La miel amarga
Hay ocasiones en que uno sale del cine con la sensación de haberse zampado una novela de 500 páginas
Hay ocasiones en que uno sale del cine con la sensación de haberse zampado una novela de 500 páginas –o incluso más- en un tiempo récord. Y no porque lo visto tenga que ver con lo literario o con ningún incontrolado amor por la letra, más bien al contrario: hay películas, como este segundo largometraje de la italiana Alice Rohrwacher, capaces de atrapar un mundo en toda su complejidad, explorando cada matiz, levantando su verdad orgánica detalle a detalle… sin que lo parezca. Una obra cuya densidad es resultado de una sabia y sutil sedimentación de hallazgos y revelaciones, descendiente directa de la capacidad de observación al natural del neorrealismo con el punto justo de ensoñación felliniana. El país de las maravillas no lleva escrita la condición de obra maestra en la frente: es una película que se diría ajena a su propia importancia, donde la cámara de la cineasta se mueve sin afectaciones, con la grandeza de una literatura invisible, limpia de barroquismos y retruécanos, precisa al desvelar una belleza que no parece buscar, implacable al registrar verdades que emergen de forma natural, sin condicionamientos ni subrayados.
EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS
Dirección: Alice Rohrwacher.
Intérpretes: Maria Alexandra Lungu, Sam Louwyck, Alba Rohrwacher, Sabine Timoteo, Luis Huilca Logroño, Monica Bellucci, Maris Stella Morrow.
Género: drama. Italia-Suiza-Alemania, 2014.
Duración: 110 minutos.
La mirada en tránsito, de la inocencia a la madurez, de la joven Gelsomina –una Maria Alexandra Lungu que es comunicación pura en silencios expresivos y movimientos interiores- es el centro de gravedad de esta historia de grupo enfrentado a la inminente disolución de su mundo: una familia de apicultores, presidida por padre indignado –y numantino-, que acoge temporalmente en su seno a un joven exdelincuente integrado en un programa de reinserción. La llegada de un equipo televisivo y la presencia del joven forastero alterarán de manera tan natural como reveladora el frágil equilibrio de fuerzas en este territorio de resistencia, que no es precisamente una Arcadia, sino algo parecido a una trinchera asediada por políticas gubernamentales, rodeada de conformismos y golpeada, desde dentro, por los naturales e inevitables anhelos centrífugos de la primogénita.
Babelia
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