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Jordi Savall se deja seducir por los emires del Golfo Pérsico

Los mandatarios de la pujante Abu Dabi encargan al músico varios proyectos

Jordi Savall con el músico malgache Rajery, durante un descanso en los ensayos en Abu Dabi.
Jordi Savall con el músico malgache Rajery, durante un descanso en los ensayos en Abu Dabi.jordi esteva

Donde antes había pequeños puertos de casas de adobe, hoy se alzan ciudades de acero y cristal con algunos de los rascacielos más altos del mundo.

En solo dos generaciones ha desaparecido el mundo de mercaderes y pescadores de perlas que recorrían el Índico en sus veleros impulsados por los monzones. Un mundo que se mantuvo sin grandes cambios hasta la irrupción del petróleo y que, en el siglo XIII, describió el viajero tangerino Ibn Batuta cuando emprendió un viaje que duró 30 años por Oriente Medio, África Oriental, Asia Central, India y China.

A diferencia de Dubái —centro financiero y de negocios en constante transformación, que cuenta con un aeropuerto cuyo número de pasajeros supera ya al de Heathrow— Abu Dabi, la capital de los Emiratos Árabes Unidos, apuesta fuerte por la cultura. Además de las universidades locales, cuenta ya con sedes de la Sorbona y de la Universidad de Nueva York. El Museo del Louvre, proyectado por Jean Nouvel, está a punto de inaugurarse y en un par de años lo harán el museo Cheij Zayed sobre la cultura de los Emiratos, diseñado por Norman Forster, y el Museo Guggenheim, obra de Frank Gehry.

¿Y la música? Hace un año, Cheij Nayan, ministro de Cultura de los Emiratos Unidos, ordenó a los responsables de su ministerio ponerse en contacto con Jordi Savall para dar impulso a la temporada de conciertos. Siguiendo la línea de algunos de sus proyectos anteriores de diálogo entre culturas, Savall decidió que la Rihla (periplo) de Ibn Batuta y la música de los lugares que recorrió el llamado viajero del islam en el siglo XIII serían el nexo ideal que uniría músicas aparentemente tan dispares como el cancionero medieval de la época de Raimon Llull con las canciones bizantinas, turcas y árabes, alternadas con briosos aires otomanos o incluso malienses. Para que el proyecto no resultara demasiado extenso —Ibn Batuta viajó de Tánger a China, dando un rodeo por África Oriental— Savall lo dividió en dos partes, dejando una segunda para el próximo otoño. Fruto del primer contacto con los Emiratos, Savall ha grabado ya el primero de los dos discos sobre los viajes de Ibn Batutta. Lo hizo durante un reciente concierto en Abu Dabi.

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Asistir a un ensayo de Savall es un raro privilegio. Su manera de trabajar es atípica, con un núcleo reducido de intérpretes que suele ser el mismo y diferentes músicos de diversas culturas que varían según el programa. Sorprende el exquisito trato que da a las músicas cultas de tradición no occidental y en sus investigaciones incorpora músicas clásicas indias, japonesas, sefardíes o de tradición árabe-musulmana, de manera natural, que se integran de forma armónica en un diálogo entre iguales.

Resulta fascinante cómo, con apenas un gesto, Savall empuja a sus músicos a realizar delicados trémolos al laúd o al salterio, que realzan el recitado de los textos de Batuta o los temas de cancioneros olvidados como el bizantino apoyado por la flauta ney, la melancólica kamantxa armenia o la dulce valiha de Madagascar. Jordi Savall insufla nueva vida a las composiciones antiguas que, en pocos minutos, pasan de la tristeza absoluta a una euforia provista de auténtico swing y que arrancaría a muchos espectadores a la danza si se atrevieran.

Guiados por el poeta Manuel Forcano, que situaba la acción en el momento histórico, el primer concierto de Savall en los Emiratos transportó al público del Occidente del islam a Afganistán. Un concierto que fue in crescendo para culminar en la brillante interpretación de una melodía común a las tradiciones sefardí, turca, árabe y griega, entre otras, pero que nadie sabe exactamente de dónde procede y que cada país la considera propia. Alternando las diferentes lenguas, al final todos lo acabaron interpretando al unísono, cada uno en su idioma, ante el fervor entregado de la audiencia que abarrotaba la sala de conciertos del Emirates Palace. A aquella velada asistió la plana mayor cultural del emirato y numerosos diplomáticos.

Este primer contacto dio sus frutos y ahora Savall prepara ya la segunda parte de los viajes de Ibn Batuta, que le llevará de gira por el resto de los emiratos. La perla del acuerdo será sin duda el rescate de una ópera barroca de tema árabe que tras siglos de olvido, sonará de nuevo con fuerza y brío en primicia mundial el próximo noviembre en Abu Dabi.

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