulos de este prolífico autor. Para ver el resto de la casa, los libros, los archivadores y sus reliquias, habrá que viajar al Centro de estudios Ray Bradbury en Indiana, donde está prevista una recreación de la oficina. En Los Ángeles desaparece así su legado.
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